Pablo de Vita, el cine de América Latina

Pablo de Vita, el cine de América Latina
Por:
  • alicia_quinones

Las nuevas voces del cine de América Latina no sólo muestran las diversas realidades que se viven en el continente. También revelan que la industria cinematográfica en español está tomando un nuevo auge en el mercado internacional. El Festival Internacional de Cine de Mar de Plata, que culmina hoy con la proyección de Roma, de Alfonso Cuarón, fue el punto de partida de la conversación con Pablo de Vita, uno de los analistas de cine más destacados de Argentina, jurado de la crítica de ese mismo festival. Además de académico y promotor cultural, De Vita ha sido jurado de festivales como el Internacional del Cine de Gijón, el Internacional de Cine de San Sebastián y el de Cine Independiente de Buenos Aires.

¿Cuál es el escenario del cine argentino y latinoamericano en este momento?

Es como hablar de Argentina. ¿Existe una sola Argentina? No, hay varias. ¿Existe un cine argentino único? No, tampoco, podemos hablar de varios cines hechos en Argentina. Confluyen dentro de esa identidad aglutinante que es el cine argentino, que no escapa a la estructura de un gran sostén de producción que se ha realizado históricamente, desde la recuperación democrática, a través del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales.

El problema del cine argentino se encuentra en que sólo diez películas (de las doscientas que se podrían llegar a producir por año) consiguen la atención del público. El cine argentino vive con un público reducido. Claro, hemos tenido películas con éxitos mundiales y locales, como El secreto de tus ojos o Relatos salvajes. Es una realidad muy disímil la del cine argentino, aunque tiene una carga histórica que puede ser equiparable a la del cine mexicano. El cine argentino ha tenido ese sitial dentro de la comunidad hispanoamericana, luego lo tuvo México, con mucha relevancia, y hoy ambas cinematografías son punta de lanza en Latinoamérica. Sin embargo Brasil ha tenido una presencia mucho más importante, más potente y más sostenida en tiempo que el argentino. Por otro lado, México ha logrado insertar mejor a sus directores a nivel mundial. Estos no escapan ni del producto artístico ni de la industria, son directores que han logrado el equilibrio que parece la alquimia imposible de que una película sea artística y, a la vez, comercial.

¿Qué sí tiene el cine argentino?

Que logra mantener líneas y corrientes estéticas muy marcadas, más allá de los vaivenes que se presentan en el país. Algunos de los directores que están creando una interesante trayectoria son Pablo Trapero, Carlos Sorín, Adolfo Aristarain, Lucrecia Martel (cuyas películas son esperadas por el público) o Lisandro Alonso (un director menos conocido en Argentina, pero de gran presencia en el circuito de festivales de internacionales).

Detrás de México y Argentina como industrias cinematográficas que siguen fortaleciéndose, ¿qué otras propuestas cinematográficas están destacando en la región?

Chile, sin duda. El cine chileno es la niña mimada contemporánea, la nueva prima donna de la industria sudamericana. Buenos Aires fue un epicentro cultural muy fuerte en este sentido, todo el cine europeo pasaba por ahí, pero hoy ya no es igual; ahora ese lugar lo tomó Estados Unidos. Creo que después de Chile sigue Paraguay: su industria está muy lentamente creando películas de referencia a nivel mundial; además se está fortaleciendo una ley del cine que aprobaron meses atrás. Hasta ahora, hacer una película en Paraguay era voluntarismo, no existía estructura ni soporte del Estado en términos de financiación y distribución. Esos apoyos son absolutamente indispensables para cualquier cinematografía regional —pensar que el Estado puede no intervenir en la realización de cine está bien solamente para Hollywood. Esa ha sido la historia del cine de América Latina. Para las cinematografías regionales no existe la posibilidad de producir si no es con la ayuda gubernamental, y también es un deber de cada gobierno, por más que pueda existir el apoyo privado. Es un error negar al Estado, porque el cine representa la cultura de cada país, no puede ser librado a su suerte. El trabajo de los jóvenes cineastas paraguayos, que han empujado la nueva ley, le va a dar un nuevo horizonte al cine de ese país dentro de unos años.

El reto que enfrentan nuestras industrias es la creación de nuevos públicos. Hoy, el sistema de video on demand domina más la idea del espectador cinematográfico. La gente está más interesada en comentar la serie de una plataforma específica, que en ver la película exhibida en una sala. Esa es una realidad que hay que afrontar también. Ahí hay una génesis de desaparición del entendimiento de lo que es el cine hoy.

"El reto que enfrentan nuestras industrias es la creación de nuevos públicos. Hoy, el sistema de video on demand domina más la idea del espectador cinematográfico”.

Entonces el cine latinoamericano debe adecuarse a estas plataformas recientes o nuevas formas de exhibición.

Totalmente. Además, falta una vertebración que permita que el cine latinoamericano circule de manera más integrada por los países de la región. En Argentina vemos poco cine mexicano, chileno y ni te digo del resto: no vemos nada, lo cual es muy loco porque desde Argentina hasta el norte de México hablamos todos más o menos parecido y podemos comprender los discursos. Incluso en términos de producción es más fácil estrenar una película, porque no tienes el lío de subtitularla. Un montón de distancias están, digamos, libradas entre los países latinoamericanos, ¿qué falta? Falta la plataforma global que permita que todos estos productos convivan en un mismo lugar.

El Festival Internacional de Cine de Mar de Plata, que culmina este 17 de noviembre, ¿qué imagen ofrece de nuestras cinematografías?

Se enfatizan, sobre todo, las contradicciones que vive el cine en términos económicos porque, por un lado, la gestión enfatiza los logros en términos generales del cine argentino, pero también hay muchas quejas por parte de la comunidad cinematográfica, misma que abucheó el discurso del ministro de Cultura en la ceremonia inaugural. Asimismo, es un festival que debió acortar sus días por la crisis económica, la cual también se evidencia en una reducción de títulos en relación con años anteriores. Con todo, el festival ha tenido la presencia de nombres fundamentales del cine como Jean-Pierre Léaud, Pierre Richard, Leos Carax y Lucrecia Martel. El gran filme será Roma, de Alfonso Cuarón. Tuve oportunidad de verlo en San Sebastián y es una absoluta maravilla que confirma a Cuarón como uno de los nombres relevantes del rico panorama de autores mexicanos alrededor del mundo. Con una paleta de grises y un manejo de cámara magistral retrata un periodo fundamental de la historia de México, a través de una mirada íntima y personal.