Trump y la falsa invasión mexicana

Trump y la falsa invasión mexicana
Por:
  • julian_andrade

Los intentos por detener el flujo de migrantes no son nuevos y siempre han fracasado. En 1993 se desplegó la Operación Bloqueo (Hold the line) en El Paso, Texas, para contener la entrada a lo largo de Chihuahua y en particular por Ciudad Juárez.

Un año después vino la Operación Guardián (Gatekeeper) en la zona fronteriza de Tijuana. En 1995, las autoridades norteamericanas dieron paso al operativo Salvaguarda (Safeguard) en Arizona y en 1997 se lanzó la operación Río Grande, en el suroeste de Texas.

A ello hay que sumar la utilización de la Guardia Nacional de modo esporádico y sin mayores consecuencias, aunque imprimiendo una buena dosis de zozobra en los cruces.

Si bien la migración es uno de los temas más importantes en la relación con EU, los datos dan cuenta de una disminución, cuando menos desde 2006, y nada indica que esto cambie en los próximos años.

Esto es, la entrada de mexicanos sin documentación va a la baja y está lejos de representar una emergencia, como a veces quieren hacer creer algunos funcionarios en Washington.

Estamos lejos de lo que ocurrió en los años ochenta, cuando a raíz de la crisis económica en nuestro país, quienes decidieron viajar hacia el norte, lo hicieron desde posiciones económicas distintas a las tradicionales, esto es, llegaron a estados como California, Arizona o Chicago, profesionistas que no veían oportunidades en México. Pero arribaron también cobijados por leyes menos severas, que inclusive permitieron la legalización de miles de paisanos.

Aunque tampoco eran los años cuarenta, cuando la Segunda Guerra Mundial motivó la llegada de trabajadores temporales, Los Braceros, para ocupar posiciones que estaban vacantes, ya que muchos de los trabajadores norteamericanos se habían enlistado en el ejército para luchar contra Japón y Alemania.

Más adelante, entre 1995 y 2000, un millón 209 mil mexicanos llegaron a EU, mientras que entre 2005 y 2010 lo hicieron sólo 683 mil.

Para 2013 lo que el gobierno de México empezó a implementar fueron políticas de apoyo para los que retornaron, buscando trasladarlos a sus pueblos de origen y abriendo oportunidades de empleo.

Esa es la realidad, pero el discurso de la “invasión mexicana” es más redituable para Donald Trump. Lo hace apelando a los miedos de la Norteamérica profunda y a todos sus prejuicios, aunque tarde o temprano va a tener que reconocer que el problema ya no está ahí.

A pesar de ello, de las evidencias sobre la disminución de la migración mexicana, se eligió el envió de la Guardia Nacional a la frontera, en un discurso que mezcla la dureza con la supuesta solidaridad con hondureños, guatemaltecos y salvadoreños que cruzan por México. Una dicotomía que no es casual y qua alinea los intereses de la Casa Blanca con algunas organizaciones no gubernamentales, que dependen de los financiamientos que ahí se deciden.