A los 84 años

Muere el poeta serbioestadounidense Charles Simic

Premio Pulitzer de Poesía y decimoquinto bardo condecorado por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos; autor de "Alquimia de Tendajón" y "Una mosca en la sopa", entre otras obras 

“He visto tanta vileza en mi vida, en el mundo, que sigo sorprendido”, confesó Simic una vez que le preguntaron sobre su experiencia y formación como poeta.
“He visto tanta vileza en mi vida, en el mundo, que sigo sorprendido”, confesó Simic una vez que le preguntaron sobre su experiencia y formación como poeta.Foto: Especial
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Ha muerto Charles Simic (Belgrado, 9 de mayo de 1938 - Estados Unidos, 9 de enero, 2023), poeta, ensayista y traductor serbioestadounidense: Premio Pulitzer de Poesía (1990) y decimoquinto bardo condecorado por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en 2007.

Creció en la guerra: vivió en la guerra: su mundo (ocupación nazi de los Balcanes). “He visto tanta vileza en mi vida, en el mundo, que sigo sorprendido”, confesó una vez que le preguntaron sobre su experiencia y formación como poeta. “Mi experiencia es un mundo de guerra y de personas desplazadas”, detalló, mirando a la cámara que lo retrataba con la voz nítida que supo ahondar en los propósitos de buscarle sentido al mundo.

Libros traducidos al español: Alquimia de Tendajón (1996), Una mosca en la sopa (2010), El flautista en el pozo. Ensayos escogidos (2011), El mundo no se acaba (2013), Si le ha fallado la suerte (2015), El monstruo ama su laberinto (2015), La vida de las imágenes (2017), El lunático (2017) y Garabateado en la oscuridad (2018): volúmenes de radiante escepticismo humedecido por gotas de esperanzas absortas en rescoldos de un dolor de estar allí donde se estuvo labrando el azar y la contingencia sublimó los deseos.

Poeta que dialogó con las reverberaciones en la búsqueda de la claridad del amanecer. En los folios de Simic ondean las cortinas, un piano converge en la plaza y la gota del olvido se escurre por el marco del espejo. Sudores. Miedos. Dudas humedecidas por la llovizna imprevisible. “La metáfora prueba la existencia del cielo y del infierno”.

Obra sustentada en sujeciones fincadas por recursos elípticos de minimalista espesura desde la arrobada franqueza de un habla que dibuja lo “predecible. Todo ha sido ya predicho. / Lo predestinado no se puede evitar. Incluida esta / patata hervida. Este tenedor. Este trozo de pan negro. / También este pensamiento”. Se ha ido de viaje el creador de ingeniosos y procaces ademanes arropados por una ensimismada promiscuidad en los frisos de una sugestiva imaginación lírica.

Versículos de prosodia refulgente, estallante, abrigada más en la brizna que en la plegaria letánica del aguacero. Allegro y Adagio murmurante: jazz acuoso, sonatina abreviada. “Las palabras hacen el amor como moscas en el calor del verano: el poeta no es más que un espectador perplejo”, expresó el ganador de la Medalla Robert Frost de la Sociedad de Poesía de América (2011).  

DGC