Un millonario que carece de vicios es lo más idiota que ha producido la naturaleza berreó Matías. ¿Qué clase de sustancia tienes allí en tu débil y blanda cabeza? Ser millonario es el peor vicio que la humanidad haya logrado inventar, garabateó en el aire Angélica utilizando su voz suavecita; yo ensayaba a permanecer callado porque escuchaba cantar a Bessie Smith y aguardaba a que sonara imponente y necia “Need a Little Sugar in my Bowl”, ¿por qué? La costumbre esa misma canción escuchaba mi abuela y mi madre y ahora yo y si tuviera descendencia la obligaría a escuchar a Bessie. ¿Y cuántos perros nobles e inocentes morirían si Matías o su familia almacenaran o no millones de pesos? No he conocido a un perro pobre jamás tal vez en los pueblos, callejeros sí nunca pobres. Un vicio costoso el de ser millonario eso ni qué discutirlo, si quieres serlo requieres millones y más millones añadiría no un imbécil aunque quizás lo hiciera alguno de esos sabios que pululan por allí. ¿Qué canciones te gustan de Bessie? Me cuestionó Angélica, las que se puedan silbar y las que reconozca hasta un loro... un loro sordo, disfuncional inclusive, si son difíciles de silbar entonces son estúpidas y arte rematé, me molestaba el calor enjaulado en el departamento de Angélica y lo expresé a viva voz bueno casi muerta; ¿ahora escuchas blues porque hace calor? Preguntó ella sí claro remarqué y tomé de un sorbo el vodka y coloqué sobre mi lengua uno de los diamantes helados con que me lo habían servido chupaba ese hielo y observaba a Matías recostado en la alfombra ocre y lo vi jalar el cuerpo no la voz de Angélica pero sí su cuerpo se besaron durante unos segundos ella lo besaba a él más bien mientras su voz se esparcía en la sala de aquel loft de un segundo piso el cascarón en donde ella recién vivía y que había comprado por sólo siete millones de pesos a pesar de que no se ufanaba de su cuenta de banco ni negaba ser millonaria como Matías y en caso deque lo fuera se había gastado una buena parte de su dinero en aquella estructura rectangular amplia y alta como una caja en la que transportan huevos.

A LAS MUJERES LES FASCINA dedicarse a dos cosas especialmente, no a todas advertí y sí a muchas que yo conozco les gusta besar y bailar son sus rutinas preferidas, es verdad asintió Matías, Angélica se calló, ahora ponte a bailar le propuso Matías a Angélica quedará perfecta la teoría de este güey. La flacura de Angélica y Matías resultaba ideal para formar una X o un dos romano o un once arábigo o los rieles de un tren camino a un desierto poblado de arena. ¿Cómo logra un desierto estar poblado de algo? ¿Es acaso posible? Sí de arena y algunas plantas y cosas vivas como los cuerpos de Matías y Angélica pensé más allá del meditar profundo de los dioses. Si quieren quedarse a solas me voy les sugerí y forjando una mueca amable sonreí porque sea lo que sea que me hubieran respondido no me movería un centímetro de mi lugar; a las mujeres nos gusta besar más que nada ¿acaso no lo has dicho hoy? Me recordó Angélica. Sí, lo creo, sonreí otra vez, a mí no me gusta besar es un gesto estúpido y muy íntimo prefiero cogerme a una pared de granito escupí sin pensar como los dioses que actúan a mansalva y dirigen el tránsito de las almas sucias. Bueno ¿qué cosa no te parece estúpida a ti? Clamó espoleada Angélica claro que me gusta besar me defendí pero sólo lo hago si estoy en la cama y puedo tocar meter arañar lengüetear hacer cosas; el puro hecho de sólo besar y ya, sin algo más, es... no sé qué es... digamos demasiado pervertido en mi opinión ya que no te gusta que utilice la palabra estúpido bella y tórrida Angélica. También la música debe parecerte estúpida y sin embargo estás allí esperando a que Bessie cante no sé qué parloteó ella; sí añadí yo y me serví otro vodka en ese momento, la música debe ser estúpida reafirmé de lo contrario no hay manera de apreciarla es solamente ruido; sólo la música tiene ese privilegio es estúpida para que logre afectarte de esa manera tan... tan animal que enloquece tu sistema nervioso. No había yo pensado en esa macabra tontería intervino Matías. Cuando tenía veinte años Matías había sido rockero y artista una estrella a quien le solicitaban autógrafos fotografías unos cabellos y ahora llegando él casi a los cuarenta me parecía ser nada más un judío millonario y simpático y educado como un perro que ha tenido los amos precisos las correas adecuadas la libertad exacta qué sé yo o él o ellos. Matías usaba camisetas blancas jeans tenis y se hacía rodear de mujeres jóvenes y teníamos que esta noche no interpretaba su papel y se sentía a gusto entre nosotros quizás libre. Prohibir la cocaína es como prohibir usar calzones masculló y nos dio la impresión de que hablaba con el contorno de su vaso.

