Si Mafalda nos viera

Si Mafalda nos viera
Por:
  • larazon

Carmen Amescua

En los últimos días me he dedicado a escuchar las historias de mis amigas multi-task. Este clan de mujeres “heroicas” que trabajan, tienen hijos, van al gimnasio, cuestionan todo, torean al marido, al sustituto o a su soledad, esas que van brincando una eterna carrera de obstáculos con tal de parecer perfectas. Con tal de que todo mundo las quiera.

Pero que cuando se les olvida la comida del perro se sueltan llorando como Magdalenas urbanas; sin que se les corra el rímel, ni se les hinche la cara.

Porque hasta eso han aprendido a hacer de manera impecable. Pero eso sí a sollozo tendido por un buen rato, porque su válvula de escape por fin reventó

Quién sabe qué nos pasó. ¿En qué momento nos atacó este síndrome? ¿Por qué hoy en día nos autoexigimos tanto?

Un día nos despertamos y se nos ocurrió que sería genial (entre otras cosas) luchar por la igualdad de género, tener las mismas oportunidades y derechos que los hombres. Pero algo no calculamos porque fuimos ganando plazas sin delegar otras. Pero delegar nos cuesta trabajo, igual que recibir ayuda incluso a veces de nuestra pareja, amigos o familia. Existe una necesidad de demostrar nuestras capacidades y fuerza en lugar de nuestra vulnerabilidad. Según nosotras íbamos a competir con los hombres para ganarles el mercado, resulta que hemos terminado compitiendo también entre nosotras por ellos.

En cambio ellos resultaron más listos. Hasta ahora no veo a ninguno interesado en cubrir todas las funciones; ser jefes de familia, amos de casa, padres ejemplares, maratonistas campeones, proveedores generosos, CEOS de primera línea, excelentes cocineros, buenos amantes, todo al mismo tiempo. Si lo hacen solicitan ayuda cual debe ser y si la riegan lo hacen con menos presión y más ligereza. No es que les importe poco, es que a nosotras nos importa demasiado. La maña es nuestra, la necesidad de aceptación que tenemos de demostrar a los demás que somos exitosas, mamás perfectas, profesionistas reconocidas que además vamos al gimnasio… aunque estemos cansadas o enfermas, nos hace no parar porque si lo hacemos sentimos que perdemos valor como personas.

Socialmente se aplaude a las mujeres que se han vuelto hombres y mujeres, padres y madres al mismo tiempo. De que podemos, podemos, pero ¿queremos abarcar tanto a un precio tan alto?

Hacer malabares con tantas pelotitas no es fácil. Lo que se genera es un profundo sentimiento de frustración por no alcanzar los ideales planteados, sin darnos cuenta de que en ocasiones no necesitamos hacer todo lo que hacemos, más bien nos compramos esa idea, en donde nosotras podemos solas y sin apoyo. Pero la mayoría de las veces no es necesario.

¿En qué momento desechamos lo positivo de Susanita para disfrazarnos únicamente de la parte aguerrida de Mafalda? Si Mafalda nos viera seguro implementaría uno que otro cambio…

camescua7@hotmail.com

Twitter: @Carmen_Amescua