Watts

La canción #6

Charlie Watts
Charlie WattsFuente: infobae.com
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Su apellido es la unidad para medir la potencia eléctrica: el que cargó de energía la batería de los Rolling Stones desde 1963. Cualquier adjetivo le queda chico a Charlie Watts, sencillamente era el baterista de la mayor banda de rock and roll en el mundo, como los bautizó su manager Sam Cutler, autor del libro You Can’ t Always Get What You Want.

En esas memorias, el también manager de Grateful Dead y Allman Brothers narra sus andanzas con las Piedras y describe a Watts como lo que era, el conductor designado de los Rolling Stones que los mantuvo en equilibrio. Los otros componían, indicaban la dirección del circo, eran la locura y la intensidad. En su discreción y ecuanimidad, Watts era el dínamo rítmico, el que movía la Rockola Stone hacia adelante con su latido. El rock es energía. La energía es movimiento. Y el movimiento es equilibrio.

Fue incansable bataco de las Satánicas Majestades en todas las giras, bombeando su poderoso bombo y peinando la tarola con cepillos en treinta álbumes, treinta discos en vivo y otras treinta recopilaciones. Si agregamos los piratas, esa discografía supera por mucho el centenar de ejemplares. Seis décadas de blues, rock, jazz, pop y otros ritmos ocasionales como rockabilly, reggae y disco. Watts se apagó a los ochenta años, poco después de renunciar a la gira No Filter y de lanzar el sencillo número 122 del grupo, “Living in the Heart of Love”. El rock que basó a baquetazo fino, cuando esta música era peligrosa, nunca dejó de ser un trabajo que cobró desde el día uno. Su gran amor musical fue el jazz. Lo tocaba con su quinteto, con el que grabó diez discos de tributos a sus favoritos. Por si fuera poco, también era diseñador e ilustrador, hizo varias portadas, escenarios y escenografías del grupo.

Fue bataco de las Satánicas Majestades en todas las giras, bombeando su poderoso bombo

Los Rolling Stones son una industria rodante que no se detiene, así se lo explicó Watts a Cutler el día que lo contrataron: “Los fans son los que pagan la cena”. Y en su asiento quedó otro chingón, Steve Jordan. Bienaventurados los que tuvimos la oportunidad de loquear en vivo con ellos, porque nadie tendrá jamás el toque elegante y cool de Watts.

El Viejo Mundo todavía se divide entre los que preferimos la Coca-Cola en vez de la Pepsi (hoy pura agüita embotellada), los Ramones en lugar de los Sex Pistols y, más que nada, los Rolling Stones antes que los Beatles. Mucho tienen que ver el pulso y el ponche suave de Watts que los hacía moverse sin temor a chocar o a voltearse mientras rockeaban. Era justo lo que necesitaban para mantener la movilidad y la estabilidad. Los tiempos del señor eran perfectos.