Cada año, no todas las peregrinaciones de diciembre en el norte de la Ciudad de México tienen el mismo destino. Unas van a la Basílica y otras, con unos pocos kilómetros de distancia, al ahora Centro Cultural Futurama, un antiguo cine transformado (donde recuerdo haber visto Ben, la rata asesina, el King Kong de Jessica Lange, El francotirador o Castillos de hielo) y que recibe alrededor del 12 de diciembre (esta vez fue del 8 al 14) un curioso festival dedicado a los Beatles y que cumplió tres décadas de celebrarse.
El viajero del sur, que llega por vez primera a estas excentricidades norteñas (porque la urbe tiene rostros distintos, y no es lo mismo ser de la colonia Del Valle que de la Lindavista), se encontrará con un gran bazar dedicado a ese grupo inglés que triunfó en los años sesenta y con medio siglo de separación, pero cuya presencia es constante. Hay de todo en los puestos. Yo me concentré este año en intentar completar un álbum de tarjetas porque me faltaban sólo 17 (de 220) y de las que conseguí 13 (no estuvo mal). Adquirí, además, el volumen cuatro de la Antología, salidito del horno, en dos formatos: CD y LP, para rematar otra colección. Y ahí me detuve. Porque las posibilidades son infinitas en cuanto a discos, libros, películas, playeras, juguetes, tazas y memorabilia varia, y el salario es bajo.
HUBO, ADEMÁS, DOS FOROS (el principal, en lo que era la sala del cine, y uno alterno), en donde grupos tributo (la mayoría de alto nivel) interpretaron el repertorio completo de los Fab Four: Morsa, Los Borbotones, Revolver, Moonberries, Lonely Hearts Club Band, BBCitos, Beat Boys Pachuca, Beatos Puebla… Llegué a ver, aunque ando ya en ese espectro, a gente muy mayor que se prendía instantáneamente con los ritmos inconfundibles (beats) del conjunto liverpooliano. Dejábase el bastón a un lado y comenzaban uno y otra a bailar frenéticamente.

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¿Por qué ocurre esto? Asunto generacional, en gran parte: de los sobrevivientes, Ringo Starr tiene 85 años, cumplidos el 7 de julio; y el otro, Paul McCartney, 83 el 18 de junio. Así que un contemporáneo bien puede entusiasmarse con esa música, que es parte del soundtrack de sus vidas. Crecieron, crecimos, literalmente, aunque también lateralmente, desde esta orilla del mundo, con ellos.
Pero no todos son o somos ancianos venerables. Se venden playeras estampadas, sí, pero también mamelucos. Hay grupos tributo compuestos por señores, y los hay además conformados por jóvenes. Entre el público se mira a abuelos, sí, pero además a hijos de los abuelos, nietos de los abuelos, bisnietos de los abuelos, si eso puede enunciarse de tal manera. ¿Por qué persiste esa fiebre Beatle? ¿Por qué no nos cansamos de escuchar a los Beatles? Hay una energía que emana de sus canciones y sigue despertando una fiebre rara, como se constató por estos días en el Centro Cultural Futurama, y como se confirma a diario incluso cuando se prende la televisión y se mira la oferta en el streaming: nueve capítulos de la Antología, un documental nuevo sobre los Beatles en 1964, la película Let it Be y su recomposición extendida ahora titulada Get Back (realizada por Peter Jackson, The Lord of The Beatles), las conversaciones de Paul McCartney con el productor Rick Rubin (ampliamente recomendables), la cinta de Scorsese sobre George Harrison, otra sobre el activismo de John Lennon y Yoko Ono en los Estados Unidos de Richard Nixon.
¿POR QUÉ NO NOS CANSAMOS DE ESCUCHAR A LOS BEATLES? HAY UNA ENERGÍA QUE EMANA DE SUS CANCIONES Y SIGUE DESPERTANDO UNA FIEBRE RARA, COMO SE CONSTATÓ POR ESTOS DÍAS EN EL CENTRO CULTURAL FUTURAMA
EL INTERÉS Y EL ENTUSIASMO se mantiene. La música no cesa. Vuelve uno a contarse y recontarse la historia. Se les ve evolucionar. ¡Qué maravilla! Y se escuchan los discos originales, las versiones alternas, las tomas uno a la 45 de tal canción…
Este año me acompañó al Beatlefest Gerardo Esquivel Alatorre, quien conduce La onda Beatle, programa de radio que se transmite los miércoles por internet (https://radiosdemexico.com/uncut.html), con sesiones maratónicas, y al que se ha bautizado como el Dr. Beatle, porque se sabe, y es capaz de responder a preguntas a quemarropa, cada detalle de lo ocurrido al cuarteto, en sus vidas, pero sobre todo en las salas de grabación.
Y el Dr. Beatle me presentó a las Fabgirls (Laura, Cristina, Rocío, María de la Luz), a las que le gusta recrear en vivo portadas de los Beatles, y que el domingo llevaron al Beatlefest los aditamentos necesarios para la puesta en escena de la cubierta original del LP Yesterday and Today (1966): porque los músicos, en protesta de cómo modificaban en Estados Unidos los álbumes originales (una auténtica carnicería) enviaron esa foto en la que posaban con muñecos rotos y trozos de lomo y falda, imagen luego sustituida por algo menos agresivo. Me pongo la bata, me instalo alrededor de las Fabgirls, quienes me proporcionan partes de muñecos y trozos de carne, en realidad manufacturados con tela, miro a la cámara y digo: “Beatles”.
Así las cosas en el incesante mundo de esos Cuatro Fabulosos.

