El porqué del fenómeno Bad Bunny

En opinión del cronista Javier Ibarra, Bad Bunny —nombre artístico de Benito Antonio Martínez— es fruto
de la oleada de músicos que en los años noventa se aglomeraron, tanto en Panamá como en Puerto Rico,
en torno a la música underground grabada en casetes; era una cadencia con mezcla de dancehall, hiphop,
gangsta rap y freestyle. Al añadirle pop, en el siglo XX el reguetón desató una vorágine de likes
y reproducciones globales que apuntaló la renuncia del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, en 2019.

Baby Rasta & Gringo en The Noise.
Baby Rasta & Gringo en The Noise.Fuente: beatsource.com
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Si se quiere entender por qué la enorme demanda de boletos para los conciertos de Bad Bunny en México, a fines de este año, hay que empaparnos primero de la historia del reguetón. La realidad —aunque le duela a quien aborrece al Conejo Malo— es que desde 2010 esta música surgida en caseríos1 y discotecas de Puerto Rico está posicionada como el producto pop más exitoso. ¿Qué artista que busca la fama no mete el pum-tucu-pá pum-tucu-pá, característico del reguetón, a su más reciente sencillo?

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El beat del reguetón, que pone a perrear 2 a cualquiera, se llama dembow.3 Su raíz proviene de Jamaica, de mediados de los años ochenta, y ha sido base musical de géneros jamaiquinos como el dancehall. Esto nos lleva a dos canciones de 1991 que construyeron el esqueleto del movimiento encabezado por Bad Bunny: “Dem Bow”, de Shabba Ranks, y “Pounder”, de Sleepy Wonder & Bobo General. Sin ese par de temas no se habrían popularizado en Panamá, en los noventa, cantantes como Nando Boom y El General, con su reggae en español. Por lo mismo, entre panameños y puertorriqueños discuten dónde realmente se originó el reguetón, aunque yo me atrevo a sugerir que es resultado del fenómeno migratorio.

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Para explicar al chamaquito de Vega Baja, Puerto Rico, nacido el 10 de marzo de 1994 y que antes de conocer la fama como Bad Bunny trabajó de empacador en un supermercado, tengo que mencionar a DJ Playero, pionero del underground, como se conocía al reguetón en sus inicios. A principios de los noventa realizaba mixtapes —recopilaciones grabadas en la sala de su casa— llamadas Playero: eran mezcla de dancehall, hiphop, house, sonidos que él mismo creaba, además de freestyles en español. Los casetes se traficaban por los caseríos donde jóvenes con inquietudes de rapear sobre bases de dembow, y tal vez con el sueño de convertirse en el próximo Vico C, lo buscaron para aparecer en alguna cinta.

Así pasó con Daddy Yankee, quien entonces crecía en Río Piedras, uno de los barrios más conflictivos de San Juan, en Puerto Rico. DJ Playero vio algo en él y lo invitó a participar en Playero 34 (1992); en ese mixtape el cantante menciona por primera vez la palabra reguetón. Y cuando Playero 37 (1994) sonaba fuerte en la isla, Pedro Merced, dueño de BM Records y quien promocionaba tríos, merengue y salsa, no vio marginalidad en ese género musical. Más bien pudo anticipar el potencial de esos artistas como estrellas locales. Aunque nadie pensó que alcanzarían fama mundial, él fue la primera persona en distribuir reguetón en tiendas de discos.

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La catedral de esta música se llamaba The Noise, una discoteca que abrió sus puertas a inicios de esa década, cerca de La Perla, uno de los barrios más peligrosos de San Juan. Su dueño, DJ Negro, fue antigua dupla de Vico C —juntos grabaron a finales de los ochenta clásicos del rap como “La recta final”—; cuando tenía aproximadamente 14 años, DJ Negro vendía hot dogs en el patio de su casa y comenzó a abrir brecha como uno de los principales difusores de la nueva música. Al separarse de Vico C, quien se hacía famoso, puso aquella discoteca, donde los jóvenes de los barrios bajos encontraron un sitio para bailar.

The Noise cambiaba de local con frecuencia, porque el gobierno prohibía oír underground. DJ Negro contrataba a raperos —así llamaban a los reguetoneros— como Lisa M, Ivy Queen, Las Guanabanas, Baby Rasta & Gringo, Don Chezina, El Mexicano, Point Breakers y Vico C, entre otros. De hecho, si hablamos de pioneros del reguetón, en esta discoteca se presentó el dúo Kid Power Posse, que muchos consideran el primer proyecto del género.

