Una Cumbre cargada de Historia

Una Cumbre cargada de Historia
Por:
  • larazon

Salvador del Río

No basta la buena fe; hay que

mostrarla, porque los hombres siempre

ven y pocas veces piensan

Simón Bolívar

La resolución fue aprobada —en realidad acatada— por la mayoría de los países que integraban entonces la Organización de Estados Americanos. Dean Rusk, el secretario de Estado norteamericano intérprete inflexible de la política dura de Estados Unidos hacia el resto del continente, había conseguido con facilidad el voto de los cancilleres de la geografía latinoamericana, dominada en buena parte por dictaduras o gobiernos autoritarios.

Aquel invierno de 1962, en la asamblea extraordinaria de Punta del Este, Uruguay, sólo Manuel Tello, el hombre que había ascendido en todos los escalones de la diplomacia, desde el de canciller oficinista del más bajo rango hasta el de canciller de México, votó en contra de la resolución que expulsaba de su seno a Cuba, el primer país socialista del continente americano. A la vez, el gobierno del Presidente Adolfo López Mateos, consecuente con la política de respeto a la soberanía y a la libre determinación, se negaba a romper relaciones con el gobierno de la Revolución que dos años antes había derrocado a la dictadura de Fulgencio Batista.

Cincuenta y tres años después de aquella reunión, en el marco de la OEA la próxima semana se encontrarán en Panamá 35 jefes de estado y de gobierno de las naciones del Continente. Uno de ellos, Cuba, no es miembro de la Organización, no obstante que en 2009, por voto mayoritario, la OEA dejó sin efecto la resolución de 1962 y, en la práctica, invitó al gobierno revolucionario a volver a formar parte del grupo continental. Así se consigna en la relación oficial de los países que lo integran.

Cuba ha rechazado desde entonces la invitación , pero en la Cumbre de Panamá, por primera vez estará presente el Presidente del gobierno de ese país, el general Raúl Castro, luego de que por espacio de varios años la Isla había sido excluida de esos encuentros continentales.

Los tiempos han cambiado desde aquel invierno de Punta del Este. En el escenario latinoamericano han surgido gobiernos producto de la voluntad expresada en el voto, los cuartelazos que llevaron al poder manu militari a dictaduras feroces son cosa del pasado, y la gran potencia norteamericana no tiene, no puede o no quiere ejercer la fuerza hegemónica que le permitía disponer su política en el Continente. En lugar de ello, reconoce el fracaso de la política del bloqueo como arma para aislar al país que considera ideológicamente adversario.

En ese nuevo horizonte americano, con una secretaría general de la OEA encabezada por el representante de un Uruguay partidario de la soberanía y la libre determinación, con la cumbre de Panamá se confirma y se da la razón histórica a la decisión del gobierno de México de no acatar la resolución de Punta del Este y de haber mantenido en todos estos años las relaciones con la Cuba revolucionaria. Más aun: México propone una nueva arquitectura para la Organización de Estados Americanos, basada en los principios de diálogo y entendimiento para la solución de todo problema que afecte la relación en el Continente.

Hay, sin embargo de ese nuevo panorama, obstáculos a la unidad del Continente, esa aspiración que parte del sueño de Simón Bolívar la Anfictionía americana. Habrá sin duda, en Panamá, voces opuestas a la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, a lo que debe llegarse a pesar de la resistencia de los sectores más conservadores de dentro y fuera de la Unión Americana. La voluntad enunciada por los gobiernos de los dos países contribuirá a la deseada unidad por encima de las diferencias ideológicas o políticas.

De no llegarse a la solución de esas diferencias con acuerdos que en la propia OEA se están promoviendo, el conflicto entre Estados Unidos y la Venezuela de la Revolución Bolivariana podría ser uno de esos escollos para el resultado de la Cumbre de la semana próxima. La medida ejecutiva del Presidente Barak Obama que declara a Venezuela como una amenaza a su seguridad nacional, unilateral y excesiva, no contribuye al entendimiento para la distensión en las posturas de ambos gobiernos y la solución de un problema que amenaza incluso con llegar a las más extremas e indeseables consecuencias .

Imperará, debe primar no obstante ese riesgo, el espíritu de conciliación y el respeto a la libre determinación que animó posturas como la de México frente a la intolerancia en aquel episodio de Punta del Este en 1962 y que sigue vigente en el espíritu y las aspiraciones de la mayoría de las conciencias del Continente americano.

 Gazapos. Oraciones elípticas son aquellas en las que falta un elemento en la construcción regular. Vini, vidi, vinci, (vine, vi, vencí) el pretérito perfecto con el que se jactó Julio César al emplear con la licencia que el latín y otros idiomas, como el castellano, dan para suprimir el sujeto implícito antes del verbo. Pero no es permitido el abuso de esa licencia, como se escucha cuando un político comienza su discurso con un “decirles que…”, o un reportero radiofónico empieza su nota informativa diciendo “comentarte a ti y al auditorio que…”. Ni un discurso ni una información se comentan; el discurso afirma, el periodista informa y dejan el comentario para mejor ocasión.

srio28@prodigy.net.mx