DIRECTRIZ PRINCIPAL

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Por:
  • raul_sales

Tomó la daga y cortó una buena porción de lomo del jabalí asado, la grasa escurría por los dedos manchando la manga de su jubón y luego, por la comisura de su boca mientras le daba un mordisco a la tierna carne, el sabor se mezclaba perfectamente con las hierbas y los frutos con los que había sido relleno, incluso podía sentir el ahumado de madera de manzano que combinaba de manera perfecta con el vino especiado del odre.

El rey levantó su copa enjoyada. Se esperara que diera el brindis ritual reconociendo al caballero que había concluido la cacería y que sería el próximo en presidir la mesa. La espera se alargaba y después de un tiempo exageradamente largo las palabras que salieron no eran las esperadas “Favor de iniciar la desconexión, el sistema empezará mantenimiento en 1:59... 1:58... 1:57...”

Se desconectó, el delicioso sabor que aún sostenía en la boca se desvaneció en el recuerdo dejando el regusto ligeramente amargo del engrudo nutritivo con el que estaba siendo alimentado. Si había algo peor que la desconexión por mantenimiento, era que lo hicieran justo a la hora de estar comiendo, era el peor recordatorio de nuestra realidad.

Los seiscientos habitantes del bloque 22-F escupimos al unísono o al menos eso me pareció por el sonido característico de asco que corrió por las literas de alimentación. Me asomé al óculo, el cielo permanecía igual que siempre, de un gris apenas iluminado por el pálido Sol, pequeño a la distancia, lejos, muy lejos. La tierra no se veía a simple vista y no obstante, su mirada se perdía en el punto exacto donde debía estar su planeta natal, el planeta donde estaban sus padres, encerrados al igual que él, en pequeños bloques habitacionales, él por falta de aire, ellos, por un aire irrespirable consecuencia de nuestros acciones pasadas.

La iluminación se tornó verdosa por los cientos de leds informando del restablecimiento virtual. La hora de la comida había pasado, el único momento donde realmente disfrutaban las realistas simulaciones recreativas que impedían que enloquecieran. Se recostó en su litera, los pads se conectaron a sus pantorrillas, antebrazos, la sonda de alimentación quedó en su lugar, lástima, el horario había terminado. El cable para el conector de la base del cráneo tardó en establecer el link, hasta que al fin, el imán conductor encontró a su opuesto y la visión se tornó rojiza, no estaba en una simulación, estaba dentro de su meca de terraformación, sus gigantescos brazos metálicos empezaron a escarbar el cieno arenoso. Los esfuerzos eran inútiles, ni las colisiones dirigidas de enormes trozos de hielo habían logrado que el agua permaneciera en la superficie, Marte era como una gigantesca esponja kilométrica a la que le escupía un sediento. El tiempo estimado hacía meses que se había vencido, las provisiones sobreestimadas según los reclutadores duraron aún menos,  el agua que bebían y la comida eran una mezcla sin sabor de sus residuos orgánicos tratados junto con un liquen cultivado que apenas proveía ciertos minerales, en otras palabras estaban comiendo mierda y meriendo lentamente. La tierra se había declarado incapaz de mandar nada, si ahí ellos sufrían en el infierno rojo, en el planeta madre la pasaban peor, morían constantemente y eso, irónicamente salvaba a los restantes. Un planeta antes rebosante de vida que, ahora, se alimentaba de sus muertos, los campos verdes, el mar y el cielo azul, eran solo un recuerdo, si Marte era estéril, la tierra lo era ahora también. La última esperanza de la humanidad era ese desesperanzado desierto rojo.

Durante su infancia leyó libros de ciencia ficción, en especial las de las décadas de los 60’s y 70’s esas en las que el hombre superaba todas las pruebas y conquistaba las estrellas, esas en las que una tostadora automática era el hito máximo de la tecnología y las naves eran como pequeñas ciudades navegando a la deriva de la infinita nada.

