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Fantastic Four: Primeros pasos, Marvel recupera el rumbo

La más reciente película de Marvel retoma a los icónicos personajes con una versión fresca de su historia

Fantastic Four: Primeros pasos, Marvel recupera el rumbo Foto: Especial

Aquí lo fantástico es que por fin dejan de solo preocuparse por amalgamar referencias y plantear conexiones con el resto de las franquicias Marvel, para ya habiendo entendido quiénes son los Fantastic Four, rendirle tributo a su historia y a lo que representa que sean una de las primeras familias en forma dentro del concepto del superhéroe.

De paso presenta a un Galactus más que digno y funcional como villano, el “devorador de planetas”, una fuerza de la naturaleza acorde a lo que caracterizaba la etapa clásica de las andanzas en cómic de Susan, Red, Ben y Johny, y que hasta hoy sigue siendo la mejor que han tenido, es decir aquella en donde las confrontaciones ponían a la par de las colosales amenazas cósmicas las disyuntivas morales llevando al límite los vínculos emocionales. Como en este caso, en que además la maternidad entra en juego sirviendo tanto de detonador para desarrollar las relaciones y apuntar las tragedias personales, como también a veces ser uno de los tensores en la ejecución de emocionantes secuencias de escape y de batalla.

Porque no estamos ante una aventura sostenida en el drama humano, sino que este último es el motor y la materia prima principal. Todo teniendo de telón de fondo un universo retrofuturista de elegantes acabados que no se queda en lo ornamental, sino que sirve para recuperar la euforia que a mediados del siglo pasado se vivía con respecto a la exploración espacial y de la cual en los sesenta los Fantastic Four eran un fiel reflejo. Es por ello que, aunque estamos ante una realidad de espíritu análogo con autos voladores, autómatas y edificaciones ultra tecnológicas que resulta ideal para recuperar significativos elementos propios de sus series animadas, dígase el Fantasti-car y el robot H.E.R.B.I.E.; los viajes fuera de nuestro planeta son todo un evento mediático y de impacto social.

Es ahí que además encuentran la herramienta ideal para contar los antecedentes de los protagonistas y hacer un recuento de sus hazañas con la aparición de villanos emblemáticos en lo que ha sido su largo trayecto por el mundo de las viñetas, evitando ser una película sobre los orígenes, lo cual una vez más se agradece, así como las citas menciones a su cocreador, el legendario Jack Kirby. Un recurso validado como una constante dentro de la trama, dando fe de los tiempos en que la televisión era la principal influencia informativa.

Por otro lado se define con claridad los rasgos a veces titubeantes de un Red Richards atormentado por las consecuencias de sus obsesiones y responsabilidades científicas que a veces ponen en riesgo a sus seres queridos, lo mismo la personalidad decidida que con los años fue adquiriendo Sue Richards y que le llevó a dejar de ser la chica a la cual tenían que estar rescatando. En cuanto a Ben Grimm, nuestro estimado oriundo de la Calle Yancy, aunque gana algunos matices en personalidad, también pierde un poco de protagonismo a la hora de la acción, y su dinámica con Johny Storm es menos chispeante que de costumbre. Pero es de lo poco que, aunado a algunas resoluciones de fórmula, se le puede reclamar a , una propuesta redonda y a la altura de las expectativas generadas como adaptación de la que desde la portada siempre se ha presumido como “La Revista de cómics más grande del mundo” -World’s Greatest Comics Magazine-. Ah, por cierto, se incluyen dos escenas post créditos. La primera confirmando algo que ya sabíamos, y la segunda es una mera curiosidad, pero también algo simpática.

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