Macca

EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

Paul McCartney durante su concierto en CDMX
Paul McCartney durante su concierto en CDMXFoto: Cortesía del autor
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Hace tiempo circuló un video en redes sociales, en el que una periodista le pregunta a McCartney el secreto para mantenerse joven. “Sexo, drogas y rocanrol”, dijo el ex-Beatle. Meses después se vio otro video donde Macca aparecía dándole las tres a un chanchomón de proporciones jamaiquinas, o sea, fumándole a un churro de mota bien gordo, poniendo en práctica la teoría. No dudo que la fórmula funciona. Lo constaté el 14 de novihambre pasado, en el Foro Sol. Don sir Paul todavía rinde sus buenas dos horas y media de concierto sin pedir esquina, sin tirar la toalla y sin darse viajes de tanque de oxígeno. Traducido en canciones dan la friolera de 39.

Eso es un show y no menudencias. 

Lo vi más viejito que en el Azteca, me comentó una amiga. Hombre, pero si han pasado seis años desde aquella visita, lo que dura un güerco en la primaria. Y, en efecto, en 2017 sir Paul lucía como un chavalón. Ahora regresó algo más madurito. Recordemos que la presente gira se titula Got Back. Que traducido al cristiano significa más o menos De retache. Para nada se trata de una gira del adiós. A don sir Paul no se le ven ganas de bajar la cortina. Como tampoco se le ven a Dylan o a los Stones. Y aunque en la segunda fecha se le cascó la voz, para nada se trata de un viejazo. A cantantes y cantantas de todas las edades les ocurre de vez en cuando. Así que no alarms and no surprises, plis.   

EXISTE UN BOTÓN UNIVERSAL que sólo unos cuantos elegidos pueden presionar. Don sir Paul es uno de ellos. En cuanto sonaron los primeros acordes de “Can't Buy Me Love”, el botón se accionó a las 9:50 de la noche y la perrada reunida en el Foro Sol, unos 85 mil fans, chicos, grandes y chicotototes, comenzamos a brincotear de felicidad. Imagínense la siguiente toma, la música como una ola expansiva que desde el escenario se irradia al público, luego al autódromo, luego a la calle, y luego al cielo. Mirado desde un avión lo hace a uno proferir: qué fiestotota se traen éstos allí abajeiro. La pachanga de sir Paul.

La actividad no se detiene. Los aviones se siguen demorando. Los coches siguen inundando Viaducto.

Los vendedores de playeras siguen en sus puestos.

Y en las primeras filas un fanático, un lunático, un espécimen vestido con uno de esos trajes del Sargento Pimienta se emociona, se desgañita y se retuerce con los acordes de “Let Me Roll It”. Que termina con un homenaje a Hendrix, un probete de “Foxy Lady”, en los que sir Paul recuerda su etapa de ácido macizo y conciso. 

Don sir Paul todavía rinde sus buenas dos horas y media de concierto sin pedir esquina

Uno de los gritos que más inundan el foro es te amo, Paul. El amor feedback. El poliamor. El que sir Paul sabe recibir y devolver. En todos los formatos y presentaciones. Es que el señor de las ocho décadas no ha dejado de ser un enamoradisco. De sobra es conocido lo mucho que le han costado en varo sus dotes de galán. Pero al parecer todo chido por el momento en esos terrenos. Y aprovecha la oportunidad para tener un detalle fino con su esposa y le dedica “My Valentine”, una rola bien picosa sobre el romance.   

La cosa se pone intensa cuando recuerda a George y se despacha una versión de “Something” que dedica a Olivia Harrison, la esposa mexicana del guitarrista, quien se encuentra entre el público. Y para seguirse de largo con la chilladera por el Fab Four, se avienta un palomazo con John en “I’ve Got A Feeling”. En la pantalla al fondo del escenario aparece Lennon cantando en la azotea. Y por un momento aquello se vuelve un karaoke en vivo. La voz de Lennon con la banda de Macca. Éste es uno los momentos más emocionantes del show. Ni siquiera los fuegos artificiales en “Live And Let Die” o el coro multitudinario en “Hey Jude” removieron tanta tripa.

DON SIR PAUL PREPARÓ su salida con “Helter Skelter”. “When I get to the bottom / I go back to the top of the slide / Where I stop and I turn / And I go for a ride / 'Till I get to the bottom / And I see you again”, gritoneó Macca. Y detrás suyo en la pantalla se abrió un túnel sin final que la cámara comenzó a recorrer a alta velocidad. Ese túnel del tiempo por el sir Paul nos acaba de conducir, ese recorrido que nos ha acompañado durante décadas, durante cientos de composiciones. Tantas vidas vividas al amparo de estas canciones. 

Y como todo principio tiene un fin, se despidió con la canción apropiada para esta ocasión: “The End”. Y bajó la cortina. Pero con la promesa de volverla a abrir.