Voces para entender nuestro presente

“El libro de Carlos Bravo Regidor, Mar de dudas. Conversaciones para navegar el desconcierto (Grano de Sal / Gatopardo, México, 2025), contiene entrevistas que son lecciones. Es claro que el autor conoce las obras de los entrevistados, las ha estudiado y tiene un punto de vista y muchas preguntas que hacer. Son conversaciones elaboradas con rigor, comprensión y, sobre todo, con un gran respeto por el pensamiento de los entrevistados, cuyas ideas nunca son anodinas”, afirma Woldenberg en este ensayo para El Cultural

Voces para entender nuestro presente
Voces para entender nuestro presente Foto: Arte digital > Paulina Hernández y Belén García > La Razón

Mar de dudas empieza con la sacudida que le provocó a Bravo Regidor el triunfo de Trump en 2016. Algo muy grave había sucedido y se esmeró en intentar comprender el vuelco comicial que se produjo en tres estados estratégicos (Michigan, Wisconsin y Pensilvania). Encontró entonces desindustrialización, precarización laboral, contracción demográfica y deterioro urbano en aquellos estados que tradicionalmente habían votado por los demócratas. Pero no sólo en Estados Unidos se desdibujaban viejas certezas y emergían nuevas incertidumbres. Y por ello se dedicó, con trabajo y conocimiento, a hablar y cuestionar a autores que por distintas vías han intentado seguir el pulso de los acontecimientos. Se trataba de ver con ojos renovados y preocupaciones diversas los fenómenos que estaban (y están) sacudiendo los viejos arreglos democráticos.

José Woldenberg
José Woldenberg ı Foto: Especial

Bravo Regidor reivindica, y con razón, el valor del diálogo y la capacidad de escuchar. Se trata de trascender los lugares comunes, los clichés superficiales, los “conocimientos” petrificados, para acercarse a realidades que reclaman ser descifradas, entendidas y en muchos casos, revertidas. No hay ni una pizca de ingenuidad en el proyecto. Por el contrario, el autor sabe que vivimos en un mar de complejidades y dudas, y que más vale que nos detengamos en ellas si queremos primero entender y después enfrentar los fenómenos ominosos que están frente a nosotros.

Dada la riqueza de los textos sólo presento algunas notas sobre los dichos de los autores y temas que habitan las entrevistas y que ojalá sirvan para abrir el apetito del eventual lector.

Daniel Innerarity
Daniel Innerarity ı Foto: Especial

1. DE DANIEL INNERARITY hay que recuperar la importante noción de la “debilidad de las mediaciones” que regulaban el espacio del conocimiento. Sin ellas o con ellas a la baja, nos movemos en un “entorno informativo más bien caótico”. Los partidos, los sindicatos, las universidades, las publicaciones, incluso las iglesias, fueron a lo largo de las décadas fórmulas de socialización de nociones y certezas, de valores y conocimiento; cierto, también ejercieron funciones de dominio, pero su desplome y la irrupción de un alud de voces sin calificación alguna, han construido un mundo con “mediaciones invisibles”, como las de las redes sociales, cargadas de estridencia y reacias a reconocer la complejidad de los fenómenos sociales. No es un asunto menor, porque se está modelando un espacio social cargado de irracionalidad, prejuicios y resortes persecutorios.

Nadia Urbinati
Nadia Urbinati ı Foto: Especial

2. NADIA URBINATI es lectura obligada, y más hacerlo desde México. Su insistencia en que la piedra de toque de todo populismo es la ficción de un pueblo unificado representado por un solo líder y que una vez convertido en gobierno transforma de manera radical el entramado democrático, nos suena demasiado cercano. Pero también hay que tomar nota que el populismo guarda con la democracia una “relación parasitaria”: se alimenta de ella, “la utiliza para sus propios fines”. Modifica el lenguaje, las instituciones, las formas del quehacer político, descalifica a sus oponentes, pero si al final destruye la democracia, lo que aparece es un dictador. Si desde el populismo se modifican las normas constitucionales, si se edifica un Poder Ejecutivo sin contrapesos reales, si sus políticas se despliegan sin límite alguno, el populismo se está deslizando

hacia una eventual dictadura. Por ello resulta tan relevante la defensa de las normas e instituciones que permiten la convivencia-competencia de la pluralidad política. Y por ello también la necesaria reivindicación del pluralismo político no sólo como una realidad existente, sino como parte de la riqueza de una sociedad modernizada.

