EL PROYECTO DOCUMENTAL
Se ha publicado un fotolibro recientemente. En sus imágenes aparecen personas viajando de noche en carreteras plagadas de incertidumbre. Una joven pareja —casi adolescentes— sonriendo en el camino. Momentos en los que las familias comparten en algunas locaciones en medio del desierto. Aparecen escenas ferroviarias en las que se denota el esfuerzo de diferentes individuos por poder viajar en relativa paz. Hay tomas en las que aparecen objetos que hablan de distintas situaciones: un oso de felpa, una tumba, un cubrebocas. Y por supuesto, multitudes movilizándose. Se trata de Los dos muros, proyecto del documentalista Alejandro Cegarra.
Corría el año 2018 cuando salió una caravana de migrantes desde Honduras con el objetivo de llegar a Estados Unidos. Donald Trump fue claro: quería evitar su llegada. Pronto, el asunto escaló hasta convertirse en un problema internacional. Entre noticias y declaraciones, un aspecto primordial quedó de lado: los migrantes, los protagonistas de esa historia, eran seres humanos. Aunque parezca obvio, es importante recordarlo. Alejandro Cegarra, quien tiene años trabajando como fotoperiodista, fue hasta donde ellos estaban para documentar parte de su viaje.
A partir de ese momento se comprometió con el tema de la migración. Trabajando como freelance para diferentes medios y agencias internacionales y solicitando becas a instituciones fue buscando financiar un trabajo que, sentía él, valía la pena continuar. Recorrió las zonas fronterizas del norte mexicano buscando historias. Hay una regla presente en su trabajo: nunca fotografía sin permiso. Muchas de sus imágenes fueron publicadas con los requerimientos del fotoperiodismo. Mientras tanto, él las fue guardando. Las conservó, les dio una estética en blanco y negro, las ordenó y las convirtió en Los dos muros.
Ese es el método de trabajo que él conoce: lo periodístico y lo autoral no son aspectos reñidos.
EL FOTOPERIODISTA
Alejandro Cegarra (1989) nació y creció en Caracas. Se formó en la carrera de Publicidad en la Universidad Alejandro de Humboldt. Cuando tenía 21 años comenzó a trabajar en el diario venezolano Últimas Noticias. Luego pasó a otros medios. En 2017 emigró a México, donde siguió desempeñándose en el oficio que mejor conoce. En 2024 su trabajo ganó la categoría Proyectos de Larga Duración del World Press Photo. No era el primer reconocimiento. Pero él prefiere no insistir mucho en ese punto. Por ahora, es importante decir lo siguiente: su fotolibro fue publicado por Raya Editorial, con la edición de Santiago Escobar.
Alejandro es alguien reservado. Prefiere que las imágenes hablen en su nombre. Por la avalancha de noticias sobre el tema de la emigración que se vive día a día, por la actitud xenófoba y racista adoptada por el presidente Trump y sus aliados, por la universalidad del tema, él tiene una motivación clara con este proyecto.

Tratándose de un discurso documental, ¿qué papel tienen tus imágenes más difusas, tanto en forma como en concepto?
Yo creo que esa es mi forma de fotografiar. No me gusta ser tan literal, me gusta ser metafórico, tratar de que las fotos apelen a un sentimiento, más que solamente a un hecho. Por eso hay fotos que pueden ser metafóricas, que tengan varios tipos de lecturas, no sólo periodísticas, sino también humanas.
Todas estas fotos las hiciste trabajando como freelance para diferentes medios, pero decidiste editarlas, ponerlas en blanco y negro y hacer Los dos muros, como exposición y como fotolibro. ¿Por qué ese cambio de formato?
Soy emigrante, y para entender mi migración, fui armando el proyecto de a poco. Yo fotografío como miro el mundo, no lo hago para un medio específico, si a un medio le gusta, entonces está bien, si no, también, ése no me contrata y listo. Mis proyectos de largo plazo son los que financio con trabajos para medios de comunicación. Las fotos a color las hago porque el color es por demanda. Cuando las fotos sirven para la nota periodística, la vorágine de noticias se las traga, pero cuando las pones en un libro aspiras a que vivan más allá de la pantalla, más allá de la noticia del día.
CUANDO LAS FOTOS SIRVEN PARA LA NOTA PERIODÍSTICA, LA VORÁGINE DE NOTICIAS SE LAS TRAGA, PERO CUANDO LAS PONES EN UN LIBRO ASPIRAS A QUE VIVAN MÁS ALLÁ DE LA PANTALLA, MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA DEL DÍA
Noto que las sombras tienen mucha presencia en tus fotos. A veces la noche ocupa grandes porciones del peso visual. Háblame de eso.
Las sombras son un elemento estético importante. Nunca las he buscado como tema, sino como un elemento que puede funcionar dentro de una fotografía cuando quieres decir algo más. Eso es lo lindo de la fotografía: cada uno ve una interpretación diferente. Hay imágenes de noche porque era la hora en la que tocaba trabajar, y uno hace lo que puede con la luz que tiene. No era una decisión creativa, sino logística.
¿Qué papel tiene la empatía en tu trabajo, tanto en la metodología como en la temática?
La empatía es clave para ser fotógrafo. Si no tienes empatía con lo que estás fotografiando, simplemente eres un depredador de tragedias. Fotografiar con empatía y con necesidad de que la gente se vea digna, creo que es el mayor combustible para este tipo de trabajo, y creo que eso te da una visión más amable con la gente y con de la situación en la que estás trabajando. Es como lo básico de ser fotoperiodista humanitario. También quería hablar de las comunidades que se van formando en el camino. No todos salieron del mismo país o al mismo tiempo, pero en el camino se van formando esas comunidades. Creo que en el libro se ve eso: mucha comunidad, resiliencia y apoyo en las personas que aparecen fotografiadas en el libro. Y el objetivo principal sería que el espectador sienta empatía. La empatía debería ser la columna vertebral del fotoperiodismo. Todos la tenemos, pero a veces algunos pierden el norte con eso.
¿Ahora, con las nuevas políticas de Donald Trump, es posible leer Los dos muros desde una perspectiva distinta?
Ya ha habido tres periodos presidenciales estadunidenses desde que empecé este trabajo, con Trump en su segundo periodo. Aunque ya no hay tantos migrantes como antes, el discurso xenófobo y racista sigue existiendo. Este proyecto es para pedir nuevos sistemas de migración con el fin de que las personas que escapan de dictaduras o de catástrofes naturales o económicas puedan encontrar un lugar dónde vivir y donde el trabajo valga algo. Siento que el trabajo es más relevante que nunca por todo lo que está ocurriendo en Estados Unidos. Muchísimas de las personas que están viviendo en Estados Unidos llegaron desde México, y este es un testimonio de su camino, que no es un camino de rosas: arriesgan sus vidas para estar allá.

