Traducción: Guillermo de la Mora Irigoyen

Retorno a Berlín. Jean-Michel Palmier

Pocos autores tan seducidos por la atmósfera literaria e histórica de Berlín como el ensayista francés Jean-Michel Palmier (1944-1998), traductor de Hegel, Wilhelm Reich, Walter Benjamin y Ernst Jünger, entre otros. El Cultural ofrece algunos fragmentos —traducidos por primera ocasión al español— de su libro Retorno a Berlín, en el que explora la melancólica atmósfera de una metrópolis de posguerra, en donde las cicatrices de la segunda Guerra Mundial eran todavía palpables

Retorno a Berlín. Jean-Michel Palmier
Retorno a Berlín. Jean-Michel Palmier Foto: Arte digital > A partir de una fotografía de Cronobook > Belén García > La Razón

PREFACIO

Cuando descubrí Berlín por primera vez, fueron su tristeza y sus ruinas las que me sedujeron y unieron poderosamente a esta ciudad. El pasado acechaba todavía a sus monumentos antiguos, casi todos medio destruidos. Muchas veces los contrastaba con fotografías de los años veinte y treinta para asegurarme de que habían existido y encontrar sus antiguos rostros. […] Sería fácil justificar la elección teórica de Berlín como un lugar de errancia. En el curso de los años que precedieron a la primera Guerra Mundial y durante la República de Weimar, esta ciudad fue la capital artística de toda Europa. […] La libertad que reinaba en la ciudad, a pesar de su carácter prusiano, abrió sus puertas a todo el continente desde ese lugar donde estaban representadas corrientes artísticas como el expresionismo, futurismo y dadaísmo. No era raro encontrar en un mismo café a Essénine, Maïakovski, Ehrenbourg, Lissitzky, Kokoschka, Musil o Artaud. Berlín, con su espíritu irónico y su manera de no tomarse nada demasiado en serio. Pese a sus restricciones y represiones políticas, fue uno de los raros espacios de libertad y creación de la época, así como de la concentración obrera más grande de Alemania, con barrios proletarios como Wedding, Moabit, Neukölln y Kreuzberg. Es este estilo particular de la cultura berlinesa lo que explica su resistencia al nacional-socialismo, la dificultad que tuvo el movimiento en implantarse allí hasta que el genio maléfico de Goebbels se encarnizara con ella (era la ciudad alemana que más aborrecía) y matara su espíritu, ordenando arrasar los últimos cabarets con bulldozer para extirpar su humor corrosivo, su espíritu judeo-bolchevique, en otras palabras, una cierta pasión por la vida y la libertad.

Retorno a Berlín. Jean-Michel Palmier
Retorno a Berlín. Jean-Michel Palmier ı Foto: Especial

En Alemania, en sus ciudades de edificios nuevos y sus templos del consumo, es posible olvidar el pasado. En Berlín, éste se conjuga con su presente. Por esto tantos escritores y pintores la han escogido para vivir, ya que es un lugar de ningún lugar, que lleva en su rostro los estigmas de la guerra y le guarda duelo todavía al país entero.

[…] Comencé a escribir estos apuntes para una tesis sobre la poesía expresionista en torno a Georg Trakl, mientras veía al tropel de vagabundos que parecía salido de un guardarropa para mendigos, al estilo de La ópera de los cuatro centavos de Bertolt Brecht.

Alexanderplatz cerca de 1880.
Alexanderplatz cerca de 1880. ı Foto: Especial

LAS CALLES DE BERLÍN

Durante la noche, casi todas las calles de Berlín son sombrías. Excluyendo algunas avenidas y plazas violentamente iluminadas (refugios de la vida nocturna), la mayoría parecen muertas o desiertas, bajo la frescura de los árboles. Si las vitrinas se mantienen iluminadas, nadie está allí para mirarlas. Nadie atraviesa estas calles. Por todos lados se cuela una sensación de soledad y vacío. Berlín es tan extenso que la concentración de paseantes en cada barrio es mínima. Cuando uno sale de la zona de restaurantes, cafés, teatros y cines, solamente se encuentra la noche. […] Errando en el Berlín nocturno, uno atraviesa entre las sombras de las calles mal iluminadas que permanecen completamente vacías hasta el alba. Cuando el cielo comienza a iluminarse, la ciudad se anima. Solamente algunos autos de policía patrullan estas calles vacías. Los cafés que permanecen abiertos toda la noche, los Nachtlokale son frecuentados por personas del mismo barrio, solitarios y desocupados, así como pasantes en busca de un poco de calor. Se sientan alrededor de las mesas de madera, tristes y cansados. En todos esos lugares, generalmente pobres y vetustos, reina una suerte de furor amargo.

