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Una nueva casa para la Mona Lisa

Una nueva casa para la Mona Lisa
Una nueva casa para la Mona Lisa Foto: Cortesía de la autora

ESTE MES INICIÓ la convocatoria para dotar a la Mona Lisa de una nueva casa. Se trata de un proyecto de remodelación y expansión del Museo del Louvre, recinto que es hogar de la afamada pintura de Leonardo da Vinci, que busca adaptarlo a las necesidades del turismo masivo. La iniciativa había sido anunciada por el presidente Emmanuel Macron a fines de enero en una conferencia frente a la mismísima Gioconda y descrita por el mandatario como “El Nuevo Renacimiento del Louvre”, ya que además de la extensión dedicada exclusivamente al retrato renacentista incluirá la creación de una nueva entrada, salas subterráneas, y adecuaciones para mejorar la experiencia de los visitantes —todo eso de contenidos educativos renovados.

No es de sorprender que el lanzamiento del concurso internacional para el proyecto se anunciara a inicios de julio, el mes pasado el museo cerró por la compleja situación que enfrenta. Fue el lunes 16 de junio cuando sus empleados fueron a huelga como un llamado de atención a los efectos del turismo masivo. Con nueve millones de visitantes al año —récord mundial— la queja no es en absoluto descabellada: no sólo señalan que las condiciones actuales dañan al inmueble y ponen en riesgo la conservación de su colección, sino que es insostenible para su personal. “Nuestros equipos están bajo presión. No se trata sólo del arte, sino de la gente que lo protege”, declaró a medios una empleada. Aunado a esto, en una nota filtrada a la prensa, la directora del Museo del Louvre, Laurence des Cars, informó a la ministra de Cultura, Rachida Dati, sus preocupaciones respecto al estado del inmueble.

HAY QUIENES PREFERIRÍAN QUE LOS MUSEOS fueran espacios estáticos, inamovibles, congelados en el tiempo. Es cierto que para muchos museos como el Louvre que resguardan piezas de fama global, éstas se convierten en vehículos para el conocimiento de su colección y puerta de entrada para descubrir a otros artistas. Aunado a esto, está el discurso monográfico del museo, que sitúa a la obra en su contexto histórico, donde ha permanecido desde 1966. Bajo esta mirada se podría afirmar que al separarla de la colección y dotarla de un espacio propio aislado puede resultar en detrimento para la apreciación de La Gioconda y sus vecinos de sala. Mientras tanto, el llamado de los empleados por solucionar el problema de la sobreexplotación del espacio actual es urgente.

La disyuntiva no es fácil de resolver, pero si al centro de las actualizaciones arquitectónicas está la conservación de las obras y la experiencia del público, es difícil argumentar en su contra. Hay incluso experiencias de museos que se trasladan a recintos nuevos, hechos a la medida para garantizar mejores condiciones tanto para visitantes como obras, entre los que destaca recientemente el Museo Munch de Oslo. Y es que los museos no sólo deben preocuparse por el legado que resguardan, sino también por adaptarse a las necesidades de sus públicos y lo que éstas implican para la preservación de sus colecciones.