¿De qué te ríes, Juan Villoro?

¿De qué te ríes, Juan Villoro?
Por:
  • larazon

Ilustración Francisco Lagos La Razón

Feria Internacional del Libro (FIL). De su sede en Guadalajara parte una manifestación encabezada por los escritores Juan Villoro y Francisco Ignacio Taibo, en protesta por los normalistas desaparecidos en Iguala. El periódico Reforma publica una foto de la misma. En ella aparece Villoro con una gran risa, franca, divertida, como si participara en un jolgorio. Junto a él, Taibo tiene en cambio el rostro adusto, más acorde con el gesto revolucionario, es decir, con la seria iracundia que le corresponde.

La imagen revela muchas cosas y refuerza mi impresión acerca del papel jugado por el establishment cultural en la circunstancia actual del país. Ambos autores son, sin duda, importantes. Y por ello lo que muestran es representativo de la mentira, de una mentira causada por pose o frivolidad, Villoro; o de una mentira como expresión de la propaganda, Taibo. Se trata finalmente de la mentira del radicalismo chic, inaceptable frente a la tragedia que enfrentamos, que acusa al Estado, al gobierno federal y al Presidente para eludir se señale a los verdaderos responsables y culpables directos .

42 muchachos de nuevo ingreso en la Normal de Ayotzinapa están desaparecidos porque fueron enviados a la muerte al confrontarlos con un grupo peligroso. Esto no es un asunto menor, me refiero a quién o por qué los mandó a la boca del lobo, pues ya existían denuncias acerca de la violencia delictiva encabezada por el edil perredista José Luis Abarca y su esposa. No es que los hayan utilizado en “botear” de manera inocente a decenas de kilómetros de su escuela. Alguien se oculta por este hecho y, según se observa, manipula el dolor de los padres de familia.

La Procuraduría General de la República (PGR), como parte de la investigación que realiza ha expuesto que de acuerdo a testimonios ministeriales a estos estudiantes se les engañó al decirles iban a “botear” a Chilpancingo y ya en el camino “alguien” ordenó —por la vía del celular al estudiante que encabezaba el grupo y no era de nuevo ingreso—, que se fueran a Iguala para reventar el acto de la esposa de Abarca.

¿Eso es todo? ¿O hay más? No parece una novatada o una simple irresponsabilidad. Huele a provocación y las autoridades deberían profundizar en el tema: los mexicanos tenemos derecho a saber completas la verdad jurídica y la verdad histórica de este hecho.

Es evidente que varios implicados con Iguala se esfuerzan bastante bien en desviar la atención. El primero en tiempo es Andrés Manuel López Obrador, quien está ligado a lo sucedido por haber avalado la postulación de José Luis Abarca a pesar de recibir el aviso de sus vínculos con el narcotráfico; personaje promovido por Lázaro Mazón, a su vez postulado como su candidato para Guerrero, aunque ahora Morena lo esconda para que no haya ruido.

Y no se trata tan sólo de errores, debemos exigir a la PGR que esta red de corrupción sea investigada sin temor a las presiones desatadas para encubrir responsabilidades. Ahí están otros implicados: Ángel Aguirre, Jesús Zambrano, etc., toda la pléyade de izquierda.

Y la izquierda radical, detrás del uso como carne de cañón de estos muchachos. Y la cual ahora manipula su memoria. Ha emergido y muestra el rostro feroz de su violencia, de su autoritarismo, de su ideología no sólo anacrónica sino descompuesta. Son los maoístas de la CETEG o de la CNTE —subsidiados con nuestros impuestos—, paseando con letreros infamantes en una humillación pública a personas, como remembranza de las turbas de la Revolución Cultural china. Y destruyen bienes públicos, roban a empresas y lanzan amenazas contra la democracia. Y bloquean autopistas y extorsionan a la gente. Y por ahí la sombra de la narco guerrilla del ERPI y anexas.

La indignación por Iguala no debería unirse a la mentira. Es cierto, hemos heredado y no de décadas una crisis mayor de seguridad exacerbada por la guerra de Calderón, que inauguró las fosas, provocó miles de desaparecidos y expandió la crueldad. Y las debilidades actuales del Estado fortalecen a poderes fácticos, desde criminales hasta radicales. El camino para corregir esto no será fácil. Lo que está en juego no es el juicio a un gobierno, sino el destino de nuestro país.

Así pues, tu risa, Juan Villoro, me recuerda a Stefan Trofimovich, de Los poseídos de Dostoyevski; cuando están sueltos los demonios de la destrucción no se puede ser un buen liberal frívolo. Las cosas son muy serias para eso. Y tu compañero en la foto, Francisco Ignacio Taibo, es congruente en su servilismo hacia López Obrador y tan sólo ejerce propaganda, la peor como decía Péguy al hermanarse de manera cínica con la mentira.