Alexanderplatz en los años 30.
Alexanderplatz en los años 30. ı Foto: Especial

RUINAS

[…] Pocas ciudades acusan con tanta violencia las marcas de su pasado como Berlín. No solamente se trata de los barrios aislados que contrastan con los nuevos. Todo se encuentra mezclado, ruinas y construcciones modernas, tiendas lujosas y edificios de yeso sucio, casi negro, marcados por las balas y las huellas de las bombas. En 1945, uno de cada tres berlineses perdió su casa. Se han calculado cerca de 75 millones de metros cúbicos de escombro de casas destruidas por los bombardeos, de los cuales se pudieron recuperar 415 millones de piedras de mampostería, 200 mil toneladas de chatarra de fierro y 5 millones de metros cúbicos de escombro, todo esto ha sido empleado de nuevo para la construcción. […] De las 980 mil casas habitación que existían en Berlín Occidental, 342 mil fueron destruidas por los bombardeos.

Alexanderplatz en los años 70.
Alexanderplatz en los años 70. ı Foto: Especial

ALEXANDERPLATZ

Pocos lugares en la ciudad se han vueltos tan famosos como Alexanderplatz. Corazón del Berlín popular, no ha dejado de manifestarse en obras literarias, desde los poemas expresionistas hasta la novela de Döblin, que la inmortalizó. En las viejas fotografías se pueden ver las tiendas, las vías del tranvía que forman una curva gigantesca, y algunos carruajes inmóviles a lo largo de las aceras. El Alexanderplatz de Döblin vive como un ser: cambia de estación con las temporadas, suspira con el ruido de los tranvías y la belleza de la novela. La magia del libro viene justamente del hecho de darles tanta vida a los personajes, el obrero matón Franz Biberkopf, la sabandija de Reinhold, Mietze, Pumz, los mendigos y las prostitutas que rondan la plaza y las calles aledañas.

POCAS CIUDADES ACUSAN CON TANTA VIOLENCIA LAS MARCAS DE SU PASADO COMO BERLÍN

[…] Al releer el libro de Döblin, me llega de golpe una increíble sensibilidad por esta ciudad, por sus ruidos y olores. Todo parece vivo alrededor de Alexanderplatz, no solamente los mendigos y las prostitutas, sino Franz Biberkopf a quien tengo la impresión de toparme en varias ocasiones en la calle. […] He intentado encontrar las descripciones de Döblin, de buscar a los personajes alrededor del Alexanderplatz de Berlín del Este. Todo ese universo ya ha desaparecido. En ocasiones, un patio trasero con sus escaleras en ruinas y una calle desierta con edificios miserables, un ropavejero, dejan entrever ese Berlín al que Döblin, médico de barrios pobres, describía con tanta empatía.

Alexanderplatz en la actualidad.
Alexanderplatz en la actualidad. ı Foto: Especial

CABARETS

Los viejos cabarets de la Motzstrasse y de la Lutherstrasse ya no existen. Los Nachtcafes, establecimientos de mala reputación y los clubes de travestis fueron casi todos destruidos por las bombas. Aun así intenté ir tras sus huellas. […] Busqué el Lady Windermere de Isherwood, el Johnny’s Night Club de la Kalckereuthstrasse, L’Eldorado de la Lutherstrasse, Chéri, Fasanenstrasse, Mali und Igel también en la Lutherstrasse, por no hablar de los cabarets de la Kantstrasse, entre los cuales se encontraba el famoso Tingel-Tangel de Friedrich Hollaender, donde cantaba Marlene Dietrich. En ocasiones, un nuevo cabaret se erige sobre uno en ruinas. De esta manera, Chéri del número 70 de la Fasanenstrasse se llama hoy Chez Andrés. Es un cabaret de travestis donde se parodia a Marlene Dietrich. A pesar de estar muy cerca de la Kurfürstendamm, estaba casi vacío. Un travesti con peluca rubia con el mote de Gloria Fox está de pie frente a la puerta de entrada, pero apenas llama la atención de los paseantes. El vigilante me ve con desconfianza. Seguramente ignora el tipo de espectáculos que uno podía encontrar aquí en los años treinta. […] Cerca de allí, una placa muestra que en esa casa Robert Musil escribió su novela El hombre sin atributos. […] La atmósfera del Berlín de los años veinte y treinta nunca volverá. Era el Berlín de la miseria, de la incertidumbre, pero también del placer y la elegancia. El público de cabaret consistía en algunos obreros, otros aristócratas, pero, ante todo, berlineses en búsqueda de emoción y placer para olvidar la situación económica.

