Kaluz, el nuevo museo de la capital

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Museo Kaluz
Museo KaluzFuente: Cortesía Museo Kaluz
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Un nuevo espacio se ha sumado a la oferta cultural de la Ciudad de México: el Museo Kaluz, que el pasado 25 de octubre abrió sus puertas al público con la exposición México y los mexicanos en la colección Kaluz. Mientras la crisis sanitaria y los recortes han ahogado a las instituciones culturales del país, esta inauguración en plena pandemia es realmente alentadora. Para entender cuál es su apuesta y qué implica su inauguración para los museos de arte mexicano, hablé con Blanca del Valle, presidenta de Fundación Kaluz, y con el curador de la colección, José Ignacio Aldama.

ESTÁ UBICADO en lo que podríamos llamar un eje cultural de la Ciudad de México: Avenida Hidalgo. La calle en sí misma tiene más de quinientos años de historia, es la calzada más antigua de la ciudad y, como continuación de Tacuba, reúne algunos de los espacios culturales más relevantes del Centro Histórico y del país, como el MIDE (Museo Interactivo de Economía), el Museo Nacional de Arte, el Palacio de Minería, el Palacio de Bellas Artes, el Museo Nacional de la Estampa, el Museo Franz Mayer y, si seguimos la traza de la vieja calzada, el Museo Nacional de San Carlos. A esto habría que agregar la Alameda Central, que es otro referente cultural y a su vez cuenta con recintos como el Laboratorio Arte Alameda y el Museo Mural Diego Rivera, y del lado de Avenida Juárez, el Museo Memoria y Tolerancia. Entonces, ¿qué ofrece a este barrio de museos y cómo destaca entre sus vecinos?

“Lo que ofrece el Kaluz es una colección dedicada al arte mexicano, en el que hay grandes nombres, pero también otros que no han salido a la luz, artistas que han quedado olvidados y no dejan de ser muy buenos”, me responde Blanca del Valle. Agrega: “Otra aportación es que queremos ser un museo vivo, donde no sólo vas a observar, y queremos ser un museo que se sale de las salas y participa en su entorno”. Para crear el espacio, la Fundación Kaluz emprendió la remodelación del Hotel de Cortés y de Avenida Hidalgo, esfuerzo que también se ha propuesto como una mejora necesaria para el antiguo barrio de Santa María Cuepopan.

Por su parte, José Ignacio Aldama considera que “el propósito del Museo Kaluz responde a la convicción y al interés de la familia Del Valle de crear un impacto positivo en la gente a través del arte. Siendo un acervo creado para compartirse, cumple con tres objetivos primordiales: contribuir a la recuperación y conservación del patrimonio artístico de México, detonar el estudio y conocimiento del arte nacional, y fortalecer la identidad a través del arte”.

En cuanto a la colección, desde que se concibió se plantearon diversos elementos que la hicieran sobresalir, no sólo en este polo cultural que es la Alameda, sino en relación con otros acervos.

Un tema que el Museo Kaluz sí está abordando es el del género. Su colección ha resultado una bocanada de aire fresco

“A diferencia de muchas otras, esta colección se formó para compartirse, desde sus inicios se visualizó para socializarse”, comenta José Ignacio, quien también resalta que el museo ofrece una mirada, la de Antonio del Valle, siendo “un acervo que se forma a partir de los intereses del coleccionista, que son en particular la pintura figurativa hecha en el país y, por lo tanto, termina siendo un acervo que habla de México”.

LA MUESTRA INAUGURAL propone precisamente reflexionar sobre nuestra identidad y cómo se le ha abordado desde la plástica. Tomando como punto de partida el siglo XVIII, cuando comenzó el cuestionamiento por la mexicanidad, la exposición ofrece un panorama muy completo sobre los momentos en los que esta búsqueda ha cobrado mayor relevancia. A partir de ejes temáticos como el paisaje, el retrato, nuestros alimentos y fiestas, la colección Kaluz nos presenta un espejo donde no sólo nos reconocemos, sino que encontramos puntos de encuentro entre nuestras problemáticas actuales y las del pasado, como la modificación de nuestro entorno natural, las transformaciones de nuestras ciudades y la conciliación con nuestra cultura mestiza, con todos los matices que eso implica y debemos cuestionar. En ese sentido hay que decir que, si bien la exposición del Kaluz abre interesantes interrogantes e incita al análisis, de pronto se desaprovechan oportunidades para abordar de manera más crítica estas temáticas, particularmente en torno a los discursos coloniales y sus implicaciones.

Por otro lado, un tema que el Museo Kaluz sí está abordando es el del género. Su colección ha resultado una bocanada de aire fresco en cuanto a la representación de las mujeres en el arte, una deuda histórica de la que muy pocos museos se han ocupado con seriedad. En el acervo del Kaluz no únicamente hay mujeres; se trata en su mayoría de mujeres que han quedado marginadas tanto de los discursos museales como de la historiografía del arte mexicano. “No es algo fortuito, la búsqueda de las mujeres en el arte mexicano es uno de los intereses del museo”, me comparte José Ignacio. “Siempre se tuvo en mente dar luz a las mujeres de finales del siglo XIX a quienes no les permitían, por ejemplo, estudiar el desnudo; por eso su producción fue más sobre paisaje y naturaleza muerta. Hemos tenido cuidado de buscar estas firmas, como Carmen López, Mercedes Zamora, Josefa San Román y Rosario Cabrera”.

ADEMÁS DE HACER JUSTICIA a las mujeres, el Museo Kaluz también se atreve a poner en diálogo a algunos de los pinceles más destacados de la plástica mexicana con otros que han quedado opacados por sus contemporáneos de mayor renombre. Para José Ignacio, ésa también es una fuerza de su acervo: “Uno de los méritos de esta colección es poner en el reflector a estos artistas que fueron desdeñados por el mercado y algunas veces por la historia del arte. Se trata de otra de las búsquedas de la colección, que no se ha centrado en buscar piezas trofeo”. Al hacerlo, este museo puede detonar el rescate de esos nombres menos conocidos y valorados, llevando a otros a desempolvar sus bodegas y comenzar a reconfigurar la historiografía del arte mexicano. Ésa es la mayor aportación del Museo Kaluz.