Vampiresa

Ojos de perra azul

Vampiresa
VampiresaCortesía de la autora
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Sonó el timbre. En mi cama, en medio de la oscuridad insoportable y del silencio hueco de la madrugada, intentaba inútilmente conciliar el sueño. Pensaba en las musarañas, en dónde había guardado mi diario íntimo, buscaba figuras en los pliegues de la almohada, imaginé mil escenarios imposibles. Ding, dong, sonó de nuevo. Abrí la puerta. Era el vampiro que llevaba años esperando. Cada noche, me ponía un negligé de seda transparente, perfume de amapolas silvestres y dejaba una copa de sangre fresca en la ventana para atraerlo. Sabía que, según la leyenda, esa criatura no podía ingresar a casa sin mi invitación. Me escondí detrás de las cortinas y miré hacia afuera. Nosferatu se colaba entre el aire espeso, frío, envuelto en sombras ominosas. Alcancé a ver su figura delgada, de alta estatura, con una capa negra y ondulante. El tono de la piel era muy pálido, labios púrpuras, pelo espeso, las manos terminaban en uñas largas y puntiagudas.

TENÍA EL DESEO DE SER VAMPIRIZADA y seducirlo, alimentarlo de mi líquido sanguíneo, de no reprimir más mis instintos orales, primitivos y salvajes. Le rogué al siniestro visitante por la eternidad de mi cuerpo y de mi alma. Lo guié hasta mi recámara, tenía cubiertos los espejos, lo introduje a un ataúd doble de cedro que sería nuestro lecho nupcial. Le ofrecí mi cuello virgen para que me absorbiera la sangre ansiosa, me sobrevino un profundo espasmo de placer desconocido. Me volví inmortal.

Desde entonces soy joven para siempre, mi piel se mantiene blanca y tersa

Esto ocurrió hace muchísimo tiempo. Desde entonces soy joven para siempre, mi piel se mantiene blanca y tersa, los ojos rojos, brillantes y curiosos no se apagan. Insaciable, cazo efebos para no morir jamás. Realizada y condenada, deambulo por los cuatro vientos, te busco por montañas y ciudades, sobre llanuras y pueblos escondidos.

TE ENCONTRÉ EN LA LUNA LLENA de este octubre. No me habías invocado pero sabía que me estabas esperando. Te daré la vida perpetua, seremos siempre amantes en perenne idilio. Aún duermes en la hora del crepúsculo sanguíneo, con un beso te despierto a una nueva condición del ser. Mis colmillos son navajas, los clavo en tu yugular, circula en mí toda tu sangre que bebo con sed maldita. Pides más. Desciendo por tu cuerpo y te muerdo en la arteria de la ingle. Penetro por los umbrales de tu piel, cruzamos juntos las fronteras de lo inexplicable, por los siglos de los siglos.

* Voy de mar en peor.