Ávida vida

Ojos de perra azul

Ávida vida
Ávida vidaCortesía de la autora
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A veces no siento hambre. A veces creo que la olvidé. No sé dónde pude haberla dejado, en la alacena, en el armario, congelada, escondida en un rincón de las entrañas o en una esquina de mi corazón insatisfecho. Tal vez la maté por inanición.

Durante el día no se manifiesta, está adormecida. Se anestesió con tu aliento dulce y tibio, con el recuerdo de lo nunca sucedido. En las noches se despierta alebrestada. Suena a tormenta furiosa, es una loba que aúlla y muerde, un rugido. Sospecho sus formas: luna redonda, serpiente de espirales infinitos. Es un volcán, expulsa fuego y arde en el centro del abdomen. Se percibe como un agujero, es arena gruesa, se escurre entre los huesos. Huele a nostalgia, a papeles viejos, a tierra húmeda como tu piel cuando se moja. No tiene sabor, seca la garganta, duele y fatiga. Desespera. Ahora no me acuerdo. ¿Desapareció para siempre? ¿Volverá?

Por no comer se me quitó el apetito, ésa es la paradoja de los que somos o negamos ser voraces.

En los primeros días de mi existencia no pude mamar leche materna, ni un sorbo, ni un trago. Nada. Apenas entraba el líquido por la boca, me quemaba, asfixiaba. Después venía el vómito, proyectiles venenosos dirigidos a quien se me cruzara enfrente. El primer encuentro con la comida estuvo atravesado por la intolerancia; mi fijación oral y mis tendencias sádicas fueron evidentes entonces. Después fue difícil ingerir o incorporar cualquier líquido o bocado. Estómago vacío, hiancia con urgencia de colmarse.

En los primeros días de mi existencia no pude
mamar leche materna, ni un sorbo, ni un trago

Soy la dragonesa de ojos brillantes y pico filoso que devora lumbres y prefiere el alimento que no nutre sino quema, que no sacia sino enciende la pasión y el desvarío. Voy llenando las ausencias con imágenes y objetos del mundo, fragmentos que conozco con los labios, la lengua, la nariz y la intuición. Les doy, poco a poco, un sentido. Devoro todo lo que me rodea, señalo con el dedo índice, mi cetro de hierro mágico para dominar las tripas del infierno. Les asigno palabras, relleno huecos de significados y significantes, y así es como trazo mi historia, la que aún sigo contando y recreando, la que aquí escribo, suscribo y pego. Cada mañana, hago un recorrido desde mi registro corporal hasta el lenguaje. El deseo saliva, la sangre hierve, los intestinos claman desde lo más profundo. Los pensamientos y las fantasías me satisfacen, ahora estoy menos vacía.

Ven para comerte mejor. Llenarte de mi lava insaciable. Quedarnos sin migajas ni sobras, reavivar las hambres y llenarnos sin fondo. Para siempre volver a empezar.

*** Eres todo mi typo.