Eduardo Iglesias rompe en novela esquemas narrativos tradicionales

Eduardo Iglesias rompe en novela esquemas narrativos tradicionales
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  • carlos_olivares_baro

Eduardo Iglesias (Donostia/San Sebastián, 1952) es un narrador español poco conocido en México. Autor de varias novelas emblemáticas dentro del panorama de la literatura hispánica actual (Aventuras de Manga Ranglan, 1992; Por las rutas, 1996; Tarifa, 2004; Los elegidos, 2014...), complementa su oficio novelístico con la elaboración de guiones cinematográficos.

El vuelo de los charcos (Trama Editorial, 2018), la más reciente fábula de Eduardo Iglesias, llega a las librerías de nuestro país precedida por un prólogo del escritor español Ray Loriga (Premio Alfaguara, 2017) con muy buena recepción de los lectores y de la crítica especializada. “Sorpresa grata, ‘descubrir’ a Eduardo Iglesias, relator de vitalidad arrobada y prosa musical de concordias ennoblecidas. El vuelo de los Charcos me deja un buen sabor de boca, texto enmarcado en un frondoso y seductor realismo poético”, ha dicho el estudioso de la literatura española contemporánea, académico de la UNAM y editor, Guillermo Zampadlo.

El lector se enfrenta a una suma de impresiones narrativas interpoladas en las coordenadas de un romanticismo que apela a la evocación desde los recodos del desasosiego y la perplejidad. Ficción suscrita en los ejes de un cosmos visual que hace referencia al cine de Andréi Tarkovski (El espejo, Nostalgia, Stálker) y de Jean-Luc Godard (Alphaville, Aquí y en otra parte): sugestiva fantasía enmarcada en un futurismo de irónicas especulaciones. Ecos de Franz Kafka (El Castillo), Italo Calvino (Si una noche de invierno un viajero), George Orwell (1984) y, sobre todo, del Dino Buzzati de El desierto de los tártaros.

“Soy un solitario que me pongo a escribir por una necesidad que me empuja a describirme a mí mismo y a los otros. Me interesa explorar la ausencia de libertad que nos azota, aunque parezca lo contrario en estos tiempos de una comunicación vertiginosa. Estamos más desamparados que nunca: no había ocurrido antes. El gran azote del hombre moderno es su soledad”, comentó en conversación con La Razón, Eduardo Iglesias.

¿Una novela noir interpolada en una trama futurista? En la novela cabe todo, soy heredero de Cervantes: ¿quién no lo es? En todas mis novelas he insertado, dentro del asunto central, pasajes policiacos los cuales producen un extrañamiento, una suerte de contraste con la trama. En El vuelo de los charcos alterno el eje temático cardinal con breves relatos que parecen ajenos. Hasta me autoplagio: acudo a pasajes de una novela mía anterior: Cuando se vacían las playas de 2012.

¿Esa Ciudad Amurallada es un guiño a Kafka o a Orwell?  Más que todo a 1984, de Orwell. Confieso la confluencia con Fahrenheit 451, de Bradbury. Escribo por intuición y motivado por los libros que he leído. Me preocupa la falta de libertad. Estamos controlados por el Estado y vigilados por Internet. Por supuesto, Kafka está latente en toda la novela. El futuro es oscuro; mi mirada es desde la perplejidad.

¿Es usted ese ‘tamborilero alentando a un ejército de fantasmas’, que refiere Loriga en el prólogo? Soy un solitario incurable. El acto de escribir colinda con la locura, con una fiebre de intersecciones trazadas en las fronteras del delirio. Mis criaturas me esperan siempre, en las horas en que las playas están vacías y comenzamos la cabalgata rumorosa del gozo de la escritura.

¿La libertad como eje temático? Creo que a fin de cuentas he escrito una fábula sobre la libertad: lo hago en la conformación del libro, en todo lo cervantino y beckettiano que tiene en su  misma estructura.

El Dato: Cuando se vacían las playas, de Eduardo Iglesias, aborda  la historia de un detective que tiene la misión de encontrar a la desaparecida Lara Márquez.

El vuelo de los charcos

Autor: Eduardo Iglesias

Género: Novela

Editorial: Trama, 2018

I. Mientras las calles arden

Eduardo Iglesias

En la Ciudad Amurallada los ecos de las sirenas ante posibles ataques guerrilleros aturdían a la población. Las consignas emitidas desde los grandes paneles publicitarios envolvían a sus habitantes. Una macroconciencia que los esclavizaba para que no pensaren por sí mismos y mantuviesen la obediencia al poder político de unos cada vez más alejados principios democráticos que habían ido derivando en una dictadura. el Gran Orden. Los ciudadanos ni participaban ni se enteraban de nada. No eran sino pobres y menguantes habitantes de una democracia desintegrada. Ante ese panorama, los rebeldes aumentaban y huían de la ciudad para integrarse en las cuevas poscritas. La ciudad se había creado para defenderse del terror y del miedo. Sus mandamases, amedrentados, impedían a la población cualquier incursión fuera de sus fronteras amuralladas…

Fragmento TOMADO DE el vuelo de los charcos