Andrés Sánchez Robayna
(In memoriam)
Acaba de fallecer el poeta Andrés Sánchez Robayna, a los 72 años de edad, en Islas Canarias. El autor visitó México en otoño de 2023. La experiencia del viaje le había reconfortado tras su jubilación como catedrático universitario. México siempre estuvo en su imaginario personal como escritor de nuestro tiempo, fue gran amigo de Octavio Paz y durante la andadura de la revista Vuelta, fue colaborador constante. Su firma entre sus páginas se remonta a sus orígenes, un extracto de sus diarios aparece ya en el número 111, febrero de 1986, trasladando el temple atlántico de su mirada a la luminosidad insular, con el acento puesto en la indagación del lenguaje como espacio de experiencia esencial y la vida como transparencia del sueño entre volcanes.
Andrés Sánchez Robayna fue autor de una obra poética singular, títulos suyos como La roca, Tinta o Clima, se reconocen junto a otros poemarios más biográficos como El libro, tras la duna del año 2000, así como diferentes antologías que han sido un referente de su obra literaria en editoriales como Visor o Galaxia Gutenberg. Precisamente esta última ha publicado sus poesías completas y ha incluido en su catálogo los ensayos que abundan en temáticas de gran sugestión como el vaso de agua y la llama de la vela, a lo largo de la historia del arte y la literatura. Estos libros, de amplitud y síntesis, recuerdan mucho a la prosa diáfana de Octavio Paz en su vertiente como ensayista. El propio Sánchez Robayna ha puesto de manifiesto en el que ha sido su último libro, que se acaba de publicar en Galaxia Gutenberg, titulado Las ruinas y la rosa, la trascendencia de la lectura de Octavio Paz en su cosmovisión personal, el canario rememora en la entrada de mayor longitud del libro, aquellos paseos con el Nobel mexicano por Madrid y Ciudad de México, la anexión a su poética desde joven.
Paz y Sánchez Robayna mantuvieron una larga amistad y precisamente una conversación sobre Góngora motiva la rememoración del poeta mexicano. A lo largo de la travesía académica de Andrés Sánchez Robayna, resaltan sus estudios sobre el Siglo de Oro y el misticismo de San Juan de la Cruz y Sor Juana Inés, la gran autora mexicana cuyo apellido Azuaje está vinculado a la isla de Gran Canaria, lugar natal de Sánchez Robayna. A ellos dedicó páginas en Para leer primero sueño publicado en 1980.
EN LAS RUINAS Y LA ROSA, convergen fragmentos de toda clase, libro poliédrico donde lo filosófico y lo poético se entrelazan, apuntes y esbozos que en síntesis revelan la pasión del pensamiento humano ante lo complejo del vivir y del universo, latidos del escritor que interconectan memoria y sensación, análisis y experiencia, una dinámica de escritura que pervivió en todos sus diarios publicados en México por el Fondo de Cultura Económica, de 1996 a 2016, con los títulos La inminencia, Días y mitos y Mundo, año, hombre. De hecho, en todos se comparte un elogio recurrente a lo fotosensible, a la luminosidad del vivir y a la temporalidad sentida universalmente desde la escritura. La soledad creativa de Andrés Sánchez Robayna, en unas islas marcadas por la explotación turística de los últimos cincuenta años, se convierte en íntima compañera de equipaje para quien lee. En cualquier punto cardinal del planeta las islas se vuelven comunes y los destellos de sabiduría académica se entremezclan con la evocación de la infancia en el archipiélago, un espacio geomántico que durante siglos ha sido lugar común de utopías y civilizaciones visitantes. La portada de Las ruinas y la rosa pertenece a un cuadro metafísico y auroral del pintor siciliano Salvatore Mangione, Salvo, fallecido en Turín hace diez años. Como en Octavio Paz, fue la pintura un motivo de interés permanente en la obra del escritor Sánchez Robayna. En su último libro aparecen anotaciones sobre Paul Klee, Hopper, Kandinsky o Matisse, una constante que además fue vital en su bibliografía con textos memorables en colaboración con pintores como Antoni Tàpies, en el libro conjunto Sobre una confidencia del mar griego.
EN CUALQUIER PUNTO CARDINAL DEL PLANETA LAS ISLAS SE VUELVEN COMUNES Y LOS DESTELLOS DE SABIDURÍA ACADÉMICA SE ENTREMEZCLAN CON LA EVOCACIÓN DE LA INFANCIA EN EL ARCHIPIÉLAGO
EL MAR, PRECISAMENTE, motiva toda una vida de escritura poética y en su otro poemario último, Por el gran mar, se hace eterno, inspirado en el diálogo con su difunta esposa, Marta Ouviña, y que obtuvo el Prix Mallarmé por su traducción al francés en 2022. Lo sagrado, la atracción telúrica de los paisajes, el hallazgo de la verdad humana en la experiencia del viaje y de la mirada, traslaciones cosmopolitas del existir, forman parte de un autor contemporáneo cuya procedencia canaria renueva los parentescos que la lengua
española reúne en la diversidad de América. De hecho, Sánchez Robayna firma el Cuaderno de islas, donde lo frag-
mentario aborda la insularidad y lo transfronterizo de la condición humana, con la frase “todo es isla”. El canario mantuvo amistades de resonancia con autores como José Ángel Valente y dirigió la revista Syntaxis, que recuperaba el aliento universal desde las islas. Sánchez Robayna visitó capitales y universidades, como Octavio Paz, llevó su país allá donde fue. Y en su escritura pervive esa radiación del mediodía atlántico, así presintió el final en su último libro: “celajes jaspeados, chillidos de gaviotas. Junto al mar.”
