Alberto Villarreal se interna en el amor y la identidad

Alberto Villarreal (Monterrey, 1994), joven escritor y promotor de la lectura, quien en su canal de YouTube Abriendo Libros divulga obras literarias en el afán de una invitación cordial por las veredas de la buena letra. Invitado frecuente a Ferias del libro nacionales e internacionales, espacios donde presenta publicaciones suyas, entre las cuales destacan Ocho lugares que me recuerdan a ti (2019), Anoche en las trincheras (2018) y Todo lo que fuimos (2017): volúmenes muy bien recibidos por los lectores.

Aquí no hay sed (Planeta, 2022), cuaderno donde Villarreal continúa su camino por la creación poética a través de una indagación íntima en los espacios de la muerte, el amor, la identidad, la infancia y el sentido de la escritura. “No he vuelto a nacer desde mi muerte”, suscribe en una de las estrofas de este libro rebosado por la franqueza y la espontaneidad.

“Estoy convencido del poder de la poesía, que es más cercana que una novela. Intento conectarme directamente con los lectores en el propósito de compartir alegrías, dolores y anhelos. Me siento a gusto, con los ojos abiertos a la realidad, escribiendo poesía. No apelo a una retórica oscura y enrevesada, busco el blanco del corazón de los lectores”, comentó en entrevista con La Razón Alberto Villarreal, booktuber muy estimado en las redes sociales.

¿Poemario reflexivo e íntimo? La primera parte es muy introspectiva y espiritual. La segunda está arrobada por el amor y sus avatares. Soy muy sensible ante la pérdida del ser amado. Escribo: “Mis romances siempre llevan vuelos / acortan distancias / que se alargan con el tiempo”.

¿Cómo llega usted a los terrenos de la poesía? Primero publiqué narrativa y después vino el verso. Tenía 21 años y quizás, el rompimiento de una relación amorosa me impulsó a expresar la perplejidad de esa ruptura desde el poema.

¿Poetas que lo han influenciado? Nombro en primer lugar a Jaime Sabines, su poesía es cercana, cordial. Con él los lectores pierden el miedo ante el poema. También la lectura de Emily Dickinson. No puedo dejar de mencionar a Alfonso Reyes, cuando leí “Sol de Monterrey” me convertí en lector ferviente de su poesía.

¿Estrofas de musicalidad apremiante? La imagen poética se justifica en lo musical. No me preocupa la métrica, intento romper reglas para hacer más asequible el texto. El ritmo se presenta paralelo a los latidos del corazón.

¿La muerte como obsesión? Me aboqué en lecturas sobre el tema de la muerte para escribir este libro. Desde Irene Solà Saènz a Emily Dickinson, quien dice en un poema que tenemos muchas muertes en la vida.

¿También apela usted a recuerdos de la infancia? La memoria es un depósito de dolores, traumas y episodios impregnados muy adentro. Este libro lo escribí para deshabitarme de esas aciagas nubes que el recuerdo proyecta en el presente.

Presentación editorial muy atractiva. ¿Cómo fue el trabajo con los diseñadores? Trabajé en conjunto con ellos, sobre todo con Jos, la creadora de los collages que le dan luz y vida al libro.