Eduardo Halfon

¿Biografía o novela de detectives?

En desafío a las convenciones genéricas, desbordadas por tentativas capaces de alternar o fusionar los recursos documentales con la ficción, el autor guatemalteco Eduardo Halfon propone una biografía novelada cuyas resonancias se explayan en direcciones o sentidos múltiples. El resultado muestra un eco mayor, entre otros motivos porque la riqueza del planteamiento extiende y profundiza los alcances de su panorama histórico. 

Canción, Eduardo Halfon
Canción, Eduardo HalfonFoto: Especial
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El escritor guatemalteco fue nombrado, en 2007, uno de los 39 autores latinoamericanos más importantes, menores de 39 años; su libro El boxeador polaco confirmó por qué. Cuenta la historia del número que su abuelo materno lleva tatuado en el antebrazo. Tras su publicación, la crítica elogió aquella reconstrucción de la vida de un familiar escrita como una novela de detectives y contempló la posibilidad, en una época en la que los géneros literarios se desdibujan, aparecen y desaparecen, de considerarla una biografía novelada.

Biografía en forma de novela

El logro de Halfon se corresponde con otros. Escritores europeos como André Maurois, Lytton Strachey o Stefan Zweig reinventaron el género biográ-fico, introduciendo en sus semblanzas la subjetividad y todo un abanico de recursos habitualmente asociados con la ficción.

Actualmente Halfon usa la misma fórmula para un nuevo libro que trata sobre la vida de su abuelo paterno. Canción (Libros del Asteroide, 2021) avala la profundidad de una clase de literatura que, como apunta el propio narrador, “ha existido siempre y es un tema al que los escritores regresan habitualmente”, sólo que ahora “se trata desde un punto de vista más personal”, explica.

Pero, ¿qué supone ese cambio de punto de vista? “Primero, no se trata de contar únicamente la historia de un personaje, sino la de mi abuelo paterno, mi familia. Después, no es sólo narrar esa historia sino la de mi búsqueda. Canción es una biografía en forma de novela que está escrita desde el yo”, comenta.

Mi generación creció con una serie de totalitarismos... Es natural que los escritores cambiemos hacer comentarios agradables por presentar los hechos como los entendimos , cuenta Halfon

Como el de Eduardo, existen otros casos de biografías en las que es importante tanto el biografiado como el relato del proceso de investigación. Luis Solano, fundador de Libros del Asteroide, está convencido de que el género Quest —término que engloba este tipo de literatura, a partir de la palabra que significa “búsqueda” en inglés— “permite partir de un hecho real que pasa por un tamiz de ficción para tratar temas de los que no sería posible hablar si uno atendiera estrictamente a los hechos reales”.

Es verdad que, cuando iniciaba el género, las biografías siempre fueron sobre vidas de personajes notables y gracias a la mirada crítica y al instinto literario de sus autores se lograron sacar a la superficie detalles dignos de ser examinados con cuidadosa curiosidad. “Fue un inicio criticado principalmente por el lenguaje utilizado para narrar los hallazgos. El Quest nació en el seno de una generación producto de la época posterior a la Primera Guerra Mundial, la cual tuvo que replantearse a fondo la herencia recibida. El primer libro canónico, Victorianos eminentes, de Lytton Strachey, es de 1918”, cuenta Solano.

En las primeras décadas del siglo pasado, esta literatura de vanguardia era altamente ideológica. Nacida desde el signo de la desmitificación, se preocupó por transmitir, sin ningún dogma impuesto, una imagen del hombre célebre. Con el tiempo, el Quest fue dejando atrás las historias sobre personajes ilustres y dio paso a historias del yo, de la experiencia familiar en el contexto de los diferentes regímenes políticos.

“Mi generación creció con una serie de totalitarismos. Los niños aprendieron a convivir con las dictaduras de Chile, Guatemala y Argentina. Es natural que los escritores cambiemos el hacer comentarios agradables por presentar lisa y llanamente los hechos de cada caso como los entendimos”, cuenta Halfon, quien en este nuevo libro aborda el tema de los desaparecidos políticos. Narra la historia del secuestro, en Guatemala, de su abuelo Eduardo, mientras pone mucha atención en cada detalle. De la investigación se desprenden cientos de historias que están entrelazadas unas con otras dentro del libro —a medio camino entre el cuento, la novela y la crónica— y emparentadas, también, con los otros libros publicados por el creador guatemalteco.

La evolución de un genero

Actualmente, escritores como Halfon recuperan la memoria familiar para desdibujarla, refundarla o astillarla, hasta poner de manifiesto contextos y situaciones que de otra manera quedarían ocultos.

Otro tanto han hecho escritores tan diversos como Saša Stanišić, en Los orígenes (AdN), Jean-Luc Coatalem, en El papel del hijo (AdN), Natascha Wodin, en Mi madre era de Mariúpol (Aste-roide) y Cristina Rivera Garza, en El invencible verano de Liliana (Literatura Random House).

No existe unanimidad respecto a la obra literaria que puso en marcha la literatura de “la búsqueda”, pero sí hay consenso, señala el autor de Canción, en que “estamos hablando de la evolución de un género que no es mera evasión, sino una forma de conocerse a uno mismo”.

Por su parte, Luis Solano añade que el interés por los libros sobre vínculos familiares radica en que “son experiencias universales” y, por lo tanto, “es fácil que el lector se sienta atraído por lo que cuentan”. Pero a Eduardo no solamente le interesa escribir “libros bien documentados”. El verdadero motor de su búsqueda radica en “husmear en los fragmentos de mi identidad”, haciendo un esfuerzo por “borrar las fronteras entre un género literario y otro”.

Es así como, de un momento a otro, la biografía del abuelo de un escritor guatemalteco de nuestros días se convierte en una detectivesca descripción de las mil y una aventuras que el autor ha transitado para escribir su propia autobiografía.