El académico y ensayista Rubén Gallo (Jalisco, México, 1969), garante de la cátedra Walter S. Carpenter Jr. de literatura hispanoamericana en la Universidad de Princeton, presenta el libro Conversaciones en Princeton (Alfaguara, 2017): compendio del seminario sobre literatura y política que impartió el Premio Nobel de Literatura 2010 Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) en 2015 en la Universidad de Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos.
[caption id="attachment_719224" align="alignnone" width="696"] Rubén Gallo y Mario Vargas Llosa (Foto: Especial)[/caption]
Rubén Gallo conduce y concierta las sesiones sobre diversos contenidos: “Periodismo y literatura”, “Teorías de la novela”, “Historia y literatura” y “La amenaza del terrorismo en el siglo XXI”. Parlamento complementado con varios apartados que abordan elementos de estructura y técnica literaria en algunos de los textos y novelas clave del peruano: El pez en el agua, Conversación en La Catedral, Historia de Mayta, ¿Quién mató a Palomino Molero?, La Fiesta del Chivo.
‘Mayéutico’ coloquio que se encauza por asuntos convergentes: nouveau roman, existencialismo-Sartre, Cuba, el Boom y la situación social de America Latina. Cauce de un recorrido en que el autor de El héroe discreto devela el proceso creativo de sus novelas ‘políticas’ a partir de las lecturas críticas sugeridas por el profesor mexicano como ‘intermediario/provocador’ entre los alumnos y el narrador peruano.
El Dato: Mario Vargas Llosa cumplió ayer 82 años, es de los autores más destacados del siglo XX.
[caption id="attachment_719225" align="alignnone" width="696"] Rubén Gallo (Foto: Carlos Olivares Baró)[/caption]
“Mario Vargas Llosa ha sido colaborador frecuente en Princeton. En 2014 la Universidad le otorgó un doctorado honoris causa, y un año después retornó como profesor invitado: fue cuando decidimos impartir juntos un curso sobre literatura y política en America Latina, en el cual se haría un repaso de cómo la novela reflejó los grandes sucesos históricos-políticos del siglo XX. Es la semilla de este libro que estoy presentando”, explicó a La Razón Rubén Gallo.
Advertimos que usted es un mediador que incita la posibilidad del diálogo en que el Nobel peruano se explaya con sagacidad y encanto... Lo primero que hice fue pedirles a los alumnos del curso que trabajaran con el archivo de Vargas Llosa disponible en Princeton. Debían presentar durante el seminario documentos encontrados en su inspección por los papeles de Mario. Eran sesiones muy divertidas. Posiblemente, fueron los estudiantes los protagonistas provocadores que estimulaban al invitado a la elocuencia aguda de su discurso. Yo sólo dirigía las sesiones apegado al tema central: literatura y política.
¿Es difícil trabajar durante un semestre con un Premio Nobel de literatura? Fueron intensas jornadas de labores en que siempre tuve frente a mí a un hombre risueño con un gran sentido del humor. No vi un solo signo de empacho ni de arrogancia en sus intervenciones ni en las conversaciones privadas que sostuvimos. Respetuoso frente a los estudiantes, había total libertad para preguntar y cuestionar cualquier planteamiento. Me sentí cómodo trabajando con él. No fue difícil; pero, sí, una gran responsabilidad.
¿Cómo se pudo alcanzar ese grado de profundidad teórica siempre cordial y amena en la glosa de Conversación en La Catedral? Todo se debe a la capacidad de Mario para soltar ideas unas tras otras con total clarividencia. Asumió con tremenda entrega el análisis de su trabajo narrativo más ambicioso en el sentido de que es una novela donde la literatura es un pretexto para dilucidar la política. Primero aborda la estructura y devela las lecturas que dejaron huellas y que fueron determinantes en el proceso creativo de Conversación en La Catedral: Faulkner y Dos Passos, sobre todo. Creo que ese apartado del libro es ejemplo de una clase magistral inolvidable.
[caption id="attachment_719227" align="alignnone" width="189"] Conversaciones en Princeton Autor: Mario Vargas Llosa / Rubén Gallo Género: Diálogo Editorial: Alfaguara, 2017[/caption]
Conversación en Princeton
Introducción por Rubén Gallo
Conocí a Mario Vargas Llosa un 10 de octubre, hace exactamente diez años, en Princeton. Peter Dougherty, el director de la editorial universitaria, me había escrito para invitarme a un breve encuentro: «Princeton está por publicar el ensayo de Mario sobre Los Miserables y él vendrá aquí mañana para hablar de su libro con nuestro equipo de ventas», me decía en su mensaje.
Acudí a la cita, que se celebró en un salón de clases de la Universidad, y allí estaba Mario, de saco y corbata, rodeado de todo el equipo de ventas de la editorial: hombres y mujeres de treinta, cuarenta años —americanos todos—, con esa timidez típica del medio universitario. Nunca miraban a los ojos, hablaban y se movían con un gran nerviosismo, como si no supieran cómo comportarse ni qué tipo de preguntas debían hacer.
Mario, en cambio, proyectaba esa amabilidad y cordialidad que lo acompaña a todas partes. Se sentía en casa y hablaba con los agentes de ventas como si fueran viejos amigos. Cuando empezó a contar la historia del libro, su expresión y su voz iluminaron la sala.
«Imaginen nada más —dijo Mario—. Victor Hugo fue un hombre que llegó virgen al matrimonio. Nunca antes había estado con una mujer. Cosa que en esa época era algo muy raro para un hombre. ¡Era virgen!».
La incomodidad de los agentes de ventas incrementó considerablemente. Tomaban notas en unas libretas de papel amarillo con rayas y hacían todo lo posible por no mirar a Mario mientras hablaba.
«Pero entonces —continuó Mario— ocurrió algo insólito. Durante la noche de bodas, Victor Hugo disfrutó tanto esa nueva experiencia que hizo el amor con su mujer siete veces».
Los agentes de ventas no despegaban la vista de sus apuntes y escribían más rápido. «Siete veces. No una ni dos veces, sino siete. Siete veces en una sola noche. ¿Ustedes se imaginan la energía que se necesita para eso? Y ya no era un hombre joven. ¡Siete veces!»
Los agentes de ventas se ruborizaban mientras seguían anotando a toda velocidad. Una mujer se puso tan roja que temí que su cara fuera a explotar.
FRAGMENTO