Isaac Hernández, primer bailarín del English National Ballet y ganador del prestigiado Benois de la Danse, siempre se ha considerado un extranjero, porque su carrera lo ha llevado a estar lejos de casa y vivir experiencias que jamás se hubiera imaginado, como ir a un baile al palacio de la reina, y ahora, a formar parte del elenco de la miniserie del realizador Manolo Caro, Alguien tiene que morir, en la que, cual extranjero entró a un terreno completamente desconocido para él: la actuación.

En Alguien tiene que morir, miniserie de Netflix ambientada en la España de la posguerra y del franquismo, Isaac Hernández da vida a Lázaro, un misterioso bailarín tapatío que llega a a la Península Ibérica acompañando a su amigo Gabino (Alejandro Speitzer), en una época en que el ballet estaba inmerso en prejuicios, entre ellos la homofobia.

“Definitivamente, Lázaro me recuerda a una versión un poquito más joven de mí, en muchos aspectos. He tenido que vivir en diferentes países y siempre he sido el extranjero; vengo de una clase social que no es de privilegio en México, pero siempre he tenido acceso a experiencias extraordinarias, a que me inviten al palacio al baile de la reina, experiencias que jamás pensé vivir”, respondió el bailarín a una pregunta de La Razón, durante un junket.

Isaac Hernández, quien ha encabezado la iniciativa Despertares, también se siente identificado con su personaje porque al igual que él tiene “hambre, ganas de vivir y de experimentar”, añadió.

El reconocido bailarín recibió la propuesta de formar parte del elenco de Alguien tiene que morir, que se estrena el próximo 16 de octubre, antes de que Manolo Caro tuviera completo el guion; como la intención del director de La casa de las flores era incorporar en el proyecto la danza, Hernández comenzó a compartirle videos de piezas importantes del repertorio clásico y hasta una revista de danza que consiguió de 1954.

“Cuando hablamos del personaje, mucho antes de que él tuviera el guion estructurado, lo invitaba a que viera funciones, le mandaba videos de piezas que me parecían importantes. Sabía que era necesario para la curiosidad de Manolo Caro entender un poquito más el rol del bailarín en el mundo del ballet. Recuerdo que cuando me dijo que la miniserie se ambientaba en los años 50, le mostré una revista de danza de 1954 para ver desde cómo se vestían”, detalló.

Aunque al inicio el plan era contratar a un coreógrafo, fue Manolo Caro quien lo convenció de montar los fragmentos que baila en algunas escenas de la serie. “Le propuse que hiciéramos fragmentos o guiños de piezas muy emblemáticas del repertorio clásico y Don Quijote para mí siempre ha sido algo que ha estado presente en toda mi carrera.

“Pude poner un fragmento de ésta, improvisé un poquito con la música de Carmen. Recuerdo que cuando hablamos de esa escena, en la que Mina (Cecilia Suárez) despierta y va bajando las escaleras, entendimos que la música adecuada era ésa; queríamos que cada escena sorprendiera y creo que en ese sentido Manolo Caro me dio mucha más confianza de que la que yo me hubiera dado”, expresó.

Para el bailarín Isaac Hernández estar en un set de rodaje fue una experiencia totalmente opuesta a lo que está acostumbrado, ya que tuvo que entender que en una miniserie no hay nada definitivo, como en el ballet cuando se monta una coreografía.

“Creo que Manolo no dejó nada definitivo en realidad y eso en la profesión que tengo incomoda mucho, porque en el ballet todo es coreografiado, musicalizado, ensayado, no hay mucha oportunidad para la improvisación a menos que tengas una confianza extraordinaria en tu pareja de baile y tengas esa experiencia y libertad, que generalmente no le llega a un bailarín hasta después de los 30 años. Fue un proceso muy diferente, pero sabía que estaba en buenas manos”, finalizó.

Manolo Caro critica la doble moral

En la miniserie Alguien tiene que morir, el realizador mexicano Manolo Caro se aleja de la comedia e incursiona en otro género, sin dejar de lado temas que han sido una constante en sus trabajos: la familia, la doble moral, los prejuicios que existen sobre la homosexualidad y el machismo.

“Uno habla de las cosas que le importan, que le atañen; para mí ha sido poner sobre la mesa en una conversación a la familia, a la doble moral y a los prejuicios; son temas que me mueven creativamente y creo hacen falta muchas historias que contar”, explicó.

Alguien tiene que morir relata la historia de un joven (Gabino) quien, tras recibir una llamada de sus padres, debe regresar a México para conocer a su prometida. Sin embargo, para sorpresa de todos, vuelve acompañado de Lázaro, un misterioso bailarín de ballet. El relato transcurre en una sociedad conservadora y tradicional en la que las apariencias y los vínculos familiares desempeñan un papel clave. 

“Esta serie me parece una cachetada al espectador, porque creemos que hemos evolucionado más de lo que realmente lo hemos hecho.

“Si ves las noticias o lees un periódico te vas a dar cuenta que no están muy alejadas de lo que ahí se cuenta, entonces estamos en una zona de confort. Por supuesto, sí se han dado pasos importantes, pero estamos muy lejos de que cada uno desde nuestra trinchera reflexione”, externó el actor Alejandro Speitzer (Gabino).