¿Y los “cómos”?

Otto Granados

Con bastante frecuencia se escucha que uno de los rasgos más generalizados en el análisis de los problemas mexicanos es que hay una abundancia de estudios, diagnósticos, investigaciones y opiniones que definen más o menos bien lo que el país necesita pero ninguno dice exactamente cómo. Es decir, cómo hacer para que las cosas ocurran.

Véase por ejemplo el tema del crecimiento. Este año se espera que México crezca 3.1 por ciento, lo cual hará quizá que el promedio sexenal apenas supere el 2 por ciento en promedio anual lo cual es una mala noticia. Pero es mucho peor si, como es previsible, el producto per cápita observa crecimientos negativos y si, como está ya muy claro, México sigue siendo el país más desigual de todos los miembros de la OCDE.

Es verdad que la estabilidad macroeconómica es un activo fundamental, que las exportaciones siguen siendo muy elevadas y que la inversión extranjera directa (IED) sigue llegando pero la nuestra sigue siendo una economía manufacturera de media y baja tecnología, de poco valor agregado y de escasa innovación, y con esto México no podrá convertirse en una potencia ni en una sociedad menos desigual.

En otras palabras, cuando pensamos que ya teníamos todas las respuestas nos cambiaron las preguntas.

Por ejemplo, el libre comercio ya no es una ventaja única porque todos los países tienen tratados con los Estados Unidos o con Europa o entre grupos y regiones de países; por consecuencia, el elemento arancelario dejó de ser relevante para las exportaciones mexicanas y basta ver cómo se ha movido la tabla de socios de los Estados Unidos para darse cuenta de que hemos perdido terreno. La situación geográfica tampoco es ya la gran palanca como lo prueba el crecimiento de las exportaciones chinas a ese país. La IED que arriba al país es apreciable pero en sectores que no son de punta y a ritmos muy lentos: entre 2006 y 2011 la IED materializada en México ha sido de 106 mil millones de dólares; en cambio, en China fue de 124 mil millones de dólares tan solo en 2011.

Es verdad, también, que el año pasado se crearon 600 mil empleos nuevos —cifra nada mala sobre todo si comparamos con varios países en crisis— pero el promedio de la última década y media ha sido de 395 mil empleos anuales, hay 2.7 millones de desempleados y 13.4 millones de personas en la informalidad.

Pues bien, ante estos desafíos, ya sabemos lo que se debe hacer: educación, innovación, desarrollo científico y tecnológico, más y mejores inversiones, desregulación, reformas estructurales, etc. Pero ¿dónde están los cómos?

Eso nos gustaría saber.

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