Para dar a conocer sus canciones en The Noise todos grabaron sus temas con DJ Negro y algunos comenzaron a hacer videoclips; sin embargo, la mejor jugada que hizo el antiguo vendedor de hot dogs para evitar multas fue lanzar The Noise 3 (1994), grabación que se alejaba de las influencias callejeras del gangsta rap:4 como decía la introducción, únicamente “oirás temas románticos al estilo del reggae; tu encuentro con los sentimientos”. Puede considerarse el primer paso para que el reguetón llegara a las masas.

Bad Bunny (1994).
Bad Bunny (1994).Fuente: admagazine.com

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A fines de los noventa, DJ Blass editó varios discos Reggaetón sex, que incluían a artistas como La Gringa, Ñejo y Sr. Speedy. El estilo que comenzó como un híbrido de reggae y hiphop se incrustó en las cabezas de quienes disfrutaban del invento caribeño que, de tan repetitivo y sincopado, se volvió hipnótico bajo la creatividad de productores como Luny Tunes, Alex Gargolas, Mambo Kingz o DJ Nelson. Las canciones iban en contra de la corrección al hablar explícitamente de sexo, como en “Provocando un orgasmo”, de Plan B, incluida en Reggaetón sex live (2001): “Dale tú quiere’ atreverte conmigo, / empecé por el cuello / ya voy por el ombligo, / vas a ver lo que te pasa en un ratito / en el mete y saca, / así pue’ yo le digo en el mete y saca/ pa’ ver lo que pasa”.

Fue igual desde finales de los ochenta: lo que pasaba en aquellos caseríos era narrado por la mal llamada música urbana —la industria musical etiquetó así el rap, el reguetón, el mambo violento, el dembow dominicano, el latin trap, los corridos tumbados, todo junto. Esas historias cantadas por la juventud de bajos recursos —principalmente mulatos-mestizos—, se relacionaban con el malianteo,5 la distinción de clases, el desprecio por la autoridad, la glorificación de lo ruin y, por supuesto, el sexo como sello irreverente. Por eso era difícil que las masas aceptaran el mensaje: a partir de 1993 lo que tenía que ver con el género empezó a ser censurado bajo el eslogan “Mano dura contra el crimen”. La campaña lanzada por el gobernador Pedro Rosselló apostaba por la moralidad; se dedicó a confiscar CDs en tiendas de discos y a multar locales donde se reproducía reguetón.

Para quienes aún piensan que esta música es burda porque Bad Bunny canta “si tu novio no te lame el culo” en “Safaera” —de su álbum YHLQMDLG (2020)—, sería bueno mencionar que el estilo musical, así como ha tenido momentos sexistas —el perreo y su entorno de diversión no son culpables—, incluye también a reguetoneras como Ivy Queen, quien ha levantado la mano por las mujeres que disfrutan perrear. “Yo quiero bailar” (2003), melodía de quien participó junto a Bad Bunny en el remix de “Yo perreo sola” hace un par de años, es un ejemplo de consentimiento y libertad: “Yo te digo sí, tú me puedes provocar / eso no quiere decir que pa’ la cama voy”.

Esas historias cantadas por la juventud de bajos recursos se relacionaban con el malianteo, el desprecio por la autoridad y, por supuesto, el sexo como sello irreverente

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Bad Bunny es resultado de una brecha musical, un movimiento social y la vorágine de los likes y dislikes en redes sociales. Es importante asociar el ambiente hostil de la calle con la monstruosidad que es el reguetón. Otro elemento que lo ha nutrido son sus personajes, sus tiraderas,6 los problemas que se han suscitado entre combos7 y demás historias.

Entre los personajes más destacados están Tego Calderón —ídolo de Bad Bunny, tanto que recientemente apareció con una playera de él en la empresa de lucha libre WWE. Tego llevó a otras latitudes el reguetón con El abayarde (2002), su álbum debut que celebraba la herencia africana, como hicieran cantantes de salsa en los setenta, entre ellos Ismael Rivera, de quien tomó su soneo8 para rapear con sabor. Incluso, el tema que cierra el disco, “Plante bandera” —originalmente interpretada por Chamaco Ramírez con la orquesta de Tommy Olivencia—, entrelaza dos épocas de la música boricua, dándonos a conocer que una sin la otra serían incomprensibles.

