Cartas, diarios y dibujos de Kafka salen a la luz en Jerusalén

Cartas, diarios y dibujos de Kafka salen a la luz en Jerusalén
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Mientras el escritor de origen judío Franz Kafka luchaba contra la tuberculosis que padecía, poco antes de morir, pidió a su amigo íntimo Max Brod que destruyera todos sus manuscritos ya que no los consideraba tan trascendentales para compartirlos. Un deseo que no se le cumplió, y ayer, cientos de documentos de su obra literaria, que estaban ocultos en cajas fuertes del banco de Suiza, salieron a la luz en Jerusalén.

La Biblioteca Nacional de Israel expuso cartas, diarios, cuadernos, bocetos y escritos a mano del autor de La metamorfosis, los cuales se encontraban en 60 carpetas del archivo personal de Brod, quien viajó con ellos a Palestina en 1939, editando gran parte de la obra literaria para así contribuir a su publicación.

Entre los hallazgos más importantes se encontró un cuaderno con textos en hebreo, que el escritor enviaba a su profesora. Los expertos sabían que Franz había estudiado esa lengua en sus últimos siete años de vida, pero no estaban seguros que pudiera escribir con fluidez, situación que convierte a este documento en un gran descubrimiento.

Dicho cuaderno muestra, según el comisario de la colección en la Biblioteca, Stefan Litt, que el literato “podía escribir textos breves en hebreo y su interés por el sionismo y el lenguaje moderno” de este idioma.

Entre los archivos están cuadernos con dibujos o garabatos de figuras humanas, muchas de ellas en situaciones humorísticas y otras parecen expresar el estado anímico en que se encontraba por el padecimiento que sufría.

[caption id="attachment_977551" align="alignnone" width="696"] Foto: AP[/caption]

También se halló una carta de 47 páginas —que nunca envió, pero sí fue publicada—, dirigida a su padre , con quien tuvo una relación complicada, pues su progenitor lo aterrorizó durante su infancia. También hay memorias de esta época y de sus años de estudio en Praga.

Se descubrieron además, tres versiones de Preparativos de una boda en el campo, una historia en la que trabajó entre 1907 y 1909, pero que nunca acabó.

“Es importante que todos estos documentos estén aquí no sólo porque era la voluntad de Brod sino porque su legado cultural está concentrado y bien cuidado en un mismo lugar y no esparcido en manos de todo tipo de coleccionistas en todo el mundo”, destacó el presidente del centro académico israelí, David Blumberg, al diario El Mundo.

Muchos de los manuscritos del autor de El castillo quedaron en manos de los sobrinos de Brod, en Inglaterra, a principios de los 60 en Oxford. El resto permaneció con Max, quien antes de morir, los envió a Suiza.

De acuerdo con el comisario Stefan Litt los documentos estaban en distintos lugares. “En la residencia de Hoffe en Tel Aviv en unas condiciones inhumanas y muy deficientes para preservarlo, en dos bancos en Tel Aviv, en cuatro cajas fuertes de Suiza —ayer mostrados— y en manos de la Policía alemana que logró localizar el material robado de la casa de Hoffe”, detalló.

Otros los dejó en herencia a su secretaria, Esther Hoffe, quien los habría legado a su hija Eva, quien luchó por mantenerlos en su propiedad, pero en 2016, el Supremo israelí dictaminó que los bienes de Kafka pasaran a la Biblioteca Nacional de Israel, una decisión ejecutada por la Justicia suiza, tras 12 años de litigio.

El patrimonio literario de Brod y los documentos son de Kafka ahora revisados y catalogados por expertos de la Biblioteca Nacional, luego serán digitalizados y serán de libre acceso para los usuarios de todo el mundo.

[caption id="attachment_977557" align="alignnone" width="696"] Foto: AP[/caption]

Carta al padre

Por Franz Kafka

[Shelesen (Bohemia), noviembre de 1919]

Querido padre: “Me preguntaste una vez por qué afirmaba yo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe qué contestar, en parte, justamente por el miedo que te tengo, y en parte porque en los fundamentos de ese miedo entran demasiados detalles como para que pueda mantenerlos reunidos en el curso de una conversación. Y, aunque intente ahora contestarte por escrito, mi respuesta será, no obstante, muy incomprensible, porque también al escribir el miedo y sus consecuencias me inhiben ante ti, y porque la magnitud del tema excede mi memoria y mi entendimiento.

“Para ti, el asunto fue siempre muy sencillo, por lo menos por lo que hablabas al respecto de mi presencia y también, sin discriminación en la de muchos otros. Creías que era, más o menos así: durante tu vida entera trabajaste duramente, sacrificando todo a tus hijos, en especial a mí. Por lo tanto, yo he vivido cómodamente, he tenido absoluta libertad para estudiar lo que se me dio la gana, no he tenido que preocuparte por el sustento […]

FRAGMENTO TOMADO DEL LIBRO.

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