Marilyn guardó hasta su muerte el regalo que le hizo El Indio

Marilyn guardó hasta su muerte el regalo que le hizo El Indio
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  • gilda_cruz_terrazas

En febrero de 1962 cuando Marilyn Monroe visitó, en los estudios Churubusco el set de El ángel exterminador, de Luis Buñuel, el fotógrafo Gabriel Figueroa no dudó en expresarle: “Tienes que conocer la casa de mi compadre”.

El maestro de la luz se refería a La Fortaleza, la casona de Coyoacán de Emilio El Indio Fernández, de quien mañana se cumplen 30 años de su muerte.

Amante de lo mexicano, la diva se encontraba en nuestro país en un viaje de compras para amueblar y decorar su nueva casa en Brentwood, por lo que quedó fascinada con la arquitectura rústica del número 1 de la calle Dulce Olivia.

“Marilyn quedó extasiada con la personalidad de El Indio, con la fiesta que le improvisó y los mariachis que le llevó; hubo rumores de romance, pero sólo hubo admiración. Sabedor de que ella era amante de los muebles de tipo mexicano, le regaló dos cómodas de caoba que Marilyn se llevó a su casa, aquella donde murió”, narra a La Razón Cristóbal Arias, cronista de la Casa Fuerte (como le llamó

Emilio a su morada).

Ésta es una de las anécdotas que guarda en sus muros La Fortaleza, una casa de 4 mil 500 metros cuadrados que empezó a construirse el 16 de septiembre de 1942 como trinchera de la cultura e identidad mexicana y símbolo de la

virilidad de El Indio.

En la casona, con estilo entre colonial y prehispánico, creció Adela, la hija que Emilio tuvo con una quinceañera cubana de nombre Gladys. Ha sido escenario de 140 filmaciones; atestiguó el canto de María Callas; alberga la máquina de escribir que en ocasiones usó Juan Rulfo, las fotos del cineasta y Diego Rivera. Ahí también se escondió Fidel Castro.

“En uno de los baños de la planta baja hay un pequeño cuartito muy misterioso, con una escalera que no tiene barandal. A ese cuarto El Indio le llamaba de la Corregidora y ahí tuvo escondido a Castro cuando el Gobierno de Cuba había solicitado a México su detención, por medio de Fulgencio Batista”, señala Arias.

El hecho implicaría una ruptura con el dictador cubano, pues Emilio era gran amigo de él.

“Fue muy complicado porque El Indio tenía muy buena relación con Cuba; él filmó mucho en ese país”.

La Fortaleza también fue diseñada para que fuera un set cinematográfico. Ahí Emilio Fernández filmó El rapto, la última película de Jorge Negrete.

El Indio solía decir que había creado su casa fuerte “para soñar a sus anchas”.

Pero lo cierto es que a cada mujer de la que se enamoraba le decía: “Ya te construí tu casa”. Así sucedió con

Olivia de Havilland.

“La casa está en un cuadrante que colinda con Zaragoza y el callejón Dulce Olivia; él mandó a abrir ese callejón. Era dueño de una hectárea que comprendía del Barrio de Santa Catarina a Miguel Ángel de Quevedo, pero no utilizó todos los terrenos, los fue vendiendo.

Bautizó así al callejón porque quedó enamorado de la australiana. Le mandaba cartas con un amigo, Marcus

Goodrich, y resulta que el amigo fue el que

se casó con Olivia.

“En las cartas le decía que ya había mandado construir un castillo para poder recibirla. Tenía un balcón de su recámara donde abría todas las mañanas las puertas y decía que respiraba el dulce aroma de su dulce Olivia. Aunque ella le respondió varias misivas, nunca se conocieron”, relata Cristóbal Arias.

UN INDIO “METROSEXUAL”. Cuando uno piensa en Emilio Fernández ve el arquetipo del “macho mexicano”, el hombre de aspecto y trato rudo al que

Dolores del Río educó.

“En su baño tenía aceites aromáticos que usaba después de bañarse. Tenía un extremo cuidado con las uñas de las manos y de los pies. Su ropa debía estar impecable y todo se lo debía a Dolores. En una ocasión, en una junta en los estudios Churubusco, ella le dijo que no todo el tiempo podía ir a las juntas vestido de charro, luego lo llevó con el sastre que le hacía los trajes a su papá. Los trajes de botón cruzado eran para agradar a Dolores. La ropa interior era de algodón peinado: Emilio la mandaba traer de Cuba; pero también ella lo acercó a Salvador Novo, a Diego Rivera. Ella fue una influencia muy interesante”, dice el cronista.

Aunque esa influencia fue por ambas partes. El Indio le dio todas las oportunidades que se le acababan a Dolores en Hollywood.

LA FORTALEZA Y LA DUREZA. Adela, su hija, sabía que los personajes como él son mitificados. Creció sola y bajo la férrea disciplina de El Indio que, contradictoriamente, vivía feliz rodeado de mujeres.

Adela solía contar que recibía órdenes de su padre para preparar a sus novias, las bañaba y les rociaba de Chanel: “Pasé mi infancia viendo desfilar por casa decenas de novias y de personajes famosos”.

En contadas ocasiones dijo no estar segura si su padre le heredó la casa porque la amaba o la odiaba, pues es elevado el costo por mantenerla.

Arias asegura que en sus buenos tiempos en La Fortaleza trabajaban 24 personas: amas de llaves, jardineros, el caballerango. Después ya no.

“El Indio decía que la había construido para soñar a sus anchas, sus sueños fueron anchos, aunque no todos se cumplieron”.

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