Sin seguridad social para bailarines

Danza en México, entre la precariedad, la falta de públicos y menos apoyos

Este Día Internacional dedicado a este arte, bailarines y directores hablan con La Razón de los desafíos que enfrentan; desde producciones acotadas hasta trabajos sin pago

Una de las obras que Barro Rojo presenta hoy en el Teatro de la Danza a las 19:00 horas. Foto: Especial

Menos apoyos gubernamentales, realizar producciones con elencos acotados por falta de recursos, teatros sin aforo lleno, bailarines sin seguridad social, carencia de políticas públicas para impulsar este arte, trabajos sin pago, desigualdad regional o convocatorias insuficientes son algunas de las problemáticas que ponen en la mira este Día Internacional de la Danza, coreógrafos, bailarines y directores de compañías consultados por La Razón.

“Estamos hablando de atletas de alto rendimiento que necesitan fisioterapias, chequeos médicos, un plan alimenticio especial y una serie de cuidados. No sé qué pasaría si todos tuviéramos acceso al Hospital de Nutrición, acceso directo al Centro Nacional de Rehabilitación.

“Que las producciones tuvieran la obligación de tener a su elenco siempre asegurado, pero si no les das condiciones, no llegan a atender ese asunto que es del Estado”, comentó Rodrigo González, codirector de La Infinita Compañía, en la que de manera independiente han procurado dar las condiciones mínimas de trabajo a los bailarines.

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La falta de seguridad social ha sido uno de los grandes desafíos en el país y César Brodermann, artista multidisciplinario y director de Aterno, observa que se deja a los bailarines en una total indefensión, a diferencia de Estados Unidos o Israel, donde ha trabajado.

“Es una locura que no estemos protegidos. Lo que hacemos es de alta demanda y alto riesgo. Siempre intento buscar cómo cuidar a los artistas, porque casi ninguno tiene un seguro. Esto haría una gran diferencia en la danza en México. Cuando estuve en la Batsheva Dance Company (en Israel), me lastimé la rodilla, no pude bailar por dos meses; me siguieron pagando y me daban terapias. Muchas veces acá te lastimas y no tienes seguro. Tienes que trabajar en otra cosa para poder pagar”, comentó.

El gremio dancístico no sólo está desprotegido ante la seguridad social, también se enfrenta a convocatorias que no cubren sus necesidades o que cada vez son más reducidas.

“A veces hay un subsidio, a veces no, otras sueltan recursos en el último momento y ya no te da tiempo de hacer gran cosa rápido y bien. Los tabuladores han estado cada vez más recortados, casi a la mitad. El número de apoyos va acotándose, pero el de artistas y de población va creciendo”, resaltó Rodrigo González.

En este rubro, Laura Rocha, coreógrafa y directora de la compañía Barro Rojo, con 43 años de existencia, ejemplificó que es insuficiente la reciente convocatoria Escenarios IMSS-Cultura, que pretende beneficiar a más de 100 agrupaciones de danza y teatro.

“Creíamos que era una gran oportunidad. Es difícil pensar en que con esa cantidad vamos a sobrevivir”, dijo.

Laura Rocha también destacó las desigualdades que existen en los estados del país. “Hay esta falta de políticas públicas sólidas de fomento y preservación de la danza, hay precarización laboral de artistas y docentes, existe un limitado acceso a espacios dignos para la creación y presentación. Está la desigualdad regional, en algunas ciudades no hay programas de apoyo y visibilidad para la danza. En varias apenas sobreviven”, compartió.

Otra problemática es la falta de públicos. Según el Módulo sobre eventos culturales seleccionados del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) 2024, en el último lugar en asistencia lo ocupan los espectáculos de danza con 9.3 por ciento.

“Una de las problemáticas más grandes en la danza en México es la difusión. Muchas veces sí nos dan los teatros, pero al final la gente no viene a ver danza. ¿Cómo podemos replantear lo que la danza puede significar para cualquier persona? Que sea igual de vendible que ir al cine”, apuntó Brodermann.

Finalmente, la coreógrafa Paula Hugh reflexionó sobre los abusos que siguen existiendo en la danza —como los maltratos verbales y físicos— y cómo en celebraciones, como el Día Internacional de la Danza, hay bailarines presentándose sin pago.

“Hay coreógrafos y directores que se llevan a su agrupación a presentarse, por ejemplo, en el Día Internacional de la Danza de una forma gratuita. Llevan el lema de que es para que te vean, para que bailes en un escenario, pero al final están abusando”, dijo.