En cuanto a tiraderas, lo que sucedió entre Julio Voltio y Héctor El Father, quienes crecieron jugando béisbol en Parque Ecuestre, zona ubicada en Trujillo Alto, es algo mágico. A mediados de los noventa, al dejar a un lado las manoplas y en compañía de su otro amigo Rey, formaron el grupo de rap Masters of Funk. Tenían entre 14 y 15 años. Hasta inicios del 2000, cuando ambos iban a despuntar, Héctor se unió a Tito, otro chico de Parque Ecuestre, y Julio hizo dueto con Karel. No obstante, a mitad de esa década —cuando el reguetón ya se conocía fuera de Puerto Rico y el niño que se convertiría en Bad Bunny escuchaba las primeras canciones de Tego Calderón— comenzaron los problemas: Julio recordó que había ayudado a componer unos temas a Héctor & Tito para su disco Violencia musical (1998), por lo que comenzó a reclamar el pago de regalías. Así le nació “Maleante de cartón”, la tiradera que le escribió a su viejo amigo. La respuesta de Héctor fue un freestyle llamado “Lean Back”, respaldado por el famoso Combo de 70, su grupo de matones conformado por tipos que realmente vivían lo que él plasmaba en sus canciones. Por eso quienes surgieron como parte de la ONU (Organización de Narcotraficantes Unidos) eran los más temidos del reguetón.

Aunque la tiradera fue corta, Julio andaba armado, cuidándose la espalda, hundido en el alcohol y esperando el día para sacar su resentimiento. Cuando éste llegó —se encontraron en una tienda departamental—, el intérprete pensó:

Ahora me voy a desquitar de todo lo que siento. Era un loco, y dije “éste va a ver lo que pasará quí”. Empiezo a caminar hacia donde [está] él, y qué mejor que dar un golpe a traición. Y mientras más me estoy acercando, se me forman unas ganas de llorar y me acuerdo de Héctor, mi hermano de muchachito. Ya no veo todo lo que yo sentía. Fue como menguando, bajando, desapareciendo. Y cuando llego a donde él, lo toco, le digo “Héctor” y lo saludo. Él me dice “Dios te bendiga”, pero me miró con una cara tan piadosa que ya no hice nada —contó en el podcast Molusco TV.

Desde ese día, dos de los reguetoneros con más malianteo y que le dieron vida al género encontraron su camino y ya no rapean, sino predican la palabra de Dios.

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Panameños y puertorriqueños —además de dominicanos— dejaron de discutir sobre quién creó el reguetón. Tres décadas después de que un ritmo jamaiquino se volvió puertorriqueño, el debate se centra en tratar de comprender qué artistas siguen haciendo esta música de verdad.

Hay que aceptar que Bad Bunny ha llevado el reguetón a sitios nunca imaginados para quienes lo sembraron. Su estilo ya no tiene nada de los viejos tiempos, pero esto no quiere decir que sea deplorable. Para comenzar a ganar aceptación, el género decidió bajar la guardia y se hizo pop. Así esta parte de la cultura puertorriqueña ha trascendido entre ignorancia, detractores, nostálgicos, defensores y, como lo dije desde un principio, oportunistas que quieren llegar a los rankings de la música más escuchada.

Con tantos años de historia no resulta descabellado comparar la raíz del reguetón con la de otros géneros juveniles. Hoy el único problema para no comprender este estilo y su perreo se centra en la negación, en juzgar y desprestigiar sin el interés de conocerlo. Aceptémoslo: el pum-tucu-pá pum-tucu-pá llegó para quedarse, aun cuando es más melódico, evoluciona y hasta ha servido para que el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló —hijo del ya mencionado Pedro Rosselló—, presentara su renuncia el 24 de julio de 2019, después de las protestas que hubo al ritmo de clásicos del reguetón.

Siempre será grato apreciar canciones contemporáneas de este ritmo, que no son artificiales y tienen esa bellacosa.9 El videoclip de “Flow HP”, tema de Don Omar y Residente, explica de dónde viene el reguetón, mientras los ritmos —con la producción y el concepto de Bad Bunny— del álbum Viva el perreo (2020), de Jowell & Randy, bien pudieron haber sonado en The Noise durante su época dorada. Eso, más la inmensa cantidad de artistas que añoran haber vivido en la Isla del Encanto cuando este género floreció, forma parte del fenómeno.

Notas

1 Conjunto de casas. En la jerga del reguetón se refiere a zonas de escasos recursos donde hay delincuencia, prostitución y droga.

2 Forma de bailar reguetón.

3 Su significado es “ellos se inclinan”, pero se refiere irrespetuosamente a los homosexuales. El cantante de dancehall Shabba Ranks tituló así en 1991 una canción para insultar a los opresores, racistas y anticolonialistas.

4 Subgénero que surgió en los años ochenta, en la costa oeste de Estados Unidos; se relacionaba con las pandillas de los Bloods y los Crips. El grupo N.W.A. lo popularizó a finales de esa década y principios de la siguiente.

5 El término viene de maleante, por lo que se relaciona con una vida ligada al crimen y las drogas.

6 Competencias cuyo objetivo es determinar quién es mejor rapeando.

7 Grupo de personas o amistades.

8 Se refiere a la improvisación en la salsa.

9 Término de la jerga del reguetón que puede traducirse como picardía.