SUCEDÍA O NOSOTROS TRES sucedíamos en el lujoso fatuo cascarón de una calle en la colonia Nápolespróximo a un parque en el que sobresalían tres canchas de basquetbol los ventanales permitían observar también un roble y sus ramas cabizbajas árboles de ciudad yerba de concreto madera ahumada. Encima de una mesa cristalina y triangular se amontonaba tanta cocaína que apenas si le concedíamosimportancia a su blancura, más bien nos impregnaba de cierto miedo fantasioso como si fuera a llegar Santa Claus y nos intercambiara la cocaína por patines calcetines o lentes oscuros; si nos servíamos en la nariz esa montañita entre los tres lavida se habría acabado, hasta el calor, bueno, eso antes de entregarnos a la incineración pura y dura, funeraria, la casa de Angélica podía albergar veinte ataúdes cada uno separado por un respetuoso espacio: “Hallan tres cadáveres en la colonia Nápoles”. Nada de eso, de vez en cuando un suspiro el gentil alegato de alguna nariz, nada. ¿El cine también? ¿También qué, Angélica? Te pregunto si también te parece estúpido el cine; no claro que no precisé es diferente y te confieso que hoy endía sólo veo la película Tiburón en la pantalla de la televisión antes de dormir y mudarme a un mundo real el único que existe. Mi experiencia en el cine se reduce totalmente a Tiburón concluí.

¿QUÉ BEBIDA ME PREGUNTÉ color cereza tomaba el nervioso e hipocondríaco Matías? No lo había visto levantarse hacia el carrito dorado montado sobre seis ruedas que aguardaba en un rincón al lado de la delgada lámpara de plástico: el caballo de Troya que se colaba en nuestros estómagos e hígados aluciné y sólo al amparo del carrito podría haberse servido un líquido de ese color; los diamantes seguían duros dentro de una bandeja de peltre encima de la mesa central de la sala odiábamos las mesas para comer odiábamos comer yo era mayor que ambos y sobre todo mayor que Angélica pero veinte años no es nadita cuatro cuerpos dos de Matías y dos de Angélica en números romanos es XX nadita eso digo yo. Estás blofeando me acusaba Matías has sido cinéfilo desde que yo te conozco sí le respondí y por eso veo Tiburón. ¿No es Steven Spielberg tu progenitor el que hizo manar los genes que guardas en tu armadura? Cuestioné a Matías ¿no es el dios del cine y nos ha guiado de la mano como si fuéramos todos niños sin prepucio ni rocas o enfermedades? Un buen tirano tal vez pero un tirano como los que describía Platón en su República. Ya está dije dije y dije si Spielberg fuera cristiano Richard, Robert y Roy encarnarían la santísima trinidad y sin embargo el dios es Tiburón yo lo veo como un dios que no se ahorró la guillotina incrustada en sus mandíbulas me es igual pero así es y los rostros de Richard, Robert y Roy serán los últimos que veré si muero de un infarto en la cama y también escucharé la risa de Lorraine Gary si yo encontrara a una mujer así mataría a ese pinche tiburón cientos de veces hasta que se me reventara el corazón recitaba yo como si supiera todas aquellas palabras de memoria Angélica se reía y su risa febril acompañaba a “Nobody Knows You When You’re Down and Out”. No me entraban deseos de besarla porque ella besaba a cualquiera, si cogiera con cualquier porquería humana o vacuna o gallinácea me importaría un carajo mas ella pertenecía a ese amplio grupo del besar y bailar y yo no buscaba a nadie en especial menos esa noche y apenas si intentaba olvidar algo que no recordaba que ya había olvidado como creo quedebe ser; lo que no puedes olvidarhay que dejarlo en paz es otro hueso hilando tu esqueleto ¿qué carajos estaba yo olvidando? Si yo no lo sabía tenían que saberlo ellos mis amigos ¿por qué no corres a la ventana? Le pedí a Angélica levántate y corre hacia la ventana eres elástica y trabajas en el cine quiero verte correr insistí corre como Lorraine Gary corre como cuando se entera de que el tiburón ha llegado a la playa donde nadie lo espera y allí están sus hijos ella corre en traje de baño y el desgraciado escualo pasa a unos centímetros de su hijo mayor y ataca a un buen samaritano que intenta educar a los niños en el arte de