Un personaje muy cercano al primer círculo del poder en la pasada administración de Morelos acusado de corrupción, en cuya casa encuentran cráneos, sangre, machetes y un altar para santería o brujería, y que a principios de año duró seis días como tesorero municipal y luego se hizo humo, parecieran ser los ingredientes para escribir una novela de realismo mágico. Bien, si fuera ficción. Pero se trata de una historia real, en donde el principal protagonista es el exdirector del Fideicomiso Lago de Tequesquitengo, Dionicio Álvarez, muy cercano al ahora exgobernador Cuauhtémoc Blanco y a su hermano, Ulises Bravo. Dionicio, prófugo de la justicia, está acusado de actos de corrupción. Y quien fuera su jefe administrativo y político está a punto de enfrentar un proceso de desafuero, acusado de intentar violar a su media hermana. Un par de estampas de lo que, se acusa, ocurría en Morelos en el sexenio pasado: realismo, pero no mágico, sino trágico. Uf.

