Temple Grandin: la vida de una autista

Temple Grandin: la vida de una autista
Por:
  • yolanda_pica

Boston, Massachusetts, febrero, 1948, los Grandin no entienden qué sucede con su pequeña hija Temple (6 meses) cuando su madre la abraza la niña se pone rígida y a los 10 meses la araña como si fuera un “animal atrapado”, todo empeora, se torna destructiva y violenta.

Sus padres la llevan al neurólogo que diagnostica “daño cerebral” para agregar “autismo” a los 3 años.

Es 1950 y existen muy pocas opciones para tratar a estos niños, la indicación es internarla en una institución psiquiátrica para toda la vida. Años después ella pudo explicar que cuando era pequeña entendía lo que le decían pero no podía comunicarse, por eso gritaba, añade: “todo mi pensamiento es visual y siempre prefería estimulaciones distantes y evitar el contacto para no tener sensaciones intensas”.

Su madre decidió usar todos sus recursos para lograr cualquier mejoría en su hija, la ingresó en el “Boston Children Hospital”, líder de la época en investigación de niños especiales. Recibió terapia de lenguaje, de juego y ocupacional, habló a los 4 años y logró un desarrollo suficiente para integrarse a la educación escolarizada.

El neuropsiquiatra Oliver Sacks, autor del libro Un Antropólogo en Marte, afirma que en todos los individuos autistas hay una tríada de deterioro: 1) En la interacción social con los demás, 2) En la comunicación verbal y no verbal y 3) En la actividad lúdica e imaginativa, las tres corresponden a un trastorno en el desarrollo. Según Sacks: “Los autistas no poseen verdadera noción de las mentes de los demás ni sensibilidad hacia ellas, y a veces incluso ni siquiera hacia la suya propia”.

Casi todo el mundo siempre habla de niños autistas, con un panorama desesperado, muchos no aprenden a hablar, se golpean en la cabeza, tienen movimientos estereotipados, pero contrario a lo esperado pueden alcanzar un desarrollo aceptable en la vida y convertirse en seres humanos autónomos, capaces de llevar una vida funcional aunque persista su singularidad autista. Por eso considero importante revisar la evolución de Grandin Temple, quien es una mujer ejemplo de esta condición, pues muchos padres que tienen hijos en el espectro autista sufren desesperanza, pero todos mejoran con terapias, que son más efectivas si se inician en la infancia temprana y el pronóstico mejora considerablemente.

Temple tuvo una adolescencia difícil pues en la escuela la ridiculizaban por considerarla “rara”, a los 16 años vivió una experiencia que marcó su vida: visitó a su tía en su rancho de Arizona y se dio cuenta de que los animales tenían problemas emocionales similares a los suyos y decidió dedicar su vida a ayudarlos, con tal objetivo estudió: licenciatura en Psicología, maestría en Zoología y doctorado en Etología.

Ya como científica constató que el ganado porcino y vacuno eran sensibles a las distracciones visuales como sombras, cadenas y luces y esto hacía que se asustaran y estresaran, por lo que diseñó instalaciones ganaderas (rancho, mataderos) en defensa de la vida y muerte menos dolorosa para los animales logrando una explotación animal segura, eficiente y rentable. Diseñó corrales curvos para reducir el estrés y las heridas en las reses. Sus diseños están patentados y ya se utilizan en prácticamente en todo el mundo.

De aquella primera observación adolescente basada en que las reses se tranquilizaban cuando las metían entre dos placas metálicas que comprimían al ganado inventó a los 18 años una “caja de abrazos” con la ayuda de su mentor William Carloch, profesor de la NASA, logrando una gran aportación para el tratamiento de las personas con espectro autista, pues al ser muy sensibles al contacto físico pueden modular la intensidad del estímulo lo que los ayuda a relajarse y a empatizar con otras personas.

Por su conciencia de no conectarse emocionalmente con los humanos decidió nunca establecer una relación de pareja, lo cual, no le ha generado conflicto.

Además de su aportación a la explotación ganadera se dedica a dar pláticas acerca del espectro autista subrayando la intervención temprana. Autora de varios libros y artículos acerca de los temas en los que es experta fue declarada una de las 100 personas más influyentes en el mundo en 2010, en ese año su vida fue llevada al cine con su nombre por la cadena HBO.

Tiene 71 años, trabaja como profesora de Zoología en la Universidad de Colorado y da pláticas en todo el mundo acerca de las áreas en las que es experta.

En sus palabras: “El mundo necesita todo tipo de mentes, yo soy diferente, pero no soy menos”.