Federico Finchelstein
Federico Finchelstein ı Foto: Especial

3. FEDERICO FINCHELSTEIN ha estudiado las relaciones entre el fascismo y el populismo. Y el populismo parece ser una especie de hijo bastardo del primero. El fascismo, nos dice, es dictadura, despliegue de un odio extremo que demoniza al adversario, glorificación de la violencia y recurrente uso de la mentira. Ahora, el populismo se presenta a elecciones lo que le dificulta la edificación de una dictadura, pero no deja de activar el recurso del odio contra los adversarios ni generar una maquinaria de mentiras de todo tipo. Los hermana, eso sí, su desprecio por los componentes liberales de las democracias modernas, es decir, las garantías que los ciudadanos deben mantener para defenderse de los abusos del poder. Para ambos, “la verdadera democracia” es “el gobierno incontestado de un solo hombre”.

Laura Gamboa
Laura Gamboa ı Foto: Especial

4. LAURA GAMBOA hace una pregunta pertinente: “¿por qué en algunos países los liderazgos con pretensiones autoritarias logran erosionar la democracia y en otros no? ” Compara los casos de Venezuela con Chávez y Colombia con Uribe. Asume que el cambio no se produce de manera súbita, sino a través de un proceso de erosión de las instituciones democráticas. Y que el desenlace no está escrito, depende y mucho de lo que hagan o dejen de hacer las oposiciones. La actuación de estas últimas resulta crucial. Y presenta una tipología de estrategias a seguir: “institucionales con objetivos moderados”, “extrainstitucionales y objetivos radicales”, “institucionales con objetivos radicales” y “extrainstitucionales con objetivos moderados”. En Venezuela, afirma, la segunda opción resultó contraproducente, mientras en Colombia la primera sirvió para preservar y fortalecer la democracia. La pregunta es si dos casos, aunque ella comenta algunos otros, son suficientes como para extraer conclusiones. Lo cierto, sin embargo, es que la pregunta sigue abierta y es importante: ¿qué hacer frente a la irrupción de un movimiento populista y, peor aún, cuando es triunfante?

Sophia Rosenfeld
Sophia Rosenfeld ı Foto: Fuente > Especial

5. SOPHIA ROSENFELD incursiona en un tema por definición tensionado: entre la verdad científica o esa que surge de los circuitos especializados del conocimiento y la verdad pública, y el incremento de las mentiras desde “arriba”, y desde “abajo” amparadas en la libertad de expresión. El populismo, sin aprecio auténtico por la verdad, pone a circular versiones que no se sostienen en evidencia alguna pero que logra ser “convalidada” por legiones de sus seguidores. El asunto se complica porque por definición en democracia no existe La Verdad, sino verdades encontradas, específicas, provisionales. No obstante, el peligro mayor es que por esa vía no se puede creer en nada o, mejor dicho, que cada cual tenga su propia verdad. Una ruta de salida indeseable es convertir a la política en un asunto de “expertos”, y por supuesto también lo es la exclusión de los que saben en aras de un saber popular. Vivir en democracia, entonces, es por definición complejo, en un mar de verdades relativas y dudas no siempre sistemáticas. Por ello, dice Rosenfeld, hay una especie de “fatiga democrática” fruto de la frustración y la incertidumbre, y ese es el caldo de cultivo para que crezcan liderazgos simplificadores, apuntalados en el sentido común, explotadores de las emociones primarias, que ofrecen a sus seguidores fórmulas sencillas (aunque mentirosas) de entender el mundo y su situación.

