El hombre que hizo del amor al saber una disciplina práctica

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Foto: larazondemexico

Elí De Gortari escribió más de una decena de obras, todas fundamentales pues expandieron el pensamiento que influyó tanto a filósofos y académicos como a artistas y escritores a partir de 1940. Esto por medio del empuje que dio al materialismo dialéctico. Uno de sus discípulos fue Adolfo Sánchez Vázquez, otro de los grandes pensadores del siglo XX, quien aseguró que su maestro fue “un marxista de carne y hueso”. Parece que esta idea fue una enseñanza que Elí logró compartir no sólo a Sánchez Vázquez, sino a más de uno de sus lectores y a varias personas de las que se rodeó.

Tanto en vida como en obra, De Gortari buscó hacer de la filosofía una práctica que pudiera tomar peso y forma y así ver materializado el pensamiento y la reflexión, no sólo en mujeres y hombres “de carne y hueso”, sino en acciones que produjeran objetos, como si de un alquimista se tratase.

Basta con poner un par de ejemplos al respecto. Primero, su ya mencionado aporte a la formación del pensamiento de Adolfo Sánchez Vázquez o más recientemente a la investigadora Luz Fernanda Azuela. Segundo, que La ciencia de la lógica (1949), el primer libro en ser editado y distribuido que abordó el tema de la lógica dialéctica en la historia de la Unión de Repúblicas Socialistas, fue la tesis con la que De Gortari obtuvo la maestría en filosofía por la UNAM. Es decir, fue un transformador de ideas y creador de nuevas personas.

[caption id="attachment_732314" align="alignnone" width="696"] Gráfico: La Razón de México[/caption]

De este modo, logró a lo largo de su carrera hacer algo así como la filosofía llevada a lo material, al objeto, a lo palpable, a algo con vida, respiración y ritmo, entendiendo que comprendía esta rama del pensamiento como una ciencia crítica de la realidad, una lectura también poética.

Para Elí, una preocupación que debía ser constante en la filosofía, era la de tomar la postura de que era fundamental aportar para que existiera la fuerza transformadora apoyada en métodos palpables y correctos. Se sintió fascinado por los más importantes hallazgos científicos desde la época Prehispánica, la Colonia y la Independencia hasta llegar al siglo XX. Por eso escribió La ciencia en la historia de México (1963); en ese libro dice: “de manera análoga a los otros pueblos de la Tierra, los antiguos mexicanos consiguieron relacionar eficazmente su modo de obrar con el comportamiento de los procesos naturales, dándose cuenta de que, en la medida en que podían entender la naturaleza, lograban mejorar los resultados de su actividad práctica y adquirían así cierto dominio sobre la propia naturaleza.”

El Dato: Es considerado el máximo exponente de la filosofía científica en México.

Fragmento que nos ilustra muy bien sus inquietudes y preocupaciones respecto a la filosofía y la ciencia, que lo llevaron a crear 32 libros, siete folletos, y más de un centenar de artículos. Él no vio la filosofía como una decoración del pensamiento; él pugnaba por hacerla creadora de hombres y mujeres que, a través de ella, lograran controlar y dirigir las fuerzas naturales para hacer frente a sus problemas.

Las exposiciones del pensamiento filosófico siempre sometidas a la comprobación de la objetividad en lo palpable o práctico para poder unirse con el trabajo científico.

No hay mejor ejemplo de que llevó hasta las últimas consecuencias esta actitud, además de que fue consecuente con su postura, pues a partir de la década de 1940, la filosofía en México se basó  en una de sus formas de pensamiento: la científica, representada por Elí de Gortari, quien falleció el 29 de julio de 1991.

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