Viernes negro: te decimos por qué tienes que ver la divertida película de terror

Aquí un muy buen ejemplo no solo de reglas y convenciones de género más que entendidas, sino bien aplicadas en general. Porque, aunque es cierto que “Viernes Negro” de Eli Roth no es perfecta, si es divertida y cumplidora al entregar esa dosis de horror-humor juvenil ochentero con mala leche justa para las festividades de fin de año, además de que acierta al encontrar cierta vigencia incluyendo una retorcida metáfora sobre el consumismo que les caracteriza.

Y es que en esta reciente propuesta del también responsable de películas como “Caníbales” (2013) y “La casa con un reloj en sus paredes” (2018), la eventual masacre de los protagonistas parte de la tragedia suscitada durante un Black Friday en el supermercado del poblado Plymouth de Massachusetts, y se desarrolla en el marco de los festejos del día de acción de gracias que han hecho del lugar un popular punto de encuentro turístico, de tal modo que una vez más las tradiciones, en este caso provenientes de la llegada de los peregrinos, con todo y los desfiles con carros alegóricos, los disfraces, las representaciones y hasta la propia cena, sirvan como irónico contraste para las diferentes muertes que se irán suscitando luciendo un oscuro salvajismo e irónico ingenio, provocando en el espectador una lúdica sensación de complicidad con el sadismo que inunda la pantalla.

Al encaminarse a cada una de ellas hay pocas sorpresas, pero como ya sabemos en ese sentido aquí eso no es lo que cuenta, sino como son preparadas estirando los puntos de tensión, mientras se anuncia la forma y se muestran los objetos que habrán de estar involucrados en la misma, en este caso provenientes de ese mundo de la America profunda que pareciera aun un tanto suspendido en el tiempo, y que le permite a este tipo de conceptos sostenerse en una época donde el uso de los dispositivos y la internet echan fácilmente por tierra la acostumbrada y particular verosimilitud de su ficción.

También en la trama hay algunas conveniencias demasiado evidentes, y otras veces en un afán de no mantenerse por completo dentro de la fórmula se entretiene un poco de más con algunos de los asesinatos y agrega un innecesario contexto con respecto a las armas, pero gracias a lo bien engrasado del mecanismo, la claridad de los retorcidos objetivos y la convicción para llevarlos hasta sus últimas consecuencias, eso no echa por tierra la siniestra diversión decembrina que nos ha preparado “Viernes Negro”.