Branco Milanovic
Branco Milanovic ı Foto: Especial

6. BRANCO MILANOVIC cambia el tono y la tonada: su tema es la desigualdad. El inmenso elefante en la casa. No piensa que la desigualdad en sí sea el problema, sino lo que él llama la alta desigualdad. Por largas décadas, informa, el tema fue puesto en la congeladora por los economistas del mainstream. Pero el estallido de la crisis hizo inevitable volver los ojos al tema que escinde y polariza a las sociedades, y hace más que difícil hablar de una mínima cohesión social con lo que ello significa. Hace un ilustrado repaso de varios de los economistas clásicos y concluye que “si quieres investigar la desigualdad de ingreso, no puedes separarla de las causas políticas que la hicieron ocupar un espacio central, ni tampoco puedes separar la desigualdad de sus consecuencias políticas”. Leyendo la entrevista recordé el debate en México sobre los salarios mínimos. ¿Qué tanto las políticas neoliberales previas y su cerrazón para aumentar de manera significativa el salario mínimo influyó en el desencanto con nuestra germinal democracia? Porque al final de cuentas el aprecio o desprecio por las instituciones políticas no pueden divorciarse de la evaluación que las personas realizan sobre su situación económica.

BRANCO MILANOVIC CAMBIA EL TONO Y LA TONADA: SU TEMA ES LA DESIGUALDAD. EL INMENSO ELEFANTE EN LA CASA. NO PIENSA QUE LA DESIGUALDAD EN SÍ SEA EL PROBLEMA, SINO LO QUE ÉL LLAMA LA ALTA DESIGUALDAD
Rebecca Solnit
Rebecca Solnit ı Foto: Especial

7. REBECCA SOLNIT me recordó mis lecturas de los teóricos del constructivismo. El intento de crear relatos nuevos que le den un significado distinto al pasado y al presente, en efecto, tiene sentido porque a querer o no vivimos cobijados por relatos que nos modelan y al mismo tiempo creamos relatos que impactan a otros. Incluir a quienes han sido omitidos parece una iniciativa correcta, de cara a las no pocas exclusiones que las historias contienen, también narrar “desde abajo” y desde los márgenes porque sin duda eso hace más comprensiva y abarcadora las historias. Hay demasiados relatos con “categorías cerradas” que no sólo angostan el campo de visión, sino que resultan insuficientes para comprender (nos). No obstante, cuando se refiere al levantamiento del EZLN en México, creo detectar ese “buenondismo” tan peculiar de una cierta izquierda estadunidense. Se refiere, por supuesto, a los discursos, los documentos, las reivindicaciones inmaculadas, pero no encontré una sola palabra sobre la vía armada, sobre los muertos, heridos y desplazados, y acerca de lo que debe significar vivir en una pequeña y pobre comunidad bajo el mando de un Ejército, es decir, de una estructura vertical que se asume como la vanguardia de ese pueblo. Porque sólo desde lejos se puede “romantizar” un movimiento que ha logrado —hasta donde se sabe— segregar aún más a su comunidad del resto. Se trata —creo— de la fascinación por aquello que hacen los otros, “los exóticos”, pero que si lo realizaran sus vecinos seguramente desatarían otra reacción.

