Rinde tributo a poetas suicidas con versos

Circula en librerías el cuaderno Sendero de suicidas (INBAL, FCE, 2021) del poeta Rubén Rivera (Guasave, Sinaloa, 1962), Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2021 que, de acuerdo al acta del jurado (Israel Ramírez Baudelio Camarillo, Silvia Tomasa Rivera), fue concedido por la “construcción unitaria en cuanto al abordaje del tema; pero sobre todo por el tono y la tensión que mantiene en cada uno de sus poemas”

Diez secciones (“Bala”, “Agua”, “Soga”, “Gas”, “Veneno”, “Barbitúricos”, “Anhídrido Carbónico”, “Raíles”, “Vacío”, “Diversos”) que agrupan a los poetas de acuerdo a los medios y recursos utilizados para quitarse la vida. Pasean por esos atajos Maiakovski, Asunción Silva, Torres Bodet, Alfonsina Storni, Gerald de Nerval, Alejandra Pizarnik, Georg Trakl, Manuel Acuña, Sylvia Plath, Jorge Cuesta, Cesare Pavese, José Agustín Goytisolo, Esenin, Pablo de Rokha, Paul Celan, Hart Crane, Anne Sexton...

“Cada suicidio es un sublime poema de melancolía” epígrafe de Honoré de Balzac colocado en el pórtico del libro. Poesía y suicidio, relación de peregrina traza. “El suicida quiere la vida y sólo se halla descontento de las condiciones en las cuales se encuentra”, escribió Schopenhauer. En esta travesía, el autor de Caravana de sombras logra compendiar los gestos que irrumpen en los aciagos intervalos predecesores de la inmolación: secreta pausa para dialogar con la máscara de la muerte deseada.

“En este libro la voz lírica se detiene en los grandes poetas que decidieron irse de esta vida a través del suicidio: una especie de homenaje desde la intención de ser un intermediario de esa muerte espiritual. Resultado de una investigación donde fui agrupando a los poetas según los recursos que utilizaron para su propósito desde un arma de fuego, el veneno, tirarse de un puente, cortarse las venas, el uso de narcóticos hasta el gas”, precisó en entrevista telefónica desde Sinaloa con La Razón el también fotógrafo Rubén Rivera.

¿Curiosa nómina de poetas suicidas? Relación de 49 poetas, casi todos del siglo pasado. Li Po se lanza de la baranda de la barca queriendo abrazar la luna que se refleja en el río y la corriente lo arrastra. Paul Celan que se lanza al río Sena. Jorge Cuesta se ahorca. Sylvia Plath, quien después de darle de comer a sus hijos, mete la cabeza al horno y muere intoxicada por el gas. Manuel Acuña toma arsénico. Pizarnik usa barbitúricos. Anne Sexton se tira a unos carriles.

¿Expresar poéticamente el misterio del suicidio? Insisto es un homenaje a estos creadores que le cantan a la vida y, sin embargo, desdeñan de ella en un arranque desesperado. ¿Cómo es que deciden marcharse para integrarse al silencio? Es un enigma. Quise recrear ese último adiós, esa trágica despedida del mundo.

¿Ante un tema tan lleno de sombras, cómo logró ese discurso directo y transparente? Sí, un poemario de lenguaje sencillo, profundo, con metáforas en un diálogo con el poeta. Intenté que se leyera como si fuera el último texto que escribe el poeta en cuestión.

¿Proceso de escritura extenuante? La poesía es un acto donde uno lucha contra sus propios espectros: concurren la tristeza, las pérdidas, los fracasos. Uno va pugnando contra todo eso. No fue fácil escribir sobre poetas suicidas. Escritura pausada, lenta durante cinco años. Dejé el libro descansar para retomarlo con fuerza después. Sí, fue punzante la escritura.

¿Se le quedó algún poeta suicida en el tintero? ¿Por qué no aparece Reinaldo Arenas? No lo dudo, los suicidios en los espacios de la literatura son frecuentes. A lo mejor en una reedición incorpore a otros autores: Reinaldo Arenas estaría en ese volumen.