Los nuevos cabarets no tienen casi nada que ver con los antiguos. La tradición de la sátira política ya no existe. Los “cabarets de izquierda” son tristes, más aún los tugurios de travestis. Únicamente podría mencionar al Kabaret des Reichs, que presenta espectáculos satíricos sobre la época hitleriana. Quedan ya clubs nocturnos sin interés y shows de striptease mediocres. Sólo los Nachtlokale o los Nachtcafes conservan un cierto carácter popular. En las pequeñas salas iluminadas por luces rojas y violetas, hacia las cuatro de la mañana, se pueden observar clientes peculiares. Personas del barrio, solitarios que buscan distraerse, vendedoras de revistas en busca de encuentros o de placeres baratos. Estos lugares conservaron un sello familiar, casi vulgar, donde las mujeres medio ebrias bailan entre sí, incluso sobre las mesas, y los jóvenes obreros escuchan melodías sentimentales en una vieja rocola. Abiertos hasta el amanecer, sirven de refugio a aquellas almas a la deriva.

El cabaret político no puede florecer sino en un clima de represión y de dictadura. El clima de Berlín ya no se presta a este estilo, pues le falta cierta atmósfera política. Tal vez en el Berlín del Este, donde podría utilizarse para burlarse de sus dirigentes, pero es difícil que los comunistas compartan este sentido del humor.

Hans Baluschek, Lunes por la mañana en el ático, 1898.
Hans Baluschek, Lunes por la mañana en el ático, 1898. ı Foto: www.meisterdrucke.es

EL MERCADO DE PULGAS EN BERLÍN

En Nollendorfplatz, en los viejos vagones de una estación de metro abandonada, se encuentra el mercado de pulgas de Berlín. Los estantes instalados en los compartimientos ofrecen una variada mezcla de baratijas, objetos de porcelana o libros. En antiguas maletas o cofres pueden encontrarse extraños vestigios, viejos fasciculares del Film-Kurrier de los años treinta y cuarenta con el resumen de las películas de propaganda nazi, fotografías de Zarah Leander, letras de canciones de Hans Albers, de Marika Rökk, catálogos de exposiciones de pintura de la época hitleriana, innumerables libros de propaganda que uno buscaría en vano en un Antiquariate que son tan numerosas en Berlín. Entre los libros que cubren el suelo se pueden encontrar poemas de Dietrich Eckart, volúmenes de cantos destinados a la juventud hitleriana. En las vitrinas, algunas insignias del ejército alemán, cruces de hierro negras y águilas nazis. Buscando con cuidado, se pueden encontrar viseras de oficiales nazis. Lo que más me intriga son los álbumes de familia. Hojeo uno al azar. Cuenta con fotografías la historia de una familia alemana alrededor de los años veinte. Allí vemos la boda de una pareja y la seguimos en sus primeros viajes al mar con sus respectivas fotos del oleaje a la hora del crepúsculo. La intrusión política se encuentra presente en todas partes. Una página entera del álbum está consagrada a las procesiones de la Kurfüsterdamm en la noche. Allí pueden verse miles de personas desfilando, aclamando a los nazis. En las ventanas cuelgan estandartes de cruces gamadas, las columnas están cubiertas de águilas luminosas. Reconozco algunas vistas familiares de Berlín, la puerta de Brandenburgo cubierta con una bandera de cruz gamada, así como los edificios contiguos. Al ver atentamente las fotos a contraluz, me doy cuenta que algunas fotos están retocadas, alguien ha buscado borrar con un lápiz negro las cruces gamadas. La familia pasaba cada verano en el mar. La hija mayor parece haber hecho largos paseos en bicicleta. Pareciera ser aficionada al deporte y asidua a los estadios. Puedo ver en su atuendo de ejercicio el logo del oso negro de la ciudad de Berlín. Hay muchas fotos donde se pueden ver las banderas nazis izadas en los estadios. Sus hermanos y hermanas eran parte de las juventudes hitlerianas, algo evidente por los uniformes, las banderas y los saludos. También aquí hubo una mano minuciosa que quiso borrar algunos símbolos. ¿Negación del pasado? ¿Miedo por el futuro? Las últimas fotografías fueron tomadas en Harz en 1941. A partir de esa fecha, las páginas están en blanco. ¿Cuál fue el destino de esta familia berlinesa?