Pablo Stefanoni
Pablo Stefanoni ı Foto: Especial

8. PABLO STEFANONI plantea una tesis perturbadora. La nueva derecha parece encarnar hoy la rebeldía, algo que en el pasado inmediato parecía ser patrimonio de la izquierda. Y por ello es necesario comprenderla con otras anteojeras. Antes encarnaban el orden, la tradición, un cierto respeto. Hoy atraen a muchos jóvenes inconformistas precisamente por ser transgresoras. Para esa derecha el statu quo es de izquierda, y esta última parece perdida entre lo que debe defender y transformar. No discute los temas duros, cruciales, mientras las expresiones de la derecha, menos intelectuales, son capaces de arremeter contra todo. Están dando una auténtica batalla cultural, explotan las ansiedades y temores de la sociedad, por ello proclaman ser antiinmigrantes, antiwoks, antiglobalización, antiislamistas, mientras la izquierda no es capaz de encontrar la cuadratura al círculo. Subvierten la corrección política y ofrecen cause al malestar. En América Latina proclaman la mano dura, reivindican los “logros” de las dictaduras y se extiende la politización de la derecha evangélica. Mientras el poder de atracción de las izquierdas democráticas parece declinar.

Rafael Rojas
Rafael Rojas ı Foto: Especial

9. RAFAEL ROJAS nos recuerda que “el nivel simbólico y referencial” de la izquierda sigue siendo muy fuerte en América Latina. Las demandas de igualdad, justicia social y extensión de derechos tienen enorme vigencia, sobre todo en un subcontinente tan marcadamente desigual. Aunque “el horizonte revolucionario parece agotado”, el reto, tal como lo entiendo, es “acomodar las demandas vigentes… en una normatividad nueva, la de las democracias constitucionales”. Y eso es quizá de lo que muchas organizaciones no han sido capaces. Existe una tradición republicana y democrática dentro de la izquierda, pero el influjo de las revoluciones —reales y simbólicas— sigue siendo mucho. Los mapas ideológicos están cargados de nociones autoritarias mezcladas con otras de raigambre democrático. Gravita la herencia de la Guerra Fría, y todo parece indicar que el compromiso con la democracia, los derechos humanos, el pluralismo político y la ley, son débiles. Rojas señala una auténtica paradoja: hay una izquierda reverencial hacia Cuba, pero nadie la imita. Digo yo, por fortuna. La idea de un régimen constitucional de derechos cobijando la democracia parece hegemónica incluso entre la izquierda. No obstante, de los dichos a los hechos aparece con una regularidad que espanta el rostro descarnado del autoritarismo.

David Altman
David Altman ı Foto: Especial

10. DAVID ALTMAN estudia los mecanismos de la democracia directa. No lo hace para pontificar, sino para pensar en lo que puede otorgar a la democracia representativa ese expediente. Es un mecanismo que puede ser activado desde el poder o desde la ciudadanía y en algunos países que él estudia (Uruguay o Suiza) en distintas ocasiones ha arrojado buenos resultados. Incluso, nos dice, su sola amenaza, en ocasiones ha logrado que los adversarios se sienten a la mesa para forjar acuerdos. Es un recurso que fomenta participación, en ocasiones ofrece cauce a un conflicto y logra —a veces— revalorar la propia democracia. Incluso, apunta (contra cierto sentido común), que tiende a fomentar la moderación. Por supuesto hay consultas y referéndums espurios, y vaya que de eso sabemos en México. Pero bueno, como toda medicina, hay que saber cuándo y en qué dosis tomarla.

Margaret MacMillan
Margaret MacMillan ı Foto: Especial

11. MARGARET MAcMILLAN habla de la interrelación entre guerra y sociedad. Explora la cara oculta, las repercusiones que suelen no verse y menos valorarse, como una paga mayor a los trabajadores y una preocupación por la situación de sus familias en el contexto bélico. No creo que intente edulcorar el tema, sino reflexionar sobre aquello que nubla la devastación: por ejemplo, la fuerza de las instituciones y su capacidad de generar unidad. Incluso dice que, entre otras cosas, fue acicate para la edificación de los Estados de Bienestar.

