Gorilla Biscuits en el Off Limits

El punk está vivo. En la Ciudad de México, el festival de hardcore punk Off Limits celebró su quinta edición, tras ser suspendido unos años por la pandemia. Javier Ibarra estuvo ahí, vivió el moshpit con toda intensidad. En este texto nos cuenta su experiencia en la primera presentación en el país del grupo neoyorkino Gorilla Biscuits, además de relatarnos la trayectoria de sus miembros. Definitivamente, el punk no ha muerto: es sólo que algunos de sus fans ya no son tan jóvenes, pero no pierden ni un ápice de brío. El amor por la música es atemporal

Gorilla Biscuits en el Off Limits
Gorilla Biscuits en el Off LimitsFoto: 024 Fotografía
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Off Limits, aquel festival de hardcore punk que tuvo su primera edición en 2016, se realizó por quinta ocasión en la Ciudad de México. Aunque ya pasó tiempo del inicio de la pandemia, aún hablamos de las consecuencias que arrastró el bicho. En este caso, el evento organizado por personas involucradas desde hace tiempo en la escena chilanga de punk —integrantes de bandas y promotores— había tenido que estar en pausa hasta el sábado 7 de octubre, cuando más de mil punks y hardcoreros se reunieron desde el mediodía en el Centro de Convenciones Tlatelolco.

SIN DROGAS

En lo personal, en cuanto vi el logo de Gorilla Biscuits en la publicidad supe que por primera vez iría al Off Limits. En las cuatro ediciones anteriores hubo grupos que me gustaban, pero desde 2018 me fui alejando de las tocadas de punk. Y aunque tampoco soy muy fan de los festivales, no me podía perder la primera vez en México de las leyendas del New York Hardcore. Además, como me comentó Erick —de Puercord Records, uno de los organizadores—, Gorilla Biscuits pidió que no hubiera valla que los dividiera del público. Hasta bromeamos que los iban a embarrar del tamarindo de las micheladas.

La banda comenzó a tocar en 1987. Quienes han estado cerca del hardcore punk saben que son uno de los grupos más queridos por sus grabaciones Gorilla Biscuits (1988) y Start Today (1989), que refrescaron el sonido de esta música, con ritmos melódicos y letras que abordan la amistad, la unión en la es-cena y el vegetarianismo. La banda estuvo apegada al Youth Crew, una rama del hardcore: en ella, la temática de las canciones es optimista y suele relacionarse con el movimiento Straight Edge, estilo de vida dentro del punk donde no se usan drogas y que surgió en 1981, cuando la banda Minor Threat lanzó un tema con ese nombre.

NO ENVEJECEN

Como sus integrantes tocaron o aún siguen tocando con otras bandas —Youth of Today, Underdog, Side by Side, Judge, Project X, Warzone, en-tre ellas—, con el paso del tiempo Gorilla Biscuits se ha convertido en un proyecto que no envejece, a pesar de que sus miembros ya no son los jóvenes que se conocieron en los 80.

Originalmente el grupo estaba integrado por Anthony Civ Civarelli (voz), Arthur Smilios (bajo), Luke Abbey (batería), Walter Schreifels (guitarra) y Alex Brown (guitarra), muerto en 2019. Incluso de este grupo —cuyo nombre alude a una droga popular de Nueva York— surgieron CIV, Quicksand y Rival Schools, entre otros proyectos.

Para 1992, un año después de su álbum Having a Great Time... Wish You Were Here, grabado en un concierto en Alemania, Gorilla Biscuits se separó. Sin embargo, para 1997 —con Walter Schreifels como personaje muy popular, por el éxito que tuvo Quicksand a inicios de los 90— se reunieron para formar parte del homenaje a Raybeez, vocalista de Warzone, quien murió en ese año. En 2005 volvieron a juntarse y desde entonces se han presentado en distintas partes del mundo.

VEINTE BANDAS

En ediciones pasadas, el Off Limits se realizó en el Foro 360, de Naucalpan, y en el Salón Romo, de Santa María la Ribera. Al enterarme dónde sería esta edición recordé la noche en el Michelada Fest, cuando fui con amigos y amigas a ver tocar a Zona Rika, un conjunto de merengue. Ahora, quienes hacían fila para bailar música tropical en un salón de ese género ubicado en la San Simón inevitablemente veían raro a los asistentes que ingresaban al Off Limits, sobre la calle Lerdo.

En total, divididas en dos escenarios, se presentaron 20 bandas. Algunas eran mexicanas, como Criptas (San Luis Potosí); entre las extranjeras más llamativas estuvieron Paranoid (Suecia), Sudarshana (Argentina), Grito (Colombia) y Generación Suicida, Shutdown y War On Women (Estados Unidos).

Cuando llegué, a las cinco de la tarde, fue como si viajara al pasado. Me encontré personas que no veía desde antes de la pandemia, como El Kina, venido de Monterrey. El Mentiras, de quien llevaba tiempo sin saber, estaba vendiendo sushi y me repitió su célebre “¿Cómo estás, precioso?”. También saludé a gente del punk que encontraba todos los fines, cuando asistía a las tocadas, y conocí a un integrante de Flores y Fuego, quien me ubicó por mi blog Revenge of The Nerds MX. Como me dijo Melissa, la mayoría de los que estábamos en el Off Limits éramos treintañeros y cuarentones.

Cuates más cercanos, como El Chino, se metieron al moshpit, pero los años cobran factura y terminó con un desgarre en la pierna, al volverse loco con Gorilla Biscuits. En cambio, Gael, un nuevo amigo de 21 años, logró quitarle el micrófono a Civ Civarelli y se puso a cantar “Cats and Dogs”. Lo más genial fue darme cuenta de cómo el festival Off Limits sigue creciendo. Los organizadores están cumpliendo sus sueños y el de nosotros, de divertirnos con bandas que nos marcaron.

Sobre este show de Gorilla Biscuits, nadie podrá olvidar la intro de “New Direction”; las trompetas fueron entonadas por mariachis. Hubo un stage diving amigable, con chicas y chicos volando por todos lados; algunos pisaban cabezas, como en cualquier tocada de hard-core. Sobró energía, sing alongs, moretones, risas, shorts, tatuajes Straight Edge de personas que ya no son Straight Edge, un cover de Minor Threat y, sobre todo, la feli-cidad de quienes crecimos con estos neoyorquinos.