Un día sin contadores

Un día sin contadores
Por:
  • larazon

Francisco Calleja

Una alumna me preguntó, con la inocencia cruel propia de su edad, si los contadores no temíamos ser desplazados por las innovaciones tecnológicas, que ahora parecen hacerlo todo. Le expliqué que, al contrario, la tecnología nos había liberado de una serie de labores repetitivas y poco interesantes, dándonos más tiempo para una mejor realización de las auditorías, la planeación y dar el debido apoyo a la toma de decisiones de los directivos de la empresa.

Aunque podemos estar tranquilos ya que la presencia de los contadores sigue siendo la misma según nos muestra la gráfica adjunta, debo reconocer que pensé en cuántas personas ignoran o no aprecian la labor del contador.

Recordé la película “Un día sin mexicanos” en que sólo la súbita desaparición de nuestros compatriotas que trabajan del otro lado de la frontera, lograba que los estadounidenses apreciaran su importancia ¿Qué pasaría en un día sin contadores?

Ningún plan ni presupuesto privado o público podría hacerse, empresas y países se sumirían en el caos en poco tiempo al no visualizar ni sus ingresos ni sus egresos del futuro inmediato. Los directivos de las empresas tendrían que decidir sin información y volveríamos a oscuras épocas de administración por corazonada o por capricho.

Cualquier organización grande o pequeña caería por tierra si no existiera el contador que diseñó su sistema de información y, más grave aún, dejaría literalmente ciegos a quienes la conducen, si el día a día de las operaciones no fuera vigilado por un equipo de contadores.

Los clientes de las empresas estarían desamparados y nadie podría, por ejemplo, al acudir a un banco saber cuánto dinero tiene depositado o a cuánto asciende el pago de su tarjeta de crédito y, peor todavía, ni siquiera podrían autorizarse los millones de operaciones con dichas tarjetas si no estuvieran los contadores que establecieron cómo obtener saldos y límites de crédito.

Los empresarios verían aparecer a sus acreedores sin previo aviso y no sabrían ni a quién ni cuándo deben pagar.

Todos tendrían problemas con Hacienda al no poder presentar sus declaraciones hechas por los contadores y el propio gobierno no podría determinar lo que corresponde cobrarle a cada causante y en qué grado de cumplimiento está cada uno de ellos.

Lo peor sería que el mundo de los negocios está basado en acuerdos y buena parte de ellos son acuerdos contables y los contadores públicos en su función de auditores contribuyen a que todos los participantes estén satisfechos de la razonabilidad de las cifras. Con que sólo nos imaginemos lo anterior relativo a las empresas que cotizan en las bolsas de valores de todo el mundo, que son una pequeña fracción de todas las existentes, apreciaremos la magnitud del trabajo de los contadores en su rol de auditores y la imposibilidad de trabajar sin ellos.

Esto es lo que sucedería en un día sin contadores. Pero hoy puede usted dormir tranquilo, hay un contador velando por su sueño y sus intereses.

francisco.calleja52@gmail.com