Las noches fieras latinoamericanas se plasman en papel

Las noches fieras latinoamericanas se plasman en papel
Por:
  • raul-campos

Los latinos son sinónimo de fiesta; son portadores de ritmo, sabor y sensualidad, elementos que llevan a cualquier parte del mundo , o a donde sea que osen poner los pies. La verbena la realizan sin importar la hora, lugar o clima; pero la oscuridad de la noche, tenuemente teñida de brillantes colores artificiales, es el momento predilecto para detonar su calor y socializar. Lo mismo sucede con la violencia: se adapta a todas las condiciones sociales y escenarios, pero prefiere explotar en la fría penumbra, donde se oculta a plena vista.

Cerca de 50 años de esta dualidad de lo acontecido al anochecer están plasmados en las páginas de Noches Fieras 1970/2017 (RM y Toluca Éditions), proyecto editorial curado por el francés Alexis Fabry y que conjunta la obra de 57 artistas latinoamericanos, como Armando Cristeto, Pablo Ortíz Monasterio, Enrique Metinides, Lourdes Grobet, Yvonne Venegas, Felipe Ehrenberg, Álvaro Barrios y Yolanda Andrade.

“Los 70 fue una época en la que venía de terminarse ésa fotografía indigenista que prevaleció en el país por muchos años, esa que llamaba el artista Adolfo Patiño ‘la estética del maguey’, la cual ya era repetitiva. Esa década fue cuando se comenzó a ver hacia la urbe y lo que estaba ocurriendo en ella y, en este caso, lo que acontecía en la oscuridad de la noche: la violencia y, principalmente, la fiesta: esos años fueron los primeros en que la comunidad gay comenzó a manifestarse; y, en general, en la Ciudad de México y otras urbes latinas se estaba suscitando un despertar social. Éste es su retrato”; declaró a La Razón Xavier Quirarte, periodista y uno de los fotógrafos que participan.

Las obras pertenecen a la Colección Leticia y Stanislas Poniatowski, producto de 15 años de trabajo recopilatorio. Estas fotografías retratan la dualidad de las noches latinoamericanas: la insomne vitalidad de bodas, cantinas de “mala muerte”, centros nocturnos como discotecas y salones de baile y la estrepitosa violencia: combates de lucha libre, encuentros con trabajadoras sexuales, accidentes automovilísticos y el crimen que desembocó en la muerte.

“La noche siempre ha estado viva: hay quienes se mete el Sol y se guardan, pero también están otros que se sienten como en casa. La fiesta siempre ha sido la misma, sólo que ahora los excesos se ven mayúsculos, porque somos más y porque hay muchas cámaras; y la violencia es parte de ella: siempre que se sale de juerga es una incertidumbre, no sabes si te irá bien o si te van a asaltar; es como una ruleta, donde a veces ganas y otras se pierde; no es ir a un restaurante, a donde sabes que vas a comer”, añadió Quirarte.

Respecto a su imagen, que forma parte del proyecto, el también músico relató cómo la concibió: era Día de Muertos y estaba frente a la pastelería La Ideal, en el centro de la ciudad; “siempre, durante esas fechas, los empleados hacían una especie de performance porque se disfrazaban de calaca, bruja y otros personajes macabros; era medio tarde cuando pasé y me sorprendió ver a esa persona imponente, casi como si fuera la muerte, y le disparé. La parca es una imagen oscura que contrasta con la viveza de la fiesta que se vive en esas festividades”.

Como en la de Quirarte, gran parte de las imágenes poseen una candidez en donde la situación plasmada no parece posada, lo cual, señaló, se debe a que “en ese tiempo había menos cámaras y por ello la gente reparaba menos en ellas, hacer una foto era algo más natural; y también porque el fotógrafo no se hacía notar”.

El Dato: El proyecto conjunta imágenes de creadores provenientes de México, Colombia, Argentina, Brasil,  Cuba, Chile, Perú y Venezuela.

Por esa razón, Quirarte consideró que el libro, además de mostrar una versión de las urbes latinas que ya no existe, enseña su lado optimista: “generalmente siempre se retrata a los desarraigados en sus momentos de mayor decadencia, pero esta foto muestra su lado más amable, enseñan que siempre hay momentos de felicidad. En mi caso, siempre he sido cercano al Centro, y cuando salía a tomar fotos a La Merced o a donde fuese, buscaba encontrar el rostro más afable de las personas; y por ello esta foto de la muerte, por eso mismo tiene un espíritu de vida”, finalizó.

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