Convivio literario

Los libros han tenido presencia en la televisión mexicana desde hace tiempo, pero quizá ningún programa
había conjuntado la preferencia de un auditorio tan numeroso y una década al aire como La otra aventura,
concebido y conducido por Rafael Pérez Gay. Para coincidir con el aniversario de transmisiones
se lanzó un volumen homónimo (publicado bajo el sello de Cal y arena), suerte de guía lúdica
que revela el gusto del escritor, periodista y editor por la lectura, así como su admiración por ciertos autores.

La otra aventura
La otra aventuraFoto: Especial
Por:

Cada determinado tiempo deben publicarse libros como La otra aventura, de Rafael Pérez Gay (Cal y Arena, México, 2020). Muchas veces se olvida que una labor esencial para forjar nuevas generaciones de lectores es la promoción de la lectura, y no desde la academia. Es una cuestión que a veces se da por sentado, pero que pocos deciden desarrollar en forma. Me vienen a la mente dos posibles soluciones: una es la publicación de libros para niños y jóvenes, de calidad, no con medias tintas ni temas aburridos (y bien escritos, por supuesto); y la segunda es la edición de antologías con temas de la vida cotidiana y referencias literarias, como ocurre en este libro de Pérez Gay.

No sería difícil imaginar que todo empezó como un sueño porque en nuestra fase onírica hablamos de lo que nos gusta y da placer. Abordar temas literarios en la televisión es algo que ya se ha hecho, mas el resultado suele ser una moneda lanzada al aire. Los libros y la televisión en los años setenta y ochenta convivían a partir de una entrevista solemne y otras no tanto. Recuerdo a la China Mendoza, Severo Mirón, Ricardo Garibay, Maruxa Vilalta y Jorge Saldaña, por mencionar algunos. De todos esos acercamientos a la literatura mexicana, mi favorito era un programa que conducía Alejandro Aura; con la chispa que lo caracterizaba, de manera desenfadada hacía papelitos y los colocaba en una gran copa. Cada invitado debía tomar uno de esos papelitos, como si se tratara de la galleta de la suerte, y era el tema que el entrevistado debía mencionar en su intervención. Me queda claro que el programa gozaba de amenidad por la capacidad histriónica de Aura, no tanto por los entrevistados; y, por supuesto, en esos papelitos era inevitable hablar de libros.

En los años noventa tuvimos noticias del programa de Antonio Skármeta, El show de los libros. Un segmento fresco, donde la literatura era el menú principal que se relacionaba con otros ámbitos para hacer algo verdaderamente entretenido y hasta la BBC empezó a transmitirlo. En la medida de sus posibilidades, Skármeta se convertía en un actor.

Volviendo a México, en el Canal 22 se han hecho programas que fomentan la lectura; sin embargo, nada con más aceptación que cuando Pepe Gordon comenzó a hacernos más accesible la ciencia en la pantalla chica.

No obstante, el reto de hacer que los libros y la televisión converjan de manera eficaz ha estado latente. Entre series que van y vienen, surgió la iniciativa de Pérez Gay en Canal 40, La otra aventura. Diez años después del programa nació la idea de crear el libro, un mosaico de temas que acaso siempre han estado ante nosotros, pero hacía falta que alguien los hilvanara con sumo cuidado.

Cada vez es menos usual hallar guías de lectura que abran otros horizontes. Abundan los estudios académicos, análisis, crítica literaria saturada de hermetismo que difícilmente logra esparcir el interés en la obra de un determinado autor.

Pérez Gay logra compartir el disfrute que genera la lectura. El libro también cumple una función que hace tiempo no se veía: es un almanaque con espléndidas fotografías de escritores de diversas latitudes. Cada vez que hay un Mundial de futbol, niños y jóvenes buscan las estampas de sus ídolos del balompié; yo preferiría coleccionar rostros de escritores que admiro. Los temas que se incluyen van desde memorias, cartas, sueños, amor, erotismo, familia, suicidio, guerra, enfermedad, hoteles, ciudades, vicios, humor, locura, crímenes (en una segunda edición se incluirá la pandemia entre esos tópicos). La selección de autores es otro de sus aciertos y una serie de nombres figuran aparte, a manera de reconocimiento por su legado literario: Beckett, Cioran, Carver, Mailer, Bellow, los Goncourt, Ibargüengoitia, Fonseca, Flaubert, Víctor Hugo y Balzac.

Diez años después del programa nació la idea del libro,
mosaico de temas que hacía falta que alguien hilvanara

El azar también está convocado en estas páginas. Pérez Gay, en su calidad de anfitrión, señala que puede “ser abierto en cualquier página y ser capaz de ofrecer en ella algo de memoria y una herramienta de la imaginación”. Lo pienso como el I-Ching de la invitación a la lectura: el lector es el huésped que espera, saltándose páginas, ser atrapado en una narración.

AL ADENTRARSE en el tomo de La otra aventura, cuyo título parte de un libro de Bioy Casares, me parece inevitable no pensar en La buena compañía (Era, México, 2017), donde Bárbara Jacobs diseña una lograda guía de lectura. A partir del gozo y la admiración, surgen sus reflexiones en relación a una serie de divisiones literarias: el aforismo, la novela corta, el ensayo, el diario íntimo, el libro de viaje, la biografía, la autobiografía, las memorias. Además, el escritor es visto en distintas facetas: antólogo, crítico, cronista, ensayista, entrevistador, periodista, prologuista y traductor.

Jacobs aporta definiciones y establece coincidencias, como si los libros fueran una especie de hilos que terminaran trenzados para reforzar la idea central del género literario al que se refieren; mientras, Pérez Gay y su equipo de aventureros arrojan anzuelos para ver si el lector se engancha y decide seguir por un paraje literario que, sin duda, valorará.

Hace unos días, Julia Santibáñez preguntó en Twitter qué recomendación le haríamos a un maestro que debe incentivar la lectura entre jóvenes de preparatoria. Respondí que la prosa de Arreola, Monterroso y este par de libros que los promotores de lectura en nuestro país deben tener entre sus manos: La buena compañía y La otra aventura.