La cena navideña es uno de los momentos más importantes de las celebraciones decembrinas, pues reúne a generaciones a disfrutar de deliciosos platillos tradicionales, como pavo al horno, bacalao, romeritos o tamales. La mesa se convierte en el centro del festejo que une a los integrantes de la familia.
Sin embargo, planear y hacer la cena siempre se vuelve un gran reto, ya que además de cocinar un exquisito menú, también hay que coordinar tiempos, equilibrar presupuestos y mantener un ambiente armónico mientras todo sucede al mismo tiempo.
- El Tip: Si deseas conservar los buenos hábitos alimenticios, una opción es el consumo de frutos secos y frutas deshidratadas.
Con un plan claro, un menú inteligente y un ambiente bien pensado, es posible que tanto tú como tus invitados disfruten de una velada muy especial.
Antes de pensar en platillos o decoración, define cuántas personas asistirán realmente, qué tipo de cena quieres: formal, casual o buffet, y cuánto tiempo y energía tienes para organizarla. Toma en cuenta que una cena cálida y bien organizada siempre gana sobre una impecable pero agotadora.
El menú es una de las partes más destacadas y el mejor platillo es el que no te ata a la cocina todo el día y la noche. Para ello elige opciones que puedas preparar con anticipación, pero también evita recetas nuevas o demasiado técnicas y combina un plato fuerte, dos guarniciones y un postre sencillo para degustar.
- El Dato: Según la Profeco y el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados, entre 2023 y 2024, los ingredientes para las cenas aumentaron entre 12 y 22%.
Por ejemplo, puedes optar por platillos típicos, como pavo al horno, lomo de cerdo, lasaña o pollo relleno, los cuales sí requieren de un tiempo amplio de preparación, pero se dejan listos desde un día antes para solamente hornearlos unas horas antes de la cena. Para complementarlos, una opción es acompañarlos con puré de papa o camote y una ensalada fresca.
Para ahorrar tiempo, un truco infalible es que puedes comprar el postre y apostar por la presentación para que quede ad hoc, con el resto de la comida.
Si recibes ayuda de tus familiares, es bueno aceptarla, aunque no sea perfecta. Delegar no es sinónimo de perder control, es ganar tranquilidad. Asigna algunas tareas claras: alguien que se encargue de las bebidas; otra persona que sirva y recoja y alguien que se haga cargo de las botanas y el postre. Recuerda que la Navidad también se construye en colectivo.
Para la decoración de la mesa no es necesario que haya elementos recargados, opta por velas para una iluminación cálida, una mantelería neutra con uno o dos acentos de color, ya sea rojo, dorado o verde, y selecciona un centro de mesa sencillo, como ramas, piñas o flores secas.
Por otro lado, si hay tensiones familiares, divide la mesa estratégicamente, por ejemplo, evita sentar frente a frente a quienes suelen confrontarse; el contacto visual constante facilita discusiones. Alterna generaciones, ya que mezclar edades ayuda a desviar conversaciones repetitivas o conflictivas.
Finalmente, recuerda que la cena no es una producción, es un encuentro. Si algo no sale perfecto, nadie lo recordará tanto como el ambiente, las conversaciones y cómo se sintieron tus invitados. Sirve la comida, siéntate, brinda y suelta el control. Una Navidad sin estrés no se mide por lo impecable, sino por lo disfrutable.