Don Quijote de La Mancha, Primera parte, Capítulo VI, “Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo”: “[...]. Este es, siguió el barbero, el Cancionero de López Maldonado. También el autor de ese libro, replicó el cura, es grande amigo mío, y sus versos en su boca admiran a quien los oye, y tal es la suavidad de la voz con que los canta, que encanta; algo largo es en las églogas, pero nunca lo bueno fue mucho, guárdese con los escogidos. Pero ¿qué libro es ese que está junto a él? La Galatea de Miguel de Cervantes, dijo el barbero.
Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena invención, propone algo y no concluye nada. Es menester esperar la segunda parte que promete; quizá con la enmienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega; y entre tanto que esto se vé, tenedle recluso en vuestra posada, señor compadre. [...]”.
En el escrutinio sólo se salvan del fuego: Amadis de Gaula, porque, según el barbero, está bien escrito; Palmerín de Inglaterra, por estar lleno de razones claras; Tirante el Blanco, por su buen estilo y realismo; La Diana por su bella prosa... y La Galatea por su buena invención. El narrador convierte a Cervantes en personaje de la novela de Cervantes; pero, mucho más: el narrador hace crítica literaria: elogia los versos de López Maldonado y pone en boca del barbero algunas señas biográficas del autor de Los trabajos de Persiles y Sigismunda: (“... y sé que es más versado en desdicha que en versos”). Determinante será este recurso en el Diderot de Jacque el fatalista (1765 - 1780): requerimientos, por parte del autor dentro de la misma ficción, en heterogéneas historias dentro de la historia, cada una de las cuales posee una relativa libertad discursiva.
Si en la batalla con el vizcaíno (Capítulo IX, Primera parte) aparece un autor múltiple, en varias secciones de Don Quijote se hace patente el recurso de intertextualidad: narración intermitente (Cardenio), historias intercaladas (Curioso Impertinente), sátira contra los libros de caballerías, paralelismo entre realidad y ficción (Dorotea - Micomicona)... No olvidar que Alonso Quijano es un hombre que juega a ser caballero. Es necesario insistir en la manera que Cervantes y Don Quijote despliegan, yuxtapuestos, un nuevo paradigma de dialéctica ficcional. Flaubert (Bouvard y Pécuchet), Kafka, Dostoievski y Melville (el sentido trágico de la vida en el Quijote —léase a Unamuno— es también la convicción/fe en Moby Dick: Ahab es un idealista atormentado en las mismas cláusulas de don Quijote: buscan la justicia en términos humanos) son escritores cervantinos.
¿Qué es la narrativa moderna? Un universo en que lo lúdico es un desafío a la monotonía. No olvidar a Unamuno cuando advierte que Alonso Quijano “pierde el juicio por nosotros, para nuestro provecho, para dejarnos un ejemplo eterno de generosidad espiritual”.
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