El magnate Elon Musk ha materializado uno de sus sueños más ambiciosos: Starbase, una ciudad corporativa moderna ubicada en Texas, ya es un hecho. SpaceX, la compañía aeroespacial del empresario estadounidense ejerce ahora un control casi total sobre la zona.
Con una aplastante mayoría de 212 votos a favor y sólo seis en contra, los antiguos residentes de Boca Chica Village aprobaron la transformación del lugar, otorgando a Musk el dominio sobre normativas locales, infraestructura, servicios públicos y movilidad.
El objetivo es claro: acelerar su plan de colonización de Marte.
Gracias a esta autonomía, Elon podrá evitar la burocracia que obstaculizaba el desarrollo del sistema de lanzamiento Starship, pieza clave en sus aspiraciones espaciales.
Sin embargo, no todo ha sido recibido con entusiasmo. Crecen las preocupaciones por el impacto ambiental de las operaciones de SpaceX en la región. Ya en 2024, la Agencia de Protección Ambiental multó a la empresa con casi 150 mil dólares por verter aguas residuales sin permiso en humedales cercanos. Además, algunos residentes han acusado a Musk de ejercer presión para adquirir propiedades y han denunciado el cierre frecuente del acceso a las playas.
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