navegar ¿recuerdan esa pierna cercenada que se hunde en el agua? Por fortuna es la extremidad del samaritano y no la pierna del retoño del jefe Brody y de su esposa Ellen; Martin y Ellen; Roy y Lorraine. Me resisto a levantarme y a correr diez metros ya me siento borracha, no le vayas a pedir que también se ponga un traje de baño me reconvino sarcástico Matías sonriente animado; a regañadientes Angélica se levantó corrió hasta la ventana y se detuvo a un paso del árbol callejero ojalá la hubieran observado sus vecinos le habrían aplaudido. ¡Bravo Angélica! Expresó mi alma ahora sé por qué continúas siendo mi amiga exclamé y volvió a su lugar y sólo agregó voy a meterme una buena raya; debiste hacerlo antes de correr ironizó Matías una raya que se sintiera como un arpón se reía Matías y ella dijo no, prefiero que sea un ejercicio natural se me vino al cuerpo el impulso y ya qué. ¿Te estás burlando de los judíos? Me preguntó Matías repentinamente como si sólo quisiera saber si estaba desocupado el baño y ni siquiera había pasado esa palabra burlarse por mi cabeza, no, yo digo que Spielberg ha sido uno de los hombres más peligrosos que han asolado este planeta repleto de cobardes él solito trascendió la filosofía griega y transformó el cine en realidad impuesta a huevo por su dios maldito y socarrón y sí tal vez es controvertido mi resumen pero no me importa yo sólo quiero ver Tiburón mañana otra vez y así, las disertaciones ya no me preocupan; claro, ya sé, porque son estúpidas ¿no? Se burló ella sí realmente, Angélica; no me preocupan recalqué y cuando me interesan a veces las disfruto más de lo que imaginas Lorraine tiré palabras mientras mi vista se perdía en los diamantes dentro del vaso que tendría que meterme en la boca para palpar si el calor que me embestía amino-raba si quieres enciendo el aire acondicionado propuso ella cuando me quejé no lo enciendo porque me agrada este calor y prefiero beber Angélica hablaba y se sentaba en posición de flor de loto hasta que se le acercó Matías y la jaló hacia sí y antes de decir los griegos nos observan y meditan acerca del ser volvió a besarla y otra vez las palabras de ella se mantuvieron a mi lado hasta desvanecerse o erosionarse sin caer siempre sin caer.
¿El cine también? ¿También qué, Angélica? Te pregunto si también te parece estúpido el cine; no claro que no precisé es diferente y te confieso que hoy en día sólo veo la película Tiburón

TÚ ERES UNO DE LOS QUE PAGÓ una porción del yate de doscientos o trescientos millones de dólares la suntuosa embarcación de Spielberg ¿no? Viendo Tiburón y todas sus pinches películas arguyó Matías después de besar a Angélica. Sí tal vez contesté. El pobrecito tiburón ¿qué le puede hacer a su yate? ¿A la lanchota de Spielberg? Sumó su voz Angélica y nos miró inquisitiva aunque era evidente que no deseaba fabricar preguntas. Nada nada susurré, el calor se tranquilizaba bebimos más copas y me di cuenta de que ahora la bebida de Matías lucía un tono verde tal vez algo mentolado y descubrí que a su ginebra le añadía unas pastillas colorantes o que teñían de algún estúpido color el líquido que bebía. Hace diez años me habría parecido gracioso mas no ahora y no sé por qué acaso la época o la edad o mi overol de terciopelo.
Le pedí a Angélica levántate y corre hacia la ventana eres elástica y trabajas en el cine quiero verte correr insistí corre como Lorraine Gary corre como cuando se entera de que el tiburón ha llegado a la playa
FUE CUANDO LO VI TREPADO en la rama del roble callejero a un mono un simio o mandril no sé pero nos observaba hice una lista de todas las drogas que había consumido ese día y sume sólo alcohol y cocaína es decir nada el mono era real su pelambrera y el brillo ancestral e incisivo de su mirada. Nos observaba acechaba revisaba quieto y el ramaje del árbol se mecía de un lado a otro y le pedí a Matías dame colorante para disolver en mi trago y no me hizo ningún caso entretenido como estaba en besar a Angélica mientras el mono continuaba mirando tal vez la mascota de un vecino el mono tal vez algo que no era ni animal o humano.


