Respeto y tolerancia

Respeto y tolerancia
Por:
  • larazon

Fotos Arditti + RDT Arquitectos

lizeth.gomez.razon@gmail.com

Un viento gélido chocó con el rostro de Sharon Zaga. Ese fue el primer encuentro con el Holocausto. A los 16 años se encontraba en Polonia junto a un grupo de jóvenes judíos. Todos unidos por un pensamiento: honrar a las cerca de seis millones de víctimas del genocidio nazi.

Aquella “Marcha de la vida” entre los ex campos de concentración de Auschwitz y Bierkenau afianzó una idea: crear un museo.

De regreso a México, la adolescente aprovechó una reunión familiar para exponer su inquietud: “lo recuerdo bien, fue un viernes de 1994. Ahí comenzó a tomar forma el sueño”, dice diecisiete años después.

Investigó y localizó a sobrevivientes del Holocausto. Improvisó dos habitaciones y las habilitó en un primer esbozo de galería y ofreció charlas a estudiantes interesados en el tema. Así fue como encontró a Emily Cohen. Ambas tocaron puertas y después de mucho insistir fundaron la Asociación Memoria y Tolerancia y firmaron convenios con universidades y organizaciones del extranjero, que les donaron acervos e investigaciones.

Por ese entonces ubicaron a Szymon Kleiman. Cuando lo contactaron y pudieron hablar con él, “su cuerpo era un mapa de la barbarie y crueldad que cometieron con ellos. Si los documentos dan testimonios de los excesos, el haber hablado con un sobreviviente nos dejó claro que cualquier texto es sobrepasado por la realidad. En los ojos de Kleiman podíamos distinguir el terror al momento de cada relato”, señala Cohen.

El valor de la tolerancia. Después de varias reuniones con Klieman y la aprobación para la instalación del Museo en la Plaza Juárez, Sharon y Emily deliberaron que el Holocausto estaría en una sección dedicada a ese y otros genocidios, como los cometidos en la ex Yugoslavia y Ruanda, y crímenes de lesa humanidad perpetrados en Guatemala, Darfur, Armenia y Camboya. Y que las demás salas se dedicarían a la tolerancia, la diferencia, la fuerza de la palabra.

“El concepto del museo no es de fechas y personajes. Planteamos y cuestionamos: ¿en qué momento un doctor, que ha hecho un juramento para curar, decide hacer experimentos con niños? ¿Qué hace que un campesino de aparente pasividad, de pronto decide asesinar a sus vecinos? Es una biopsia de la humanidad”, explica Emily.

Objetivo cumplido. Una vez que ingresas en el recinto es difícil volver atrás. No puedes ser indiferente a lo que te encuentras, ni a las historias que se entretejen...

En 1994 cerca de 30 mil hombres de las milicias hutus iniciaron su entrenamiento con el ejército ruandés para ejecutar la “caza de tutsis”, cuando corrió el rumor de que este grupo quería exterminarlos. El pretexto: la muerte del presidente Juvenal Habyarimana, que pereció al ser abatido su avión por dos misiles.

El 6 de abril de 1994 los hutus comenzaron a matar a los tutsis, hecho que costó la vida de casi un millón de personas en Ruanda.

Para la maestra investigadora Linda Atach: “es importante aludir a la memoria, para que, desde su vertiente didáctica, nos haga reflexionar sobre el pasado, sus causas y sus consecuencias”.

Los balcobnes permiten per-cibir diferentes perspectivas.

vagón utilizado por los nazis durante el Holocausto.

Una caja de madera de tzalam contiene al Auditorio del museo.

Durante el genocidio nazi fueron asesinados 2 millones de niños.