Antonio Ortuño explora las relaciones de poder en Esbirros

No hace falta presentar al narrador y periodista Antonio Ortuño, quien con una trayectoria de más de 15 años en los terrenos del cuento, la novela y la literatura juvenil (Recursos humanos, 2007; El jardín japonés, 2007; La señora rojo, 2010; El rastro, 2016; La vaga ambición, 2017; Olinka, 2019...), se sitúa entre los autores de referencia ineludible en la literatura mexicana contemporánea.

Aparece Esbirros (Páginas de Espuma, 2021), que de acuerdo a los editores es “el libro más salvaje” del ganador del V Premio Ribera del Duero 2017 (España) y del Premio Bellas Artes de Cuento Hispanoamericano Nellie Campobello 2018 (México). Una Nota liminar y once relatos que develan personajes en los roles de víctimas y victimarios: a veces, opresores; y otras, en el sitio de los oprimidos; exploración en las relaciones de poder y las perversidades que emergen de su estructura. Tres secciones, “Ayer”, “Hoy”, “Mañana”: tramas que, al decir del novelista Enrique Vila-Matas: son “una muestra de variaciones sutiles”.

“En estos cuentos intento explorar los espacios de las relaciones sociales, las cuales muchas veces, pueden llegar a ser sombrías. Daños cobijados por el dolor desde tramas que son peldaños que desequilibran las circunstancias reales. Los personajes están situados en estribos del poder que les asigna una determinada función. Criaturas solitarias carcomidas por el recelo enclavado como pócima que les envenena el alma. Lo siniestro y lo grotesco se pasean por estas páginas”, señaló a La Razón, el escritor jalisciense.

¿Nota liminar que justifica la presencia de la ‘fealdad’ y de la belleza en los cuentos? Me valgo de Pound en su ensayo El artista serio para especular sobre el asunto cuando dice que “El culto de la belleza y el trazado de la fealdad no están en oposición mutua”.

“Esclavos levantarán catedrales para que otros esclavos las incendien”: ¿exergo de Leonard Cohen, tesis del cuaderno? Me parece una cita muy atinada para el preámbulo de los cuentos. Los personajes son protagonistas de ese ciclo siniestro de las relaciones de poder. Todos somos secuaces de nosotros mismos.

En el cuento “El horóscopo dice”: ¿crítica sardónica a los esquemas de seguridad del Estado mexicano? La militarización de la seguridad pública ha llevado al aumento de la violencia; no es a la inversa como se piensa. La narradora en primera persona hace una alegoría de esa variación: entre más presencia militar, mayor violencia.

¿”Alma blanca” está conformado por índices autobiográficos? Siempre hay sumarios del autor que se cuelan en la escritura. Es el cuento más breve y quizás el de mayor intensidad figurativa en el uso de recursos elípticos. El gato conforma el principal elemento de una alegoría que disfruté mucho al escribirla.

¿Trechos expresivos de oposición entre La vaga ambición y Esbirros? No tanto de oposición, pero hay diferencias; ahora presento un catálogo de amoralidades desde gestos de personajes viles y despreciables. Quizás, ambos cuadernos comparten una deliberación sobre la escritura y los recursos estilísticos, que siempre me ha obsesionado. En La vaga ambición la tonalidad es ‘erudita’, mientras que ahora hay un juego constante en la mudanza del punto de vista narrativo en las tres secciones del libro.

¿Parodia del texto de García Márquez en “El rastro de la nieve en tu sangre”? Invierto el título original (“El rastro de tu sangre en la nieve”), pero si se lee con atención el asunto va más allá de lo paródico. Me interesaba la trasposición que hace guiño a la broma, al acertijo. Lo mismo ocurre con el relato “Gusano” en esa Oaxaca de mezcal y Sherlock Holmes.

Han aparecido reediciones de sus primeras novelas. ¿Entrarán todas en ese plan de reimpresión? A la reedición de La fila india y Recursos humanos le siguen El buscador de cabezas y Méjico. La nueva saldrá a finales de año con la misma editorial, Seix Barral.