Para disfrutar el fin

“Aniara”, un viaje galáctico a través del existencialismo

Un viaje de tres semana se extiende indefinidamente debido a un percance; la protagonista es una chica cuyo optimismo y perseverancia serán llevados al límite

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Por Jesús Chavarría/@jchavarria_cine

Las naves generacionales —esas que emprenden largas travesías en donde los descendientes de los tripulantes serán los que vean el final del trayecto—, representan uno de los conceptos más sugestivos dentro de la ciencia ficción tradicional, ideal para elaborar reflexivos entramados que, más allá del nivel de espectáculo que les acompañe, exploran la naturaleza de la existencia en entornos futuristas, confrontando al ser humano con su eterno estado de orfandad ante el universo.

El anime “Nights of Sidonia”, la película “High Life”, de Claire Denis, o incluso “WALL-E” (2008), son sólo una pequeña muestra de la enorme cantidad de producciones que han apostado con acierto por dicho punto de partida. Sin embargo, muy pocas de ellas, como en el caso de “Aniara”, han logrado trazar con tanta sutileza un trayecto envolvente, que en contraste haga un recorrido tan despiadado por los matices propios del retrato nihilista con respecto a esa otra nave generacional —de origen natural— que llamamos planeta tierra, en el que estas propuestas suelen convertirse.

En “Aniara”, de Hugo Lilja y Pella Kagerman, todo comienza con la llegada de los pasajeros al gigantesco vehículo que hace referencia el título, cuya abrumadora sobriedad en su diseño que se alarga hacia las estrellas, ya es un anuncio de como es que habrá de modificarse el viaje, otrora planeado para tres semanas y que, debido a un percance, primero se extiende a dos años y luego indefinidamente. La protagonista es una chica cuyo optimismo y perseverancia serán llevados al límite, mientras intenta mantener la cordura ante el vacío que provoca el flotar por el espacio sin tener un rumbo determinado.

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Los suicidios como una salida, los cultos paganos como una forma de encontrar respuestas, planteando inclusive el absurdo de la canonización de una inteligencia artificial, y la política como una retrógrada herramienta para mantener el control, son parte de las situaciones que redundan en imágenes de pasillos interminables plagados con puertas que por momentos parecieran más desoladores que el panorama de eterna oscuridad que los rodea afuera, o con los personajes viendo su reflejo fantasmal sobre el cristal de las ventanas teniendo a las mustias estrellas de fondo.

Por otro lado, pese a la inquietante belleza de las visiones a la profundidad intergaláctica, el desarrollo es íntimo, y salvo en momentos clave, apuesta por lo implosivo para equilibrar el drama que no está exento de cierto erotismo y violencia, amén de que no pierde el tiempo en regodeos y arroja con lucidez cada uno de sus planteamientos.

“Aniara” es una estupenda coproducción entre Suecia y Dinamarca, que no pasó por la cartelera comercial de nuestro país, pero ya llegó a plataformas digitales como Cinepolis Klic, y sin duda es una estupenda opción para aquellos que gustan de las producciones de genero complejas y de alta manufactura.