Profesores cumplen hoy 3 semanas de protesta

Plantón en el Zócalo es un foco de insalubridad

Del campamento se desprende hedor en pasillos por basura, restos de comida y humedad; hay falta de servicios sanitarios; estar en la concentración no es voluntario, dicen algunos

Largas filas de maestros que buscan entrar a un sanitario en Isabel la Católica, ayer. Foto›Yulia Bonilla›La Razón

Este jueves se cumplen tres semanas de que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) estalló en huelga y se instaló con casas de campaña en el Zócalo de la Ciudad de México, con jornadas que al paso de los días los han llevado a vivir en condiciones insalubres, enfermedades y presiones económicas para sobrellevar las movilizaciones de protesta y su permanencia en el plantón.

Las fuertes precipitaciones de las últimas dos semanas se han traducido en gastos no contemplados para los maestros y una “mina” para los comerciantes del centro, que ya convirtieron la periferia del plantón en pasillos sobre los que venden casas de campaña, tubos de hule cristal, hule negro y lonas con las que los docentes han conseguido cubrirse del agua.

  • El Dato: Organismos empresariales reportan que el 72% de los comercios de la zona han reducido sus ventas entre un 40 y 60% desde el inicio del plantón magisterial.

Tras 21 días de la llegada del magisterio, algunos de los pasillos que se formaron para caminar entre el campamento, se han vuelto intransitables por el olor a humedad de las colchonetas, cobijas y demás artículos que los maestros se han visto en la necesidad de colgar en los lazos que sostienen sus lonas y que no alcanzan a secar debido a la continuidad de las lluvias.

Junto a los restos de comida y demás desechos que se lanzan a las coladeras, un hedor similar al agua de florero sin cambiar durante días, a desagüe expuesto, al carbón de los anafres sobre los que algunos cocinan y de la basura que se junta en algunos puntos, se ha apoderado del plantón, sobre todo en las mañanas, y causa la repulsa de transeúntes y turistas que planeaban un paseo por el Centro Histórico.

No contar con baños ha sido una de las mayores vicisitudes. Cada día, los sanitarios localizados en la calle Isabel la Católica, a un costado de la taquería El Caifán, tienen una larga fila de maestros esperando turno para pasar y lo mismo se repite en otros baños públicos.

A decir de los maestros consultados en distintos días y puntos del campamento, esto ha representado uno de los mayores problemas, debido a que la larga espera para ingresar a un sanitario se combina con otro inconveniente: los malestares estomacales que, en conocimiento del módulo médico con el que la CNTE se alistó frente a la Catedral, han sido bastante comunes entre los manifestantes.

La permanencia y resguardo del plantón se organizó con roles de maestros, que semanalmente alternan su presencia. Algunos recogen sus casas de campaña y se van, otros las dejan para quienes lleguen.

En la última semana, mientras se deciden si continúan o no con su manifestación, la presencia de maestros en el plantón disminuyó y, en su mayoría, ha quedado a cargo de pequeños grupos que permanecen a su cuidado, aunque entre los cambios de turno semanales hay días en los que hay mayor presencia.

Los problemas de la estadía en el Zócalo para presionar al gobierno federal a que atienda sus demandas también aprietan a los docentes, pues en filas de alguna tienda de autoservicio o durante los múltiples bloqueos en las arterias capitalinas, ha habido quienes revelan que estar en el campamento no es acto de voluntad propia.

Una maestra, a punto de regresar a Oaxaca en el cambio de rol, platicaba con una familiar vía telefónica a la que le pedía cuidar a su hija un par de días más y que la disculpara por el inconveniente que ello representara, pero le prometía pagar los gastos que le debía una vez que a ella también le “liberaran” su pago.

Y es que, en palabras de docentes, estar en el plantón ha sido como cubrir una jornada laboral, porque allí duermen y deben alistarse entre las 5:00 y 7:00 horas para salir a marchar o bloquear vialidades. Al término de esa jornada, no más allá de las 16:00 horas, vuelven a las casas de campaña a preparar alimentos, estar atentos a la asamblea y las indicaciones de los líderes, porque, “o jalamos parejos entre nosotros, o los de arriba nos jalan”.