Se reía al leer lo que los autores escribían como avances mientras él leía sus escritos en un aparato mucho más avanzado que la más potente de las computadoras descritas, con acceso a todo el conocimiento, con la posibilidad de dar comandos de voz y que en la pequeña pantalla apareciera la imagen de otra persona a una distancia en la que antes se necesitaban semanas de travesía. Con todos los avances tecnológicos él sabía que su sueño de pisar un suelo fuera de su planeta sería posible. Nunca pensó que hacerlo fuera una necesidad de supervivencia, nunca pensó en que los uniformes ajustados de vivos colores de “sus naves” serían un mono gris conductor de electricidad y recolector de sudor, orina y heces, nunca, ni en sus más locas aventura imaginadas, pensó que el futuro fuera de su planeta sería un gueto con trabajo forzado, repetitivo hasta decir basta.

La hora de la cena llegó, El indicado ámbar, se encendió en el lado superior derecho de su campo de visión, lo activó con un parpadeo y seleccionó una simulación ofertada.

La luna rielaba sobre el plácido mar, la palmera se mecía con la fresca brisa mientras la arena aún mantenía el calor de la tarde. La fogata crepitaba soltando chispas que volaban queriendo ser las estrellas opacadas por la luminosidad lunar. El rítmico rumor del oleaje lo sumía en un estado contemplativo, hoy no quería estar rodeado de gente y la isla desierta era la mejor opción. Sacó el pescado del fuego, lo asentó sobre una hoja de plátano y sopló sobre las postas para enfriarlo un poco. Arrancó con los dedos un trozo de la carne blanca aún humeante y lo introdujo a la boca, La explosión de sabor le hizo cerrar los ojos con deleite a pesar de que su lengua se había quemado un poco, para paliar eso, tomó un trago de agua de coco y ambos sabores se mezclaron en su paladar como amantes separados, al fin reunidos.

Satisfecho con la simple pero abundante comida, se recostó sobre la arena y vio el cielo negro con nubes plateadas y lloró. Todo estaba perdido, hicieran lo que hicieran jamás recuperarían nada de lo que habían dilapidado con tanta despreocupación. Ver la tierra en simulaciones tan reales había impedido que enloquecieran, el que el sistema se conectara con sus recuerdos compartidos e hiciera que la comida fuera suculenta para evitar el desagradable grumo proteico de su realidad apenas era suficiente, en un inicio, las simulaciones fueron libres, incluso llegaron a ser recreativas, casi como tener vidas alternas en épocas remotas pero, de un tiempo para acá, solo estaba disponible para las comidas pues ya no había tiempo, la tierra agonizaba producto de nuestras decisiones y ellos, por mucho esfuerzo que hicieran, no avanzaban y aunque no se lo hubieran dicho, él sabía que aún terminándolo, nadie en la tierra tendría posibilidades de venir ya. Ni el llanto lo ayudaba para limpiar y aliviar la carga que sentía en el alma.

El sistema detectó depresión con tendencia suicida, su programación estaba destinada a cuidar la salud mental de sus operarios. Corrió dos subrutinas y ambas dieron el mismo resultado.

Una sombra tapó la luz de luna, abrió los ojos y vio a su añorada y perdida esposa sonriéndole, su vestido blanco se iluminaba con la plateada luz delineando debajo, su perfecto cuerpo. Sintió una contracción en el estómago. Ella tomó su mano y lo condujo al mar, avanzaron hasta que las límpidas aguas llegaron a su cintura, el vestido flotaba como un lirio en derredor suyo, lo abrazó, lo besó y él... se dejó ir... todo estaría bien.

El sistema calculó el aporte proteico de la nueva adición a la reserva general. 63.35 días adicionales. No era suficiente. El sistema inició nuevas subrutinas. 90,000 personas intentando terraformar un planeta, su óptimo eran 40,000 , su mínimo 20,000. La dificultad estribaba en el tiempo de viabilidad reproductiva.

En el caso del operario 22F-359 antes de la finalización de su existencia, sus ondas cerebrales reportaron un pico fuera de parámetros, la adición de la contraparte femenina era la única variable adicional. Iniciaría pruebas usando el bloque 22F como sujetos de prueba y el 17A como control. Debía seleccionar a los sujetos. Parámetros: Proteína orgánica A+ / Rendimiento  C / Edad <35 / Masculino / Signos anímicos alterados.

Su directriz principal era la salvaguarda de la humanidad... Sin limitante.