Viajera frecuente

Ojos de perra azul

Viajera frecuente
Viajera frecuenteCortesía de la autora
Por:

"Tengo un amor en cada puerto, ciudad, estado y pueblo en los que he amado. Los visito, sin falta, una vez al año para no olvidarlos".

En Brooklyn vive aquel que no me escribe casi nunca, pero que con su pincel lo dice todo. Juntos pintamos lienzos que traigo de recuerdo a casa. En Los Ángeles un otro me pasea en un convertible azul por todo Hollywood Boulevard, una mascada me cubre la cabeza, ambos con lentes oscuros. Parecemos artistas de cine. En Coahuila está cazando aquél; me recibe en traje camuflado, manchado de sangre fresca de un jabalí que para el desayuno cocinamos a la leña. Aterrizo en Japón, le pido al nuevo que me lleve a cenar al mejor sushi de Tokio, me pongo un kimono y luego practicamos las artes amatorias del Oriente. En Madrid lo siento por horas frente a la maja desnuda, le explico lo que significa para mí el goyesco simbolismo de los cuerpos, después nos vamos a su piso a descansar y le recito poemas de Salinas. En Londres radica quien no se atreve ni a besarme, habla siempre de la muerte, me pide que nademos en las turbulentas y frías aguas del Támesis.

MI PASAPORTE SE HA LLENADO por completo, los sellos indelebles son la muestra de mis locos andares por el mundo y los sueños que persigo. Transito cielos por avión, en globo o en alas de la fantasía y el deseo. Floto entre las nubes, respiro la energía vital para volar deprisa. Surco los siete mares en barcos de vapor, me impulsan las tormentas y las olas. Sobrevivo los tsunamis de la desorientación interior que me extravía. Con un mapa y mi intuición navego en el vientre de una ballena blanca que me transporta hacia los cinco continentes. Subo y bajo colinas y montañas en locomotoras, atravieso fronteras sin mirar atrás. Cruzo túneles oscuros, me alegra entrar en lo desconocido y ver la luz al fondo. Recorro en coche carreteras, registro los kilómetros con monólogos internos, me acompaña una lista de himnos y canciones que recopilo para los trayectos.

Intento, busco pero no encuentro tu ubicación ni en Waze ni en Google Maps

A ti nunca he podido ir a verte. Por más que intento, busco pero no encuentro tu ubicación ni en Waze ni en Google Maps. Te rastreo por aire, tierra y mar, pareces estar en todos lados y en ninguno al mismo tiempo. Sé que resides aquí mismo, en algún lugar de la caótica Ciudad de México. Voy a dejar de hacer mis frecuentes viajes a la nada para hallarte en la accidentada geografía de mi corazón salvaje.

*Ponme a tensión.