AMOR SUBJETIVO

AMOR SUBJETIVO
AMOR SUBJETIVO
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Uno nunca sabe cuándo se va a enamorar, ni siquiera se piensa cómo cuándo dónde por qué, sólo sucede y es en ese momento, cuando aplicamos todos los estereotipos de lo que es el amor, la mirada, la caricia, las flores, la media sonrisa, el beso en la comisura del labio, las mariposas en el estómago, la expectación por la presencia, el suspiro, el arrebol de mejilla, en fin, todo lo que nos han dicho que debe de ser el amor.

Amor, amor, nadie sabe lo que es el amor. Amor que perdura y no se responde termina en amargura, amor que se entrega sin ser pedido termina siempre en dolido y eso era antes, ahora, amar sin ser amado quizá, termine judicializado.

El arte depende de los ojos que lo miren, algunos artistas incluso llegan a afirmar que no importa si odias su arte, lo que importa es que te generaron un sentimiento, también hablamos de la subjetividad de la belleza, de que cada cabeza es un mundo, de la libertad de pensamiento y expresión, si hemos construido nuestra sociedad basados en la competencia y en la individualidad, en qué universo se puede acomodar algo tan complejo como el amor en cuatro letras, un color, un corazón estilizado, unas flores, unos chocolates, una mirada, caricia, contracciones abdominales, besos robados, etc… etc…

el problema es que nos bombardearon tanto, que si no aplicas algunos de estos clichés, tu receptor de sentimiento probablemente no entienda tu forma única e irrepetible de amar y lo transforme en un común y mundano acoso y al carajo tu amor, así que seguimos ciegamente la receta preparada para una feliz relación… añada una cucharada de obtusa percepción, una pizca de valemadrismo, cerrazón mental en cantidades industriales y bata hasta tener una mezcla homogénea, igualita a la del tipo de al lado, inconfundible con la del que tienes enfrente, exactamente igual a la que viste en la TV… bendito amor, menos mal que nos ciega y así no vemos lo estúpidos que nos volvimos.

Aunque pensándolo bien, el estúpido soy yo, “no sigas la corriente”; “eres especial, no hagas lo mismo” y como todos terminan haciendo lo mismo… bueno, lo entienden.

Sin embargo, a pesar de mis extrañas concepciones amorosas, las inseguridades son las mismas, por ejemplo, lo primero que hace un hombre al darse cuenta de que una mujer lo ve, es meter la panza y plantarse, lo hacemos de manera automática, al menos los que tenemos un cuerpo normal, quizá los que tienen cuerpo de media vida en el gimnasio y de decenas de fotografías con kilometraje y ruta recorrida, aprietan los bíceps y glúteos y no la lonja más papada, así que eso hice cuando sentí la mirada, claro, en principio pensé en que era coincidencia, al fin y al cabo, nuestros caminos se cruzaban laboralmente varias veces por semana pues nuestras oficinas tenían clientes comunes.

Demasiada explicación pero, quiero que entiendan el contexto, ese en que dos extraños encuentran un tema en común que no es el clima o el superficial intercambio de saludos, era lógico que nos viéramos, aunque no como sentía que me miraba, al principio le resté importancia, una mirada intensa, generalmente tiene que ver más con la miopía, que con el interés pero, si a eso le sumamos la frecuencia, la coincidencia deja de ser factor.

Como dije antes, las inseguridades son el lugar común de nuestra humanidad, suelen ser las mimas y reaccionamos de manera muy similar pero, cuando decidí que la otra persona tenía un interés real en mí, simplemente me congelé y he aquí lo extraño, su interés resultó en una transferencia, es decir, yo fui quien terminé observándola fijamente, por prolongados ratos, quien empezó a stalkear sus redes solo para ver o con la intención de que viera que las veía… extraño y tan común como las palomas en el parque frente a la panadería.

Lo común de mis inseguridades colisionaron con mi extraña idea del amor y resulto que ni era tan extraña ni tan única y he aquí otra de las realidades de nuestra existencia, solemos creernos especiales porque no vemos las coincidencias en nuestros actuares pero prejuzgamos a la primera oportunidad o… caray, dejar de ser especial porque te diste cuenta de que eres igual a los demás miles de millones deprime a cualquiera.

No quiero cansarlos, acepto que seguí la receta al pie de la letra y a{un así, los “amormuffins” no levantaron, cuando vio mi interés, el suyo se desvaneció, les digo, la ruta al fracaso es esa de querer seguir lo que nos dicen que debe ser pero, a estas alturas ya no reconocemos lo que debería ser y lamentablemente nuestros miedos pesan más.

Sigo sin conceptualizar el amor pero, ya comprobé el amar que perdura sin vuelta se transforma en amargura y esas mariposas que sentías en el estómago por el anhelo de miel, ahora devoran desde dentro azuzadas por la hiel.

Decía que el amor es el más subjetivo de las emociones… no importa, el desamor en su opuesto devenir, iguala, hermana, te hace gris, denso y sabes, en ese preciso instante, que eres igual al desdichado de enfrente que sufre por alguna razón subjetiva distinta pero que sufre en la más común de las maneras…

No, no entiendo los frutos dulces del amor pero… conozco la etílica fermentación de los mismos y… pues bueno… salud…