¿Entonces dirías que es un trabajo político?
Es un trabajo político, es a favor de los migrantes, del derecho de asilo, de las oportunidades de migrar. Todo fotógrafo que se respete tiene un punto político en su discurso, sea cual sea. Con todo lo que sucede en Estados Unidos, el discurso contra los migrantes se remonta a antes de Trump. Llega, por lo menos, hasta Obama.
Háblame del paisaje en Los dos muros. En muchas fotos tiene gran importancia para la composición.
No creo que tenga importancia. Es el escenario en el que está ocurriendo todo, le da geografía al espacio, contexto de donde están ubicados, pero la importancia que tiene en la composición se trata del fondo. Uno encuentra un escenario y trata de colocar todo dentro de un lugar, un puesto dentro de la composición. Por ahí va el tema de la geografía de la foto. Busco simplemente tener variedad visual, componer de distintas maneras: algunas piden un plano cerrado y otras un plano abierto. Cuando trabajas en el campo pruebas qué te funciona. Puedes intentar dos o tres variantes, y según la narrativa que quieras exponer, haces la foto. No es que esté casado con una forma de hacerla. Yo fotografío como yo veo. Hay gente que le encuentra significados y nota patrones. Así es como veo, veo el mundo bajo esa perspectiva.
Veo que hay tanto migrantes como cuerpos de seguridad. ¿Quisiste mostrar una perspectiva de ambos bandos?
Quise mostrar a México como un sistema que también detiene y deporta a migrantes. Nunca he estado interesado en mostrar el lado de la policía. Nunca estaré afiliado con el poder ni con las autoridades. Quería mostrar un hecho, que es que ellos detienen a muchísimos migrantes, cientos de miles. México es coautor de las políticas contra la migración y contra el asilo. No quise mostrar su labor y su trabajo. Quise mostrarlos como antagonistas. Yo he visto la crueldad de los cuerpos de seguridad mexicanos contra los migrantes y las formas xenófobas con las que se refieren a nosotros. Sin ir muy lejos: quemaron vivos a 39 personas sin motivo. Muchas de esas personas ni siquiera debían estar allí: tenían sus permisos en orden. Uno se pregunta para qué los detienen. Y no soy yo: Amnistía Internacional ha denunciado a los centros de retención a migrantes —donde te dicen que no estás detenido sino rescatado, pero no hay permiso para hacer una llamada y no tienes representación legal—. Son palabras de organizaciones de derechos humanos internacionales las que han hablado de esto. Un preso puede tener más derechos que un migrante. Yo sólo hago eco de eso.
ESTABA ENFOCADO EN LA DIGNIDAD HUMANA Y EL SENTIDO DE PERTENENCIA, SENTIMIENTOS UNIVERSALES DE LOS HUMANOS, QUE LOS MIGRANTES RECUPERAN EN ESTA SITUACIÓN
¿Cómo es el proceso de crear esta narrativa secuenciando imágenes?
Me di cuenta de que era un trabajo de largo plazo. Tenía mucho material y muchas fotos se estaban quedando fuera mientras preparaba la edición para los premios y becas, y fue tan fácil como decírselo al editor, y empezamos a buscarle un sentido. Queríamos que se entendiera como una lectura, y estuvieran relacionadas. Es un trabajo de secuenciación bonito, tiene significados, y los significados que le quiera encontrar la audiencia. Es como quien escribe un cuento, es una forma de narrar una historia. Estaba enfocado en la dignidad humana y el sentido de pertenencia, sentimientos universales de los humanos, que los migrantes recuperan en esta situación. Me gusta que la gente vea significados y simbolismos que yo no vi. Muchos de esos simbolismos vienen con la segunda o tercera lectura, con la edición y la secuenciación. Y está bien que todos encuentren un significado diferente. Sólo que yo no pienso en simbolismo cuando las hago. O sí lo pienso, pero estoy pendiente de fotografiar lo que se me aparece.

¿Tu experiencia como migrante contribuyó con este trabajo?
Sí, mi experiencia obviamente es un catalizador. Todos los emigrantes comparten lutos y añoranzas por las tierras que dejaron, de los hogares que dejaron atrás, independientemente del estrato social o las circunstancias. Eso es algo que nos une a todos los migrantes, y a partir de allí nace la necesidad de contar la historia. La necesidad de pertenecer y la búsqueda del hogar están allí, creo que es normal. Mi trabajo habla mucho sobre eso. Yo creo que cualquier persona que lo vea podrá sentirse identificada. Incluso las personas que afortunadamente no han tenido que migrar nunca también podrían empatizar con el libro.