EN BERLÍN, LA SOLEDAD ASALTA A CUALQUIERA HASTA EL VÉRTIGO. YO LA SENTÍ EN TODAS MIS ESTANCIAS. ME INTERESA DE ESTA CIUDAD MUCHO MÁS SU PASADO QUE SU PRESENTE, ME GUSTAN SUS CICATRICES

BERLÍN, TU PAREJA DE BAILE ES LA MUERTE

Berlín, dein Tänzer ist der Tod! Este poster de la revolución de 1918 sirvió de fondo a una gran cantidad de cabarets berlineses. Una mezcla peculiar de alegría, tristeza, violencia e inconsciencia. Esta es una parte de la letra de Walter Mehring del foxtrot melancólico que lleva ese nombre:

Si miras dentro del bullicio de la gran ciudad, te agarra por el cuello un asco brutal:

cómo se revuelcan en bares y salones,

entre el estallido de corchos sin parar.

Y mientras se pisa el suelo con el foxtrot tambaleante,

se olvida que aún el espectro cuelga del cadalso,

devorándonos constante.

Por la mañana el periódico nos sirve un asesinato,

y al mediodía, una nueva huelga más;

por la tarde, de los mismos, su tormento.

¡Berlín, tu pareja de baile es la Muerte!

¡Berlín, detente, estás en peligro, advierte!

De huelga en huelga, de timo

en timo,

entre asesinatos, striptease y ritmo,

¡tienes que divertirte sin descanso!

¡Berlín, tu pareja de baile es la Muerte!

¡Berlín, detente, estás en peligro, advierte!

Berlín, te revuelves con placer en tu propio fango.

¡Detente! ¡Basta! ¡Piensa un poco!

No te librarás del oprobio con tu danza,

porque boxeas, haces jazz y foxtrot sobre un barril de pólvora.

Retorno a Berlín. Jean-Michel Palmier
Retorno a Berlín. Jean-Michel Palmier ı Foto: Especial

CICATRICES

El sentimiento de soledad y de tristeza que secreta Berlín afecta todo lo que toca. Vivir allí, es encontrarse con este sentimiento todos los días. Para escapar, hay que protegerse. Cerrar los ojos. Preferir no ver nada. Llenarse de actividades. En Berlín, la soledad asalta a cualquiera hasta el vértigo. Yo la sentí en todas mis estancias. Me interesa de esta ciudad mucho más su pasado que su presente, me gustan sus cicatrices. Uno puede olvidarse de la historia en toda Alemania, menos en Berlín. El pasado aparece en cada esquina, para quien pueda descifrarlo. Me resulta tan íntima que tengo la impresión de haber vivido aquí.

(…) Sus heridas me conmueven y cada vez que paso a un costado de sus antiguos edificios y sus ruinas, las veo como enigmas por descifrar. Después de recorrer Berlín de noche, no dejé de soñar con esta ciudad y regresar a ella, con el miedo de un día encontrar edificios nuevos en lugar de los viejos. En cada encuentro, exploraba cada barrio como un rostro en el cual podía reconocer los signos inevitables de una pronta desaparición. Esta pasión por la ciudad no la he podido contagiar a aquellos que me son cercanos. (…) ¿Cómo explicarles que justamente esta tristeza es la que buscaba? Estos paisajes de ruinas y de apocalipsis me los ofrecía la ciudad, como un espejo, y me incitaba a descubrirlas en lo profundo de mí mismo. Esta ciudad es la única que nunca me ha decepcionado. No hay momento de tristeza o angustia que no ha despertado en mí el deseo de encontrarla, de perderme en ella, de esconderme en este inmenso sudario de piedra.