Como profesión

Miguel Covarrubias, celebridades de Estados Unidos: Benny Goodman, Ginger Rogers, Fred Astaire, Orson Welles, Robert Taylor, Salvador Dalí y (en el aire) Shirley Temple, entre otros, Vogue, 15 de mayo, 1938.
Miguel Covarrubias, celebridades de Estados Unidos: Benny Goodman, Ginger Rogers, Fred Astaire, Orson Welles, Robert Taylor, Salvador Dalí y (en el aire) Shirley Temple, entre otros, Vogue, 15 de mayo, 1938.Fuente: fineartamerica.com
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ESTADOS UNIDOS pudo superar la connotación despectiva que se aplica a la persona y a la obra del aficionado. El caso en México es otro. Tenemos públicos que han demostrado simpatía y entendimiento hacia los aficionados, pero los propios aficionados parecen creer que su status no profesional debiera eximirlos de ciertos deberes y obligaciones. Éste es el problema más serio que tenemos que enfrentar al establecer una escuela de teatro como la que intentó abrir la Universidad Nacional en México en 1937.

Una y otra vez el mundo del teatro ha sido rescatado de la crisis de un fracaso profesional por la obra de aficionados y experimentadores, por lo que por todas partes, en la actualidad, la experimentación dejó de ser amateurismo y se ha vuelto profesión. [...]

EL AÑO DE 1937 señaló la apertura de nuestra primera escuela de teatro en la Universidad Nacional. Pocos, incluso entre los estudiantes, se dieron cuenta de lo que intentábamos hacer. De una matrícula inicial de más de ciento cincuenta, sólo quedaron cuarenta al final de la primera semana. Todos estaban dispuestos a tomar el curso de teatro como una diversión, mas no como un trabajo regular, si bien no se cobraba colegiatura. La mayor parte de los estudiantes que se quedaron fueron renuentes a seguir el abc de nuestras primeras lecciones, y su concepción romántica de lo que debe ser un artista no les permitía tomar en serio cosas como la asistencia regular y puntual a los ensayos, la repetición de ejercicios o el cansado trabajo realista en el laboratorio. Las clases y conferencias se sucedían sin que ellos tomaran notas o trataran de alguna manera de conectar los elementos teóricos y prácticos del trabajo. Algunos, temperamentales y procrastinadores, se quedaban en el café discutiendo la esencia del teatro y olvidaban llegar a los ensayos. Acostumbrados al servicio de un apuntador, como lo están todos nuestros aficionados, se perdían constantemente en el lío de sus líneas y no lograban conectar las líneas con el movimiento. Se negaban a ir a su luz, o a leer una y otra vez las obras antes de los ensayos, y les molestaba en particular que los corrigiera el director. Sin embargo, todos querían partes largas e importantes, llenas de estallidos de pasión. Algunos deseaban incluso obra en verso para soltar, sin dicción alguna, sus reservas de emoción e inspiración.

El balance de 1937: discusiones sin fin, revuelta, resistencia a estudiar técnicas teatrales y un deseo incendiario por revolucionar nuestros métodos. Cuando este año se me notificó que, por motivos económicos, la Universidad no podía pagar una Escuela de Teatro, pensé que todos nuestros alumnos se sentirían muy aliviados. En cambio, se sintieron privados de algo que empezaba a vivir en ellos.

Nombraron comisiones para que se reunieran con los funcionarios universitarios, les mostraron a estos funcionarios evidencias de su necesidad de una escuela de teatro, se ofrecieron a pagar a los maestros, y obtuvieron que continuara la escuela. Han adquirido una idea de la seriedad del experimento, quieren volverse aficionados incondicionales, gente de teatro fiel y sacrificada. Al fin están considerando el experimento como una profesión sin límites, y lo que sea que seamos capaces de lograr a partir de ahora se derivará de esta actitud.

Fuente: Theatre Arts Monthly, agosto, 1938

Notas

1 Katherine Cornell (1893-1974), fue una actriz y productora teatral estadounidense, conocida por el nombre de Primera Dama del Teatro.

2 Marie Dressler (1868-1934) realizó su carrera como actriz, directora y productora de teatro en Estados Unidos. También incursionó en el cine.

3 “El tiempo presente y el tiempo pasado / Acaso estén presentes en el tiempo futuro”, T. S. Eliot, Cuatro cuartetos, aproximación, edición y no-tas de José Emilio Pacheco, Era, México, 2017. (N. del E.)