Francois Furet: pensar la historia de las revoluciones

Francois Furet: pensar la historia de las revoluciones
Por:
  • miguel_angel_munoz

A Pablo Ortega, mi amigo

“Vivimos en la cultura de

la ignorancia agresiva”

Salman Rushdie

 

La dificultad de entender la obra del historiador francés Francois Furet (París, Francia, 1927- Toulouse, 1997), no tiene que ver con su lejanía, sino con su extrema proximidad. El pensamiento histórico de Furet no se refiere a lo remoto, sino a lo más inmediato, se ubica en un punto clave del pensamiento moderno: la Revolución Francesa y sus consecuencias. Reflexión sobre la construcción del Estado moderno, fundación y renovación de las instituciones. Marx y la Revolución Francesa (Fondo de Cultura Económica, 1998) es, como el mismo título lo anuncia, un libro de historia en dicho sentido. Y si al volumen le hicieran falta adjetivos, podríamos añadir como el mismo Furet decía, que es un libro de filosofía pura, probablemente en el único sentido en el que la pureza conserva todavía un cierto interés; esto es, como una posición contrapuesta a la impureza interdisciplinaria, de la disolución de los géneros y quizá también de otras delicuescencias análogas.

“Hay algo de cierto – decía Furet- en esta idea de que a finales del siglo XVIII la Revolución Francesa presenta al menos como balance el llevar al poder a la burguesía. Pero en el fondo no creo que la revolución sea reductible a esta idea de promoción social. La idea de la revolución burguesa no permite explicar la duración de la crisis política francesa porque si unimos la revolución al poder de la burguesía, ¿por qué tardó tanto la burguesía en estabilizar su poder político, como dicen los marxistas, en estabilizar su dominación? La primera cosa que se resiste a esta interpretación marxista es la dependencia de una idea política en relación con la sociedad civil”.

Francois Furet, fue uno de los grandes historiadores europeos del siglo XX, dirigió la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de Francia. En 1954 obtuvo la licenciatura en Historia. En 1956 accedió al CNRS como investigador sobre la Revolución francesa, trabajo que compaginó con la labor periodística. Pero lo esencial de su carrera comenzó en 1960, ingresar en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, donde permanecerá hasta 1985, y donde realizó una lectura liberal de la revolución, alejada de los postulados comunistas dominantes en la época. A partir de 1985 profesó en la Universidad de Chicago y director por varios años del Instituto Raymond Aron. Desde estos centros de investigación defendió la idea contraria a la interpretación tradicional de la Revolución Francesa, que ve en ella el inicio del dominio de la burguesía como clase social. Entre sus obras principales destaca El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX, Premio europeo Amalfi de Ciencias Sociales 1996, Premio Chautebriand y Premio Gobert de la Academia francesa. Otras obras importantes: Pensar la Revolución francesa (1978) y Dictionnaire critique de la Révolution française (junto a Mona Ozouf, 1993). En 1997 fue elegido para la Academia francesa, puesto que no llegó a ocupar al morir ese mismo año. Durante siete años (1949-1956), perteneció al Partido Comunista Francés. Le gustaba recordar su ingreso al Partido Comunista con un toque de nostalgia, y al pasar de los años, con incertidumbre: "Cuando ingresé en el partido comunista, había leído a Koestler, pero entonces la única reflexión que saqué de aquellos textos fue que el comunismo era espantoso pero necesario, que sus errores no impedían que el mundo evolucionase hacia esa forma superior de sociedad. Estaba impregnado de la religión de la historia, que es una de las características del siglo, que ha dejado el arbitraje de los grandes problemas morales en manos de la historia".1

En Marx y la Revolución Francesa, se reúne un material inédito de Furet sobre las transformaciones francesas a partir de su proceso revolucionario, y la construcción de un nuevo país. La primera parte del libro contiene un riguroso ensayo sobre la evolución y relación del pensamiento de Marx alrededor de este punto» realizados por Francois Furet. La segunda parte se concentra en una edición crítica de los textos de Marx sobre la Revolución Francesa, seleccionados por Lucien Calvié y presentados en orden cronológico, precedidos de una introducción que sitúa el periodo en que fueron escritos y publicados. Frutó de esta reconstrucción es un libro realmente fascinante.

Ensayo en el cual Furet interroga los textos de Carlos Marx, unidos históricamente a las fundamentaciones sobre la vida intelectual y la evolución del pensamiento del autor de El capital. El diálogo claro está, requiere la adecuada comprensión de la causa marxista, si lo que se pretende es dilucidar tos aspectos de su interpretación "revolucionaria" que todavía interpelan a nuestro presente. La pretensión tiene su origen: entender la sociedad contemporánea. Una sociedad deshumanizada en las causas sociales, muy lejos de los grandes ideales de las revoluciones del siglo XX. Vivimos hoy tiempos de cambios: sí; pero son cambios perversos que nos han llevado al límite de la paciencia y de la incertidumbre. En pocos años se forjaron - en México, por ejemplo- instituciones democráticas, se pusieron ciertas bases para un Estado de bienestar, se cambiaron las reglas de convivencia, supuestamente salimos como país del Tercer Mundo (¿cuándo?, no lo sé…). Al paso del tiempo nos hemos dado cuenta que todo ese discurso es el pasado de una ilusión, que todo aquello ha sido una mentira… Esa ilusión de forjar un futuro mejor – al menos para mi generación cuarentona-, en realidad fue un fracaso, fuimos presas de múltiples causas perdidas. Tuvimos un nacionalismo mediocre, una izquierda sin alma, sin fe, sin esperanza; gobiernos corruptos endémicos – Morelos, Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Oaxaca, etc… y un país cada vez más deteriorado socialmente: femenicidios, corrupción, devaluaciones, secuestros, matanza de periodistas... Un país de muerte se dice en Europa de México. Se nos han ido las décadas de esperanza, de sueños rotos en una sociedad civil que participa poco, que cada vez cree menos en la política, en la historia, en el arte. El genial poeta inglés Thomas de Quincey lo decía claramente: “Una vez que uno comienza a deslizarse cuesta abajo ya no sabe dónde podrá detenerse. La ruina de muchos comenzó con un pequeño asesinato al que no dieron importancia en su momento…”. Y cuando eso pasa ya nada importa. La humanidad es pequeña ante la historia. Ese fracaso de nuestros padres en lograr una revolución transformadora, puede ser también el fracaso de sus hijos y sus nietos. Nos hemos vuelto inútiles como sociedad para revertir el pasado y cambiar el presente. ¿Qué nos queda? La mera esperanza de ver el futuro como una ilusión, como decía Furet.

Al releer los textos Furet todo se convierte en un soberbio esfuerzo por actualizar al concepto "Revolución" que cambió, prácticamente la historia moderna: evolución o revolución, de un mundo que se negaba a cambiar, en los procesos mismos que marcaba la modernidad.

 

1 Entrevista con Francois Furet, Periódico El País. 7-X-95