Ece Temelkuran
Ece Temelkuran ı Foto: Especial

12. DE ECE TEMELKURAN me gustó su libro Cómo perder un país, los pasos que dieron los autoritarios en Turquía para desmontar el sistema democrático, y mucho menos Juntos, cargado de un voluntarismo que me resulta difícil asir. Pero en la entrevista con Bravo Regidor hay un llamado a recuperar la esperanza a través de la acción que me recordó a uno de mis autores más valorados: Albert O. Hirschman. En un debate que sostuvo con algún representante del rational choice, quien afirmaba de manera doctoral que la inmensa mayoría de la población no participaba en los asuntos comunes, pues sabían que sin movilizarse de todas maneras serían beneficiarios de los logros de esas acciones, Hirschman le respondió que no entendía lo fundamental: la recompensa para quien participa en una marcha, hace guardia en una huelga, discute en una asamblea, etcétera, se encuentra en la misma marcha, huelga o asamblea, en donde se forjan relaciones de solidaridad y amistad, se produce un sentimiento de pertenencia a algo que vale la pena y se sale del ensimismamiento para actuar fraternalmente con otros. Temel kuran, creo, busca recuperar parte de ese espíritu que deja atrás la resignación, el enojo y el miedo para dar paso a la participación alegre, incluso emocionada.

Francis Fukuyama
Francis Fukuyama ı Foto: Especial

13. FRANCIS FUKUYAMA matiza su añejo optimismo. Reconoce que a la ola democratizadora siguió una contraola autoritaria. Dice: la democracia desde el plano normativo sigue teniendo vigencia y pertinencia, pero en la práctica una y otra vez se le niega o distorsiona. El liberalismo y su proclama de derechos universales choca contra nacionalismos e identidades que lo niegan. Los racismos y el culto a la personalidad también tienden a erosionar el ideario liberal. Pero asimismo la política de promover la democracia con invasiones, por medio de la violencia, o (digo yo) el haber dado la espalda a los profundos problemas sociales que tensan y escinden a las sociedades, también sirvieron para desacreditar, entre franjas muy extensas de ciudadanos el ideal democrático. Fukuyama reconoce la necesidad de rediseñar el liberalismo, pero sobre todo (creo) a olvidar la fórmula que acuñó en su momento estelar, en el fondo profundamente ingenua: “la del fin de la historia”.

FUKUYAMA MATIZA SU OPTIMISMO. RECONOCE QUE A LA OLA DEMOCRATIZADORA SIGUIÓ UNA CONTRAOLA AUTORITARIA: ‘LA DEMOCRACIA DESDE EL PLANO NORMATIVO SIGUE TENIENDO VIGENCIA Y PERTINENCIA, PERO EN LA PRÁCTICA UNA Y OTRA VEZ SE LE NIEGA O DISTORSIONA
Ivan Krastev
Ivan Krastev ı Foto: Especial

14. IVAN KRASTEV se niega a predecir el futuro y más bien intenta subrayar los claroscuros entre los que nos movemos. A partir de 1989 se vivió un cierto júbilo por el desplome de la Unión Soviética y sus satélites que presagiaba la expansión de la democracia, pero después, apunta, Tiananmén, la irrupción del islam político, la guerra en Afganistán, la desintegración sangrienta de Yugoslavia, indicaron que no existe seguridad alguna sobre la dirección de la historia próxima. Vivimos, nos dice, protestas y explosiones de inconformidad, sin proyecto político, movilizaciones que se consumen en performance, movimientos que encumbran liderazgos autoritarios. Hay intensidad en las explosiones de enojo y la capacidad de personalidades antidemocráticas que los usufructúan. “La frontera entre lo marginal y el mainstream se colapsó”, “muchas personas están dispuestas a creer casi cualquier cosa, siempre que no venga de los canales tradicionales”. Las migraciones impactan a las socieda®des, el proteccionismo surge como reacción, las alianzas se reconfiguran y las nuevas tecnologías modifican prácticas laborales y relaciones sociales. El mundo de ayer se evapora y los códigos de comprensión de lo nuevo parecen balbuceantes.

Esto es apenas la botana. Arriésguese a meterle